Narrativa Breve

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Narrativa Breve, Tolstoi Leon-- . Жанр: Русская классическая проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Narrativa Breve
Название: Narrativa Breve
Автор: Tolstoi Leon
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 463
Читать онлайн

Narrativa Breve читать книгу онлайн

Narrativa Breve - читать бесплатно онлайн , автор Tolstoi Leon

Si atendemos a su origen, resulta indudable que Tolstoi se margin? de un posible destino prefigurado: de familia noble y rica proveniente de Alemania, y con enormes posesiones, seguramente Tolstoi hubiera sido un conde m?s, con haza?as militares que narrar, pero sin dejar nada importante para la Humanidad. Pero su fuerte vocaci?n de escritor, unida a un misticismo religioso que con los a?os se ahond?, produjeron un literato considerado como la cumbre de la narrativa rusa, junto con Dostoievski.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

Перейти на страницу:

—¿Cómo se encuentra? —preguntó este, tomándola de la mano.

Piotr la llamaba de «usted»; en cambio ella le tuteaba. María Ivanovna volvió a examinar la barba canosa, la cabeza calva, los dientes, las arrugas, los ojos y la tez curtida de su hermano, y lo reconoció todo.

—Esta es mi Sonia.

Pero María Ivanovna no se volvió. —Qué ton…

Se le quebró la voz. Asió con sus grandes manos blancas la cabeza de su hermano. Había querido decir : «Qué tonto eres. ¿Por qué no me has avisado?», pero se le estremecieron los hombros y el pecho, se le crispó el rostro y empezó a sollozar, mientras apretaba contra sí la cabeza de Labazov, repitiendo —Qué ton …to eres. ¿Por qué no me has avisado?

A Piotr Ivanovich no le parecía ya ser un hombre tan importante como cuando estaba en la escalinata del hotel Chevalier. Permanecía sentado en una butaca con la cabeza entre las manos de su hermana. Tenía la nariz apretada contra el corsé de María Ivanovna, que le hacía cosquillas, los cabellos revueltos y los ojos llenos de lágrimas, pero se sentía a gusto. Cuando hubo pasado este arrebato de lágrimas producidas por la alegría, María Ivanovna comprendió lo que estaba sucediendo y empezó a examinar a todos detenidamente. En el transcurso del día, cada vez que recordaba cómo habían sido ella y su hermano y en lo que se habían convertido, se representaba todas las desgracias, las alegrías y los amores de entonces, y volvía a repetir : " ¡Qué tonto eres, Pretrusha! ¿Cómo no me has avisado? ¿Por qué no habéis venido directamente a mi casa? Os hubiera alojado aquí. Al menos, comeréis conmigo.

¿Verdad? No te aburrirás, Serguei. He invitado a comer a un joven de Sebastopol, un muchacho muy valiente. ¿Conoces al hijo de Nikolai Mijailovich? Es escritor. Ha escrito algo muy interesante. Yo no lo he leído, pero todos lo alaban mucho, Es un muchacho muy agradable. Lo invitaré también. Chijaiev tenía intención de venir. Es un charlatán, no lo quiero. ¿Ha ido a verte? ¿Has visto a Nikita? Bueno, pero todo eso son tonterías. ¿Qué te propones hacer? ¿Cómo está usted de salud, Natalia? ¿Qué pensáis hacer con este joven y con esta linda muchacha?»

Antes de comer, Natalia Nikolaievna y sus hijos fueron a visitar a una vieja tía. Piotr Ivanovich se quedó solo con su hermana y empezó a exponer sus planes.

—Sonia es ya una muchacha y debe empezar a frecuentar la sociedad, de manera que tendréis que quedaros en Moscú—dijo María Ivanovna.

— ¡Por nada del mundo! …

—Serioja tiene que ingresar en el servicio.

— ¡Por nada del mundo!

— Sigues tan loco como siempre.

Pero, a pesar de todo, María Ivanovna seguía queriendo igual que antes a ese loco.

—Permaneceremos aquí el tiempo necesario ; después iremos a la aldea para que nuestros hijos conozcan aquello.

—Tengo la norma de no meterme en asuntos familiares y de no dar consejos‑replicó María Ivanovna una vez que se hubo tranquilizado—. Pero te diré que un joven debe hacer el servicio militar; eso es lo que he pensado siempre y lo que sigo pensando. En la actualidad estoy más convencida de ello que nunca. No sabes cómo es ahora la juventud de hoy día. Yo la conozco perfectamente. El hijo del príncipe Dimitri se ha echado a perder por completo.

Sus padres tienen la culpa. A mí no me asusta nada, soy una vieja, pero eso no está bien.

María Ivanovna empezó a hablar del Gobierno. Estaba descontenta por la excesiva libertad que reinaba.

—Lo único bueno que han hecho es haberos puesto en libertad.

Piotr Ivanovich trató de defender el Gobierno, pero su hermana no era como Pajtin, no era fácil convencerla. Se acaloró mucho.

—¿Cómo puedes defenderlo? No creo que seas la persona indicada. Veo que sigues tan loco como siempre.

Piotr Ivanovich guardó silencio. Una leve sonrisa dio a entender que no se daba por vencido, pero que no quería discutir con María Ivanovna.

—¿Sonríes? Ya comprendo. No quieres discutir conmigo porque soy una mujer— exclamó esta afectuosamente, mientras miraba a su hermano con una expresión sutil e inteligente, que no podía esperarse de aquel rostro envejecido—. No me convencerás, querido. Voy a cumplir setenta años. Y no he vivido como una tonta, he visto muchas cosas.

Nunca me ha dado por leer vuestros libros ni pienso hacerlo. ¡Dicen tantas tonterías!

—¿Qué le han parecido mis hijos? ¿Qué piensa de Serioja? —preguntó Piotr Ivanovich con la misma sonrisa.

—¡Vaya! ¡Vaya! —contestó María Ivanovna, amenazándole con un gesto—. No desvíes la conversación. Ya hablaremos de tus hijos. Sigues tan loco como siempre, lo veo por tus ojos. Ahora te llevarán en hombros, es la moda. Todos vosotros estáis de moda. Sí, veo por tus ojos que sigues tan loco como antes‑repitió al ver la sonrisa de Piotr Ivanovich—. Te ruego, por los clavos de Cristo. que te alejes de esos liberales de hoy día. Dios sabe lo que están tramando. Eso tiene que acabar mal. De momento, el Gobierno se calla, pero al fin tendrá que sacar las uñas ; recordarás mis palabras. Tengo miedo de que te veas complicado otra vez. Abandona estas cosas ; son tonterías, créeme. Tienes que pensar en tus hijos.

—Se ve que ya no me conoce usted, María Ivanovna.

—Bueno, bueno ; ya veremos si soy la que no te conoce o eres tú mismo quien te desconoces. Me he limitado a decirte lo que tenía sobre el corazón. Si quieres hacerme caso, me parecerá bien. Hablemos de Serioja. ¿Qué carácter tiene?

Hubiera querido decir : «No me ha gustado mucho», pero se limitó a añadir —Se parece a su madre como dos gotas de agua. Sonia me ha encantado… Tiene algo tan agradable, tan abierto, y es tan simpática. ¿Dónde está ahora? ¡Ah! , sí. Se me había olvidado.

—¿Qué quiere que le diga? Sonia será una buena esposa y una buena madre, pero mi Serioja es otra cosa. Es inteligente, muy inteligente, nadie puede negárselo. Ha sido un buen estudiante. Aunque un poco perezoso. Le gustan las ciencias naturales. Hemos tenido suerte, tuvo allí un buen profesor. Ahora quiere ingresar en la Universidad ; le gustaría cursar ciencias naturales, química…

María Ivanovna dejó de escuchar a su hermano en cuanto este nombró las ciencias naturales, y sobre todo la química. Era como si se hubiera entristecido de pronto. Suspiró profundamente y empezó a contestar a sus propios pensamientos, a las ideas que la invadieron al oír esas palabras.

—¡Sí supieras cuánto los compadezco, Petrushka! —exclamó con sincera pena—. Tienen toda la vida por delante. ¡Cuánto han de sufrir aún!

—Esperemos que sean más felices que nosotros.

—¡Dios lo quiera! ¡Dios lo quiera!

Qué penosa es la vida! Debías de hacerme caso, querido, y dejarte de esas cosas. ¡Qué tonto eres, Petrushka! Pero ¡qué tonto! Y ahora, perdóname. Tengo que ir a dar órdenes. He invitado a mucha gente. ¿Qué le voy a dar de comer?

Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название