Diario de la Guerra de Espana

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Diario de la Guerra de Espana, Кольцов Михаил Ефимович-- . Жанр: Историческая проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Diario de la Guerra de Espana
Название: Diario de la Guerra de Espana
Дата добавления: 15 январь 2020
Количество просмотров: 204
Читать онлайн

Diario de la Guerra de Espana читать книгу онлайн

Diario de la Guerra de Espana - читать бесплатно онлайн , автор Кольцов Михаил Ефимович

Esta es la traducci?n castellana de la edici?n definitiva. Koltsov, corresponsal extraordinario de Pravda en Espa?a, fue testigo ocular de los acontecimientos que narra. Estrechamente ligado a la pol?tica contempor?nea del partido comunista ruso y periodista fuera de lo com?n, uni? a una gran valent?a personal dotes pol?ticas y militares excepcionales, una innegable profundidad de an?lisis y una lengua exacta y po?tica. Su papel en Espa?a fue mucho m?s importante que el que se puede esperar de un simple corresponsal de guerra, y sus actividades le situaron en m?s de una ocasi?n en el plano m?s elevado de la acci?n pol?tica. Su maravillosa fuerza descriptiva es patente en los pasajes m?s duros del Diario: la muerte de Lukacs, la conversaci?n con el aviador moribundo, el tanquista herido, el asalto frustrado al Alc?zar... Pero nada supera, sin duda, la maestr?a de los retratos de Koltsov. Su pluma arranca los rasgos esenciales de los nombres m?s significativos del campo republicano: Largo Caballero, Durruti, Alvarez del Vayo, Rojo, Malraux, Garc?a Oliver, Kleber, La Pasionaria, Casares Quiroga, L?ster, Checa, Aguirre, Jos? D?az, junto a gentes de importancia menos se?alada, con frecuencia an?nimas: oficiales, soldados, mujeres, ni?os... Es ?ste, en definitiva, un documento literario y pol?tico de un periodo crucial —1936-1937—, que ayuda no s?lo a revivirlo sino a comprenderlo.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

Перейти на страницу:

—Pobres vascos, ¡cuánta correspondencia se me ha amontonado! Medicamentos, gasa para los hospitales, todo está parado, todo espera turno para ser mandado. Los heridos de Bilbao esperan. ¡Haré que Laporte vuele!

—Madame, es magnífico lo que usted dice.

—Venga al atardecer, a eso de las siete. Si antes hay alguna noticia, le mandaré el chófer al hotel.

—¡Madame, es usted una auténtica francesa!

—Oh...

Quise añadir aún muchas otras cosas, pero a la puerta se presentó el noble padre del teatro municipal de Astrajan. Toda su atención estaba dirigida, entonces, hacia mí. El hombre extendió ambas manos, una con el bastón y los guantes, la otra con el sombrero negro.

—¡Monsieur, le he estado buscando en el hotel! El instinto y la experiencia profesional me han encaminado hacia aquí. ¡Le felicito por su dichosa salvación!

Su aspecto era impecable, excepción hecha de la caspa sobre el cuello de la chaqueta negra.

—¿Se refiere a mí, monsieur?

—¡Sí, sí, monsieur, naturalmente que me refiero a usted, precisamente a usted! ¿A quién más puedo referirme? Como representante de la agencia Hayas estoy muy contento de poder felicitar a mi respetable colega por haberse librado de un peligro inmensoy, quizá, de la muerte. Fue verdaderamente la mano del destino la que le hizo llegar con una hora de retraso a la partida del aeroplano, derribado ahora en circunstancias tan trágicas. Creo que una pequeña entrevista sobre las impresiones que ha experimentado usted...

—No he experimentado nada. No he volado a ninguna parte. Usted se ha equivocado, monsieur. Yo no tengo ninguna impresión.

—Monsieur, usted es demasiado modesto. Esto le hace mucho honor, pero a mí, viejo periodista de Bayona, no me libra de la agradable necesidad de fijar en el papel los pensamientos y los sentimientos que han surgido en un colega extranjero en el momento dramático en que él...

—Perdón, monsieur, pero tengo mucha prisa. ¡Hasta la vista, madame, monsieur!

La huida quizá resultó hasta excesivamente precipitada. Pero fue beneficiosa para todos. Para el Aire pirenaico,para mí mismo y para el propio noble padre. ¡Me imagino la reprimenda que el viejo habría recibido de sus jefes si hubiera transmitido por telégrafo mis pensamientos y sentimientos acerca del ataque de los fascistas a un avión civil francés!

27 de mayo

Madame se portó valientemente. Encontró mecánicos y obreros que revisaron el Lokjid y le apretaron las tuercas, buscó a Laporte y le convenció de que hiciera un viaje de ida y vuelta a Bilbao. No sé con qué le embrujó, es posible que con cinco mil francos de premio. Por lo demás, Laporte dijo que no volaba por el dinero —no hay dinero para pagar el peligro a que se expone—. Vuela porque es francés y, como tal, no tiene miedo a nada. Ya que los fascistas han derribado a su camarada de trabajo, por cuestión de principio y en interés de la compañía Aire Pirenaicole sustituye en el puesto. En el avión volaremos yo y la gasa.

Veinte fardos de gasa de ocho kilos cada uno; además, yo: sesenta y cinco kilos; además, una caja con medicamentos: veinte kilos; además, mi maleta: doce kilos. Total, doscientos cincuenta y siete kilos.

Madame me dijo que iría a buscarme personalmente, sin chófer, a las tres de la madrugada al hotel. De allí iremos a presentarnos al oficial finlandés, representante del Comité de no Intervención; de allí, al aeródromo. Hay que emprender el vuelo no más tarde de las cinco de la madrugada, mientras duerme el jefe del campo. ¡No quiera Dios que tenga noticia del vuelo aunque sea media hora antes de partir!

—¿Acaso hacemos algo contra la ley? ¿Acasos/re pirenaicono es una organización legal?

—¡Oh, monsieur! ¡No es ésa la cuestión! El jefe del aeródromo es un fascista, miembro de la liga Cruces de Fuego. Formalmente, no puede ponernos ningún obstáculo, porque nuestra compañía está registrada y posee su patente. Pero hace todo el daño que puede y como puede. Los trabajadores del aeródromo están todos de nuestra parte, simpatizan con la España republicana y nos ayudan. Han comprobado con toda certeza que ha sido el jefe del aeródromo quien ha perdido a Gali. Vive en el mismo aeródromo, y cada vez que el avión de nuestra línea se elevaba con rumbo a Bilbao, la criada del jefe corría al ambigú del aeródromo y allí, desde la cabina, llamaba a Biarritz, a la villa Fragata, residencia del español conde de los Andes. Allí tienen montada una emisora de radio. Los fascistas llamaban a los cazas para que salieran al encuentro de nuestro avión. Varias veces fue posible eludirlos, pero anteayer la señal dio resultado. ¡Canalla, traidor, asesino de aviadores franceses! ¡Y se llama francés!... En el aeródromo se encuentra el denominado Aeroclub Vasco, en realidad escuela de aviación militar para los fascistas. Pero creo que esta vez usted llegará. Este bribón se figura que nos hemos asustado y que no volveremos a volar hacia Bilbao. Hemos explicado la reparación del Lokjid diciendo que hace su viaje a París. A la salida estarán presentes sólo dos obreros. Volará usted sin mecánico de a bordo. Naturalmente, el canalla puede despertarse por el ruido del motor, pero entonces ya será demasiado tarde. No se arriesgará a mandar a la criada en plena noche a llamar por teléfono, además, el ambigú estará cerrado.

—Una pregunta ingenua: ¿acaso no puede llamar sencillamente desde su vivienda?

—No tiene más que teléfono adicional. La telefonista de la centralita es partidaria del Frente Popular, y de noche, por el conmutador sólo da la línea el mecánico de turno. No olvide que, a pesar de todo, estamos en provincias, monsieur.

—No está mal. Pero aún otra pregunta, la última. ¿El representante del Comité de no Intervención, lo sabrá?

—Ya lo sabe. Le he advertido que pasaríamos a verle de noche. No es posible presentarse sin advertirle. Pero no... ino lo creo! Al fin y al cabo, es neutral. Es un oficial del ejército finlandés.

—¿Finlandés?

—Sí, finlandés.

Suspiré casi imperceptiblemente.

—A usted, de todos modos, le parece que...

—¡Usted lee mis pensamientos, madame!

Pasé el resto del día como un turista ocioso. Visité el museo de los vascos franceses y el del pintor Bonnat, natural de la localidad. ¡Bravo por el pintor! Hombre rico, construyó un espléndido edificio, adquirió cuadros de los mejores artistas y lo regaló todo a sus paisanos. Entre los cuadros de los mejores pintores colgó los suyos, muy mediocres. ¡Pero quién va a tomar a mal semejante pequeñez! Los visitantes permanecen largo rato ante las telas de los mejores maestros y también echan una benevolente mirada a las telas de Bonnat.

En un prado, a las afueras de la ciudad, se ha instalado el famoso circo Medrano, con toda su pequeña ciudad de tiendas y furgones. Un excelente domador de fieras, checo, Trubka de apellido, los encantadores payasos Fratellini, conocidos en todo el mundo, el corredor Ladumeg, campeón del mundo. Propaganda ensordecedora, carteles en todo Bayona y en todo Biarritz. El circo da para las dos ciudades tan sólo dos representaciones el sábado y el domingo. Y a pesar de todo, la sala está medio vacía. Un joven de frac presentó al tímido Ladumegy explicó cuáles eran sus méritos. El público respondió con escasos aplausos. El corredor se desprendió de su vestido, se quedó con calzón de deporte y zapatillas de tela e hizo una exhibición de su gimnasia matinal. Los espectadores observaban los ejercicios con indiferencia; entre nosotros, la demostración habría despertado enorme interés, discusiones, críticas, entusiasmo... Luego Ladumeg trepó a una compleja construcción en el interior de una rueda-tambor giratoria. El anunciador explicó cuál es la rapidez con que se mueve el tambor. Esta velocidad es igual a la velocidad récord que vahó a Ladumeg el título de campeón del mundo; de este modo el respetable público, sin salir del circo, presenciará la carrera del estadio cuando se ganó la primacía mundial en carreras. La rueda empezó a girar, el hombre, en su interior, empezó a moverse rápida y acompasadamente. Transcurrió medio minuto, brotó el sudor y al instante, bajo los rayos de los reflectores, pareció que se cubría de laca cada redondez, cada músculo del magnífico cuerpo viril, elegantemente delgado. Rápidas, cada vez más rápidas, corrían las piernas, unas piernas largas, plásticamente enjutas, de forma perfecta; apenas sacudiendo los hombros, dentro de aquel estúpido tambor de hierro, eléctrico, actuaba una máquina animada finísimamente regulada: un hombre. Una divinidad del deporte, con todo su encanto y esplendor, cautiva y encerrada en una jaula. ¡Una ardilla en la rueda! Ladumeg ahora no tiene otro sitio donde actuar, su trabajo deportivo no encuentra apoyo en nadie, no encuentra quien le pague, no es solicitado en Francia. El atleta sólo puede vivir actuando en el circo, corriendo en la rueda. Ladumeg no tienes dónde correr. ¡Corre hacia nuestro país!

Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название