-->

Diario de la Guerra de Espana

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Diario de la Guerra de Espana, Кольцов Михаил Ефимович-- . Жанр: Историческая проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Diario de la Guerra de Espana
Название: Diario de la Guerra de Espana
Дата добавления: 15 январь 2020
Количество просмотров: 200
Читать онлайн

Diario de la Guerra de Espana читать книгу онлайн

Diario de la Guerra de Espana - читать бесплатно онлайн , автор Кольцов Михаил Ефимович

Esta es la traducci?n castellana de la edici?n definitiva. Koltsov, corresponsal extraordinario de Pravda en Espa?a, fue testigo ocular de los acontecimientos que narra. Estrechamente ligado a la pol?tica contempor?nea del partido comunista ruso y periodista fuera de lo com?n, uni? a una gran valent?a personal dotes pol?ticas y militares excepcionales, una innegable profundidad de an?lisis y una lengua exacta y po?tica. Su papel en Espa?a fue mucho m?s importante que el que se puede esperar de un simple corresponsal de guerra, y sus actividades le situaron en m?s de una ocasi?n en el plano m?s elevado de la acci?n pol?tica. Su maravillosa fuerza descriptiva es patente en los pasajes m?s duros del Diario: la muerte de Lukacs, la conversaci?n con el aviador moribundo, el tanquista herido, el asalto frustrado al Alc?zar... Pero nada supera, sin duda, la maestr?a de los retratos de Koltsov. Su pluma arranca los rasgos esenciales de los nombres m?s significativos del campo republicano: Largo Caballero, Durruti, Alvarez del Vayo, Rojo, Malraux, Garc?a Oliver, Kleber, La Pasionaria, Casares Quiroga, L?ster, Checa, Aguirre, Jos? D?az, junto a gentes de importancia menos se?alada, con frecuencia an?nimas: oficiales, soldados, mujeres, ni?os... Es ?ste, en definitiva, un documento literario y pol?tico de un periodo crucial —1936-1937—, que ayuda no s?lo a revivirlo sino a comprenderlo.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

Перейти на страницу:

La frontera francoespañola se extiende aproximadamente en una longitud de quinientos kilómetros. Empieza aquí, cerca de Perpiñán, en la orilla del mar, se eleva hasta la minúscula República de Andorra, pasa por las nevadas cúspides de los Pirineos Orientales y de los Altos Pirineos, recorre las verdes laderas de los Bajos Pirineos.

Frontera de la paz y de la guerra, de la muelle paz y del estruendo de los cañones. Por la parte media se divide. La mitad oriental pertenece al gobierno español; la occidental está en manos de los facciosos.

Aquí, en esta parte media, dormita el acogedor poblado de Tarbes. Entre las polícromas flores y los famosos vinos de la localidad, en un castillo viejo pero magníficamente conservado, se ha instalado el coronel Lunn, danés, jefe del cordón de control internacional.

Un Estado Mayor numeroso, un auténtico Estado Mayor, por lo menos en apariencia: mapas militares, esquemas, mecanógrafas, ordenanzas, conmutador telefónico, urgentes conversaciones con Londres, con París, con Ginebra, con los puestos fronterizos y con las gendarmerías de campo. El propio coronel Lunn es atento, pero severo, amable con los periodistas, si bien con un elevado concepto de la importancia y de la responsabilidad de su misión. Tiene a disposición suya ciento cincuenta oficiales de quince ejércitos europeos, ¡cuándo y quién pudo mandar semejante constelación castrense, desde los tiempos napoleónicos!

El coronel explica que ha dividido toda la frontera francoespañola en cinco sectores: Perpiñán, Foix, Saint-Gaudens, Tarbes y Pau. Como jefes de los sectores ha nombrado a un oficial sueco, a un noruego, a un finlandés, a un lituano y a un holandés. Dichos oficiales tienen a sus órdenes a los demás controladores militares quienes, a su vez, vigilan a la guardia fronteriza. El trabajo es muy difícil y, naturalmente, no puede cumplirse por entero. Es evidente, considera el coronel, que algunas personas aisladas, algunos voluntarios, pueden cruzar la frontera por la noche —hasta con armas— y entrar en España. Pero el paso de grandes grupos, el envío de convoyes con armas, eso no; el coronel considera que esto ahora es imposible.

¿Son ciertas las declaraciones de muchos periódicos franceses del sur, en el sentido de que en la parte occidental, frente al campo de los facciosos, la frontera se custodia y se vigila con menos rigor, y que la parte oriental, la que corresponde al gobierno de la República española, se vigila con mucha más atención?

El coronel niega semejante posibilidad. Desde luego, es difícil igualar y hasta precisar la pericia y la capacidad de trabajo de los señores oficiales de países distintos que se encuentran en los diversos puestos del control. Pero en lo fundamental, no es como se dice; el coronel responde de que el control se efectúa en consonancia exacta con la posición del comité de Londres... Por lo visto, ateniéndose al mismo estilo londinense, el señor Lunn llama a los facciosos fascistas «nacionalistas españoles».

25 de mayo

En la estación de Bayona dejé la maleta en la consigna, crucé el puente y me dirigí andando a la parte central de la ciudad. Necesitaba encontrar la representación de los vascos. Pregunté a los viandantes, no lo sabían. Por fin uno, con indiferente amabilidad, me dijo: «Diríjase a la avenida del mariscal Foch; allí, ante una gran casa, se ha formado una larga cola. Es allí.» En la avenida de Foch, junto al local de una tienda, forman cola mujeres vestidas de negro. Parecían más pobres, de capas más sencillas del pueblo, que las francesas que por allí pasaban. Se acercaban a dos ventanillas: a una, para recibir el subsidio de refugiados; a la otra, para preguntar por sus maridos e hijos. El representante de los vascos en Bayona, el señor Oruezabala, resultó ser un joven simpático e incapaz. De ningún modo podía ayudarme a llegar a Bilbao, nada dependía de él. No hay dificultad alguna para tomar el avión, aquí existe la compañía Aire pirenaico,hay aviones que hacen el servicio regular entre Bayona y Bilbao. En realidad, no necesitaba otra cosa. Oruezabala se ofreció para mostrarme el camino a las oficinas de Aire pirenaico.Yo empecé a protestar contra tan extraordinaria amabilidad por parte del representante vasco, pero él porfió en su empeño. Por todo resultaba claro que el señor representante se alegraba de encontrar un pretexto para salir y descansar de las lágrimas de refugiados, de la tensión, del pesado rótulo de mármol —como para que dure cien años— con letras doradas: «Delegación del gobierno autónomo del país vasco.»

Durante más de cien años, desde los tiempos de las guerras napoleónicas, la pequeña ciudad ha estado durmiendo, como olvidada por el mundo. No hace mucho sufrió una sacudida, saltó al centro de los chismorreos mundiales: se trataba del escándalo Staviski; fue precisamente aquí, en Bayona, donde tuvo lugar el último y el más grandioso de los sucios negocios del famoso truhán; ahora, es la guerra civil de España con todas sus repercusiones internacionales.

Bayona es el principal cruce de caminos, un punto de observación internacional. Aquí se han aposentado los periodistas, ingleses y americanos, que desde hace diez meses y desde esta ciudad, mandan a sus diarios telegramas acerca del curso de las operaciones militares. Estos corresponsales ni una sola vez han cruzado la frontera: ¡auténticos héroes de su seguridad!

Además del representante de los vascos, está aquí el cónsul del gobierno español. Pero estos dos despachos no son más que minúsculas islitas. Bayona está repleta de fascistas españoles. Son ellos los que definen el estilo de la ciudad —llenan todas las mesitas de los cafés, vociferan en los bulevares, con sus altaneras jetas de degenerados, sus orgullosas cabezas, sus macizas sortijas en los dedos—. Forman grupos ante los quioscos, cogen el periódico recién llegado de San Sebastián y ahí mismo, gritando, sin escrúpulos, lo declaman. El periódico comunica noticias pasmosas, mata, tritura, hace papilla a los republicanos... Revista de la prensa alemana e italiana recién salida, crónica deportiva de Berlín y de Lisboa. La ebria charlatanería del general Queipo de Llano, que ya estomaga y va en la última página. En cambio, en la primera página, en un puesto de honor del periódico, figura la declaración de Trotski de que los días del Kominterny de la Unión Soviética están contados. En la orquesta de la prensa fascista, el fagot chillón de Trotski ejecuta arias cada vez de mayor responsabilidad.

No es casual que los facciosos españoles se encuentren en Bayona como en su propia casa. La ciudad está en manos de las ligas fascistas de Francia. Formalmente, están disueltas; de hecho, aquí son omnipotentes. Todo el suroeste, región de balnearios, de turismo, de extranjeros y de parásitos que los rodean, está cubierto por una tupida red fascista. Aquí los fascistas ocupan los puestos dirigentes, administrativos. En la pequeña ciudad aparecen tres periódicos fascistas. De todos modos, el cuarto periódico, de izquierdas, por su tirada supera a los tres primeros. Es el periódico que leen con agrado los obreros de Bayona, los pescadores y los empleados. El periódico es de oposición, ataca y condena los usos imperantes en la localidad. En efecto, aquí, en Bayona, en Biarritz, no hay modo de creer que en Francia haya un gobierno basado en el Frente Popular. Hasta aquí, su influjo no llega.

Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название