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Cyteen 1 - La Traicion

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Cyteen 1 - La Traicion
Название: Cyteen 1 - La Traicion
Автор: Cherryh C. J.
Дата добавления: 16 январь 2020
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Cyteen 1 - La Traicion - читать бесплатно онлайн , автор Cherryh C. J.
Cyteen es ya un hito en la moderna literatura que trata con amenidad temas trascendentes: la clonaci?n, la funci?n de la herencia y de la educaci?n en el desarrollo de una personalidad, etc. Pero Cyteen es tambi?n una brillante especulaci?n sobre c?mo los mecanismos de la psicog?nesis individual y la manipulaci?n psicol?gica desembocan inevitablemente en la sociog?nesis de la historia. Una idea de alcance parecido a la psicohistoria de Asimov. Sin embargo, Ari Emory (el Hari Seldon de Cherryh) tiene, tal vez, la ventaja de la casi inmortalidad que le ofrece la clonaci?n.«La mejor novela de la autora de La Estaci?n Downbelow y El Orgullo de Chanur, quien ha obtenido tres premios Hugo en los ?ltimos diez a?os.»

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Que lo dejaran caminar era lo último que esperaba. Estaba mareado, le dolían las rodillas y temblaba tanto que le resultaba difícil controlar la direccionalidad del cuerpo.

Destello otra vez. Y Florian...

Por el pasillo hacia la pequeña habitación vacía de psicotest que ya había visto antes. Llegó a la puerta abierta y se detuvo, mareado, desorientado por la sorpresa de que no fuera Giraud Nye quien lo contemplaba desde la mesa. Era un hombre robusto, de cara redonda, que durante un instante su mente insistió en convertir en la forma delgada de Giraud.

No era Giraud.

Era Denys Nye, que se levantaba de la silla con una mirada de preocupación y angustia.

—¿Dónde está Grant? —preguntó Justin—. ¿Dónde está mi padre? ¿Qué está pasando? —La voz se le quebró. Al llegar a la pequeña mesa le temblaron las piernas y se inclinó sobre el mueble ante la cara de Denys—. Tengo derecho a hablar con mi Familia, mierda. ¡Soy un menor!, ¡soy un menor, maldita sea!

—Siéntate —indicó Denys con un gesto—. Siéntate, por favor. Tráiganle algo de beber.

—¡No quiero beber! Quiero que me diga...

—Por favor —insistió Denys con sus modales apaciguadores, apenados, y volvió a pedírselo con la mano—. Por favor, siéntate. Tráiganle algo. Por favor, siéntate.

Justin se dejó caer sobre la silla. Presentía que estaba a punto de echarse a llorar. Apretó la mandíbula y respiró con rapidez hasta que recuperó el control. Y Denys se hundió en su asiento, cruzó las manos sobre la mesa frente a él y lo dejó calmarse mientras uno de los azi traía un vaso y lo dejaba sobre la mesa.

—¿Qué hay en esa bebida?

—Nada. Nada. Pobre muchacho. Maldita sea. ¿Te han dicho lo de Ari?

Eran palabras extrañas. No tenían sentido. Pasaron como un escalofrío a través de sus nervios.

—¿Qué dice de Ari? ¿Dónde está mi padre?

—Ari ha muerto, Justin.

Fue como si el mundo se derrumbara. Durante un momento, todo se desenfocó. De pronto se dio cuenta, como con un golpe, de dónde estaba. Dónde estaba, lo que le estaban haciendo y el silencio que reinaba alrededor.

Muerta. Dicho como si no fuera una muerte natural. Como si...

... ¿un accidente de avión?

... ¿algún loco, en Novgorod?

—Jordan descubrió lo que te estaba haciendo —dijo Denys, más amable que nunca—, y la mató. La encerró en el laboratorio de frío y la mató.

Justin permaneció sentado un momento. No era verdad. No era verdad. Jordan no tenía ni idea de lo que le estaba haciendo Ari. Él lo había ocultado todo. Y Ari no estaba muerta.

Ari no podía estar muerta.

—Jordan lo admite —continuó Denys con su voz tranquila—. Ya sabes que legalmente no pueden hacerle nada. La ley no puede tocarlo, no pueden someterlo a psicotest o a algo parecido. No bajo drogas. El lavado de cerebro queda descartado. Jordie está bien. Está a salvo. Te lo juro.

Justin temblaba. Levantó la taza y derramó parte del contenido mientras se la llevaba a la boca. Volvió a hacerlo cuando la bajó de nuevo. El líquido helado le mojó la rodilla. Las cosas no tenían sentido. No conseguía que la mente le funcionara.

—¿Y Grant? Le prometí que volvería. No volví...

—Grant todavía está en el hospital. Está a salvo. Jordan fue a verlo. Jordan irá a Novgorod esta tarde. Van a hacer un trato para que se vaya de Reseune.

—¡Eso es mentira, mierda!

Estaban empezando a emplear estrategias psicológicas de tensión con él. Lo había previsto. Se levantó con violencia y se encontró cara a cara con los dos azi que se movieron para detenerlo. Se quedó quieto, petrificado. Ellos lo imitaron.

—Muchacho. Justin. Por favor, siéntate. Escúchame.

—¡Ari no ha muerto! —aulló Justin—. ¡Es mentira! ¡Mentira! ¿Qué está tratando de hacerme? ¿Qué está tratando de hacerme ella?

—Dios, muchacho, siéntate. Escúchame. Tu padre no dispone de mucho tiempo. Por favor. ¡Maldito sea mi hermano con su miedo de llevarte al hospital! Mira. Siéntate.

Justin se sentó. No tenía ninguna alternativa. Ellos podían hacerle lo que quisieran.

—Escúchame, Justin. Asuntos Internos estuvo interrogando a Jordie; tu padre le pidió a Giraud que te mantuviera al margen del asunto. No quiere que la historia salga a la luz, ¿entiendes? No quiere que te sometan a psicotest. Giraud les negó el permiso. Directamente. Y Jordan lo apoyó. Pero mi hermanito se fue a la capital y lo dejó todo tal como estaba, y ellos me aseguraron que estabas bien. —Denys suspiró. Se estiró y puso la mano sobre la de Justin, encima de la mesa—. No estás bien. Maldición, el de Giraud no fue el primer psicotest al que te sometieron durante las últimas semanas, ¿no es cierto?

Justin arrancó la mano de debajo de la de Denys.

—¡No me toque!

—¿Quieres un sedante?

—No quiero nada. ¡Quiero salir de aquí! ¡Quiero hablar con mi padre!

—No. No quieres eso. No en ese tono de voz. ¿No lo entiendes? El se va. No volverá.

Justin lo miró fijamente. No volverá...

—El Concejo elaboró un plan —explicó Denys— para darle una instalación en Planys. No podrá viajar. No podrá hablarte por teléfono durante un tiempo. No quiero que lo pongas nervioso, hijo. Tiene que enfrentarse a una audiencia del Concejo mañana. Tiene que ir sereno. ¿Me oyes? Es muy importante.

Era verdad.

Había sucedido. Justin observó los ojos preocupados de Denys Nye con la sensación de que el mundo se había convertido en un caos y que iba a salir de él bajo una forma nueva y terrible que no incluiría a nadie que él amara.

—¿Quieres el sedante? Nada de trucos, Justin. Te lo juro. Sólo para que puedas descansar antes de hablar con él.

Justin tembló. Y se controló.

—No —dijo—. Quiero vestirme. Quiero asearme.

—Claro. —Denys le palmeó la mano—. Puedes usar la ducha del pasillo. Les dije que te trajeran la ropa. Justin asintió.

—Voy a hacer que Petros te examine.

—No.

—Cuando termines con esto. Cuando te sientas seguro de que todo está bien. Nadie te va a tocar, Justin. Ya has sufrido bastante, por Dios. ¿Tienes destellos?

La pregunta disparó uno. O el recuerdo, simplemente. Eso le avergonzó. Como una parte oscura y retorcida de sí mismo que siempre se parecía mucho a Ari. Que había aprendido que los actos de Ari eran buenos, mierda. Nunca permitiría que un técnico psíquico revolviera esa parte. Nunca querría que Jordan lo supiera, nunca querría que en su rostro se reflejara lo que ocurría en el lado oscuro de su mente. Y tal vez todos lo sabían.

Ari había dicho que tenía imágenes, y si Ari estaba muerta, los investigadores de la Casa las tenían. Lo tenían todo.

La única dignidad que le quedaba era dejar de notar que los demás lo sabían o admitir la verdad ante ellos.

—Escúchame, hijo. —La mano de Denys volvió a cerrarse sobre la suya. Era suave y cálida, y cualquier contacto humano le afectaba ahora terriblemente—. Hijo, no puedo disculpar a Ari por lo que hizo. Pero había otras cosas en ella...

El se apartó.

Comprendió que Denys sabía lo que estaba pasando. Vio el pensamiento en los ojos de Denys y trató de no ruborizarse.

—... además de lo que tú quieres creer —terminó Denys—. Yo lo sé. Oye. Óyeme. Fíjate bien en esto, ¿de acuerdo?

—Bien. Le sigo.

—Buen muchacho. Oye ahora. Jordie está encubriendo todo el asunto, por nosotros y por ti. Está mintiendo a la prensa y al Concejo. Les dice que lo hizo porque Ari no quería concederle el permiso. Les da todas las razones del mundo excepto la verdadera, y ellos no pueden someterlo a psicotest. Tienes que entender, Justin, tú eres... eres él, tanto como eres su hijo. Eso da mayor importancia a cualquier cosa que haya pasado entre tú y Ari. Y eso lo llevó, lo llevó al límite. Era un asunto muy antiguo entre él y Ari. Él entiende lo que te pasó. Sí. Supongo que me comprendes. Y te ama mucho. Pero parte de eso es su propio orgullo. ¿Entiendes? Los que trabajamos entre estas paredes sabemos lo retorcido y complicado que puede ser el amor de un padre o de una madre, y ella lo empujó demasiado, lo provocó demasiado. Todo lo que él ama ha desaparecido, excepto tú. Y tú puedes llevarte lo que le queda si vas a verlo con las emociones a flor de piel. Quiero que te controles. Que se vaya tranquilo. Que vea a su hijo en buen estado. Por él.

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