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Guerra y paz

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Guerra y paz
Название: Guerra y paz
Автор: Tolstoi Leon
Дата добавления: 16 январь 2020
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Guerra y paz читать книгу онлайн

Guerra y paz - читать бесплатно онлайн , автор Tolstoi Leon

Mientras la aristocracia de Moscu y San Petersburgo mantiene una vida opulenta, pero ajena a todo aquello que acontece fuera de su reducido ambito, las tropas napoleonicas, que con su triunfo en Austerlitz dominan Europa, se disponen a conquistar Rusia. Guerra y paz es un clasico de la literatura universal. Tolstoi es, con Dostoievski, el autor mas grande que ha dado la literatura rusa. Guerra y paz se ha traducido pocas veces al espanol y la edicion que presentamos es la mejor traducida y mejor anotada. Reeditamos aqui en un formato mas grande y legible la traduccion de Lydia Kuper, la unica traduccion autentica y fiable del ruso que existe en el mercado espanol. La traduccion de Lain Entralgo se publico hace mas de treinta anos y presenta deficiencias de traduccion. La traduccion de Mondadori se hizo en base a una edicion de Guerra y paz publicada hace unos anos para revender la novela, pero es una edicion que no se hizo a partir del texto canonico, incluso tiene otro final. La edicion de Mario Muchnik contiene unos anexos con un indice de todos los personajes que aparecen en la novela, y otro indice que desglosa el contenido de cada capitulo.

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Un amigo, temiendo que el texto pase del castellano al francés sin cambio tipográfico, me señala que es esencial facilitar la lectura a la gente. Y yo le respondo: de acuerdo, pero no más de lo que la facilitó Tolstói.

Una sola concesión: las cartas, proclamas, ukases, órdenes de batalla o párrafos largos en francés u otras lenguas, esenciales para la continuidad de la lectura, irán en castellano en el texto. (Pero no en cursivas.) Es el caso del primer párrafo de la novela, que irá en castellano salvo las primeras palabras: Eh bien, mon prince (que tampoco van en cursiva).

31 de julio de 2003

Ayer me llamó Arroyo para decirme que tiene el dibujo acabado y que me lo manda por MRW. Única indicación: más vale imprimir sobre una cartulina ahuesada, para evitar un fondo blanco demasiado vacío.

Miguel López se llevó ayer las primeras mil ciento noventa páginas. Las leerá durante agosto y seguramente, me tranquiliza, bastante antes de fin de mes, con tiempo para leer el resto en unos diez días. Por su parte, Elsa Otero me devuelve mañana segundas correcciones hasta la página mil trescientos sesenta y dos. Y Casares, por su lado, me entregará mañana otras cien páginas corregidas “de primeras”. Con lo cual estaremos rayando la página mil quinientos. Por lo que me dice Ricardo, Lydia está ya en la recta final de sus segundas correcciones de las últimas cien páginas, lo cual tiende a confirmar que en la primera quincena de septiembre tendremos todo para ir a imprenta y poner el libro en venta en octubre.

Es un trabajo muy complejo y, me doy cuenta, imposible sin que todos pongan en él el alma. Nadie —salvo yo— habrá trabajado gratis, pero Lydia, al final, no habrá cobrado mucho (aun dándole íntegra la subvención del Ministerio) y los demás habrán cobrado lo que son las tarifas de mercado, que también es poco.

¿Cuánto habrá cobrado Tolstói? Era un hombre rico, pero su “editor”, si mal no recuerdo, era su mujer, a quien le cedió en vida los derechos de su obra.

8 de agosto de 2003

El dibujo de Arroyo es notable. A primera vista parece una graciosa caricatura con cuatro toques de color que aumentan la gracia. Pero con apenas un segundo que uno se detenga en los ojos azules, provoca escalofríos: es una mirada fija, fanática y de espanto, tal vez el espanto de la guerra o, más bien, el clamor severo de un hombre ante la ausencia de moral.

Este retrato de Tolstói tiene además el mérito, en su extremada sencillez, de poder convertirse en lo que los “marketeros” llaman “imagen de marca” (habría que hacer pósters, postales, pañuelos, camisetas, bolígrafos...).

Eduardo ha dejado un espacio por encima del retrato para poner autor y título, algo que yo pensaba no poner en la cubierta. Sin embargo el dibujo, casi vacío si no fuera por esa mirada penetrante, pide ese texto y creo que cederé.

13 de agosto de 2003

Al final del libro se impone una nota de la traductora explicando brevemente su trabajo de cuatro años. He consultado con Lydia y hemos llegado a un texto excelente [véasepágina 1775].

Se ha vuelto un lugar común el no apreciar la calidad literaria del Epílogo de esta novela. Un amigo que sigue este proyecto de cerca me escribe:

No me gusta nada el final. Supongo que al lector incauto que no cierre lentamente el libro con el pensamiento de Nikóleñka tras horas y horas de sentirse arrollado por una lectura que te reconcilia con la literatura, y se adentre en la “paja mental" de Tolstói, poco interesante por otro lado, puede invadirle una sensación de cabreo como me pasó a mí por primera vez con un libro al sentir que me habían robado el disfrute de terminarlo, cerrar los ojos y nada más...

¿No ha habido algún editor que se haya permitido el lujo de eliminar manu militari esta parte o no podrías, al menos, deslizar un aviso a navegantes, desgajarlo de alguna manera del tronco del libro?

Le contesto:

Tu opinión acerca del Epílogo coincide con la de mucha gente. En general, también con la mía, que hago extensiva a toda la obra de Tolstói posterior a Resurrección, un fárrago de consideraciones morales bastante descabelladas nacidas de su descubrimiento del cristianismo primitivo.

Sí, ha habido editores que han castrado el libro, creo que quitándole la segunda parte del Epílogo —puesto que la primera contiene material que prolonga la novela. (Los hay, como Juventud, que simple y llanamente redujeron el libro a la tercera parte, pero a ésos no los llamo editores...)

No es mi intención mejorar a Tolstói: que asuma él sus defectos. Lo que quiero es dar la versión entera 639porque pretendo que mi edición pueda servir de referencia. Ello no obsta para que, como bien me sugieres, introduzca un «aviso para navegantes», y ya veré cómo hacerlo sin entrometerme en la propia obra. Quizás con una nota al final —no al comienzo— del Epílogo. ¡Sería un aviso más bien para náufragos!

Epílogo. Los epílogos suelen ser flecos, generalmente poco relacionados con la obra narrativa misma, bastante parecidos a los prólogos. Su función se asemeja a la de los marcos en las grandes pinturas: sólo sirven para enmarcar.

Lo vuelvo a pensar y me digo que tampoco puedo poner ese “aviso para náufragos”. ¿Acaso me habría atrevido a hacerlo en vida del autor? ¡Ni siquiera habría osado pedirle permiso para ello! De tan claro, Tolstói fue lapidario: “Guerra y pazes lo que el autor ha querido y podido expresar, en la forma en que está expresado”. Como editor, sólo me siento responsable ante el autor. Que hablen los críticos.

8 de septiembre de 2003

Fin. Palabra fatídica. Ricardo di Fonzo me dice que ahora, terminado el trabajo, siente melancolía: “Nos va a faltar Guerra y paz...”. Ya lo creo. Recuerdo que cuando en 1977 acabé la lectura del Quijotele dije por teléfono a un amigo que me sentía muy triste “por la muerte de Alonso Quijano”.

—¡Eso tiene remedio! Vuelves a la primera página y lo vuelves a leer.

Sin duda tenía razón, es la magia de los libros. No lo hice, pero el solo saber que era posible me alegró el día.

Con Guerra y pazla cosa es un poco distinta. Es quizá el libro que más veces leí, y no quiero releerlo ahora mismo, necesito distancia, perspectiva. Me digo que dejaré pasar un año o dos.

Vuelvo a pensar en la segunda parte del Epílogo. Sí, es latosa. Y desde que fue escrita mucha teoría se ha escrito sobre el tema, con lo que ha quedado considerablemente anticuada. No obstante, leída con el cuidado que requiere el trabajo editorial, se comprende que Tolstói no creía que estuviera argumentando una teoría sino, más bien, un punto de vista. Anticipándose a Malraux, escribe abriendo puertas, sugiriendo líneas de exploración. Los hechos que señala son indiscutibles —todo lo que dice sobre las órdenes (que se dan pero no se siguen), sobre la libertad individual y la necesidad histórica, parte de constataciones que me parecen irrefutables, y dejan, eso sí, el trabajo de investigación para quienes lo sigan. Es Malraux avant la lettre.

Se me ocurre que esta segunda parte del Epílogo, con todas sus debilidades, debería ser lectura obligatoria para todo político. Y se le debería agregar Masa y poder, de Canetti, que en muchos aspectos coincide con Tolstói (sobre todo en cuanto a la autonomía de movimiento de la masa). Son lecturas que tienden a relativizar el papel del político profesional, cosa sana si la hay, visto el ensoberbecimiento habitual de esas personas.

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