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Cyteen 1 - La Traicion

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Cyteen 1 - La Traicion
Название: Cyteen 1 - La Traicion
Автор: Cherryh C. J.
Дата добавления: 16 январь 2020
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Cyteen 1 - La Traicion - читать бесплатно онлайн , автор Cherryh C. J.
Cyteen es ya un hito en la moderna literatura que trata con amenidad temas trascendentes: la clonaci?n, la funci?n de la herencia y de la educaci?n en el desarrollo de una personalidad, etc. Pero Cyteen es tambi?n una brillante especulaci?n sobre c?mo los mecanismos de la psicog?nesis individual y la manipulaci?n psicol?gica desembocan inevitablemente en la sociog?nesis de la historia. Una idea de alcance parecido a la psicohistoria de Asimov. Sin embargo, Ari Emory (el Hari Seldon de Cherryh) tiene, tal vez, la ventaja de la casi inmortalidad que le ofrece la clonaci?n.«La mejor novela de la autora de La Estaci?n Downbelow y El Orgullo de Chanur, quien ha obtenido tres premios Hugo en los ?ltimos diez a?os.»

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—Sí, ser —dijo Justin después de un momento, porque tenía que decir algo. Lo más peligroso del mundo era empezar aconfiar en Yanni Schwartz, o creer que los indicadores que señalaban un movimiento barranco abajo eran sólo un problema en el sistema.

—Vamos. Tranquilo. Vete. Vete de aquí.

—Sí, ser. —Se levantó de la silla y salió por la puerta junto a Marge sin dirigirle una sola mirada y avanzó por el pasillo en una especie de terror obnubilado mientras pensaba que Seguridad estaba metida en aquello, que en la forma en que generalmente le hacían bajar la guardia y después la pegaban con más fuerza tal vez descubriría que algo le había pasado a Grant, era lo más inmediato en que podía pensar, y lo peor.

Pero Grant estaba donde lo había dejado. Grant lo esperaba en la puerta, preocupado.

—Yanni ha sido muy amable —dijo él. La diminuta oficina, llena de papeles, le parecía cerrada, claustrofóbica—. Vamos a tomar una taza de café. —No importaba que tuvieran trabajo en la oficina. Necesitaba tener espacio a su alrededor, oír el ruido normal, tranquilo de los seres humanos de la cafetería del Ala Norte.

Sí no cumplían el horario de trabajo, si se salían de lo establecido, tal vez lo utilizarían para someterlos a otra sesión con Giraud. Nada era seguro. Cualquier cosa podía ser invadida. Era el tipo de terror que dejaba un psicotest profundo. Debería estar tomando trank. Pero no lo quería, no, no.

Le contó a Grant la conversación que había tenido con Yanni. Mientras tomaban café en el restaurante. Grant escuchó en silencio y dijo:

—Ya era hora. Ya era hora de que entraran en razón.

—¿Te crees todo eso? —preguntó Justin a Grant. Desesperadamente, porque siempre había creído en la capacidad de Grant para distinguir lo verdadero de lo falso. Tenía miedo de que al final Grant le fallara y le dijera sí, créeles, confía en ellos. Era lo que parecía, desde el punto de vista cuerdo que todavía le quedaba.

—No —dijo Grant, levantando las cejas un poquito—. No más que ayer. Pero creo que Yanni es sincero. Creo que está empezando a sospechar lo que puedes llegar a ser y lo que pueden perder con tanta preocupación por la joven Ari. Ésa es la idea que tal vez le sugirió a Denys. Si llega a Denys, tal vez llegue a Giraud. No. Escúchame. Estoy hablando en serio.

—Mierda, Grant... —Justin estaba al borde de las lágrimas, completamente aterrorizado—. Todo esto se me está escapando de las manos. Estoy muy, muy abierto, incluso totalmente abierto. No me confundas.

—Voy a decirte una cosa y terminaré rápido. Si esta idea les llega de Yanni, es totalmente lógico que quieran ayudar. No digo que sean diferentes. Digo que tal vez haya algunos cambios. Por Dios, tómalo con calma, tómalo con calma, no trates de entender todo lo que hacen retrospectivamente, no trates de entenderlos en absoluto durante unos días. ¿Quieres que hable con Yanni?

—¡No!

—Tranquilo, de acuerdo, de acuerdo.

—Mierda, ¡no me trates como a un bebé!

—Ah, sí que estamos irritados. Tómate el café. Estás bien, muy bien, pero contrólate un poco, ¿quieres? Yanni se volvió loco, tú estás bien, yo estoy bien, Administración está al borde del abismo, no sé lo que ha cambiado.

Se rió, se secó los ojos furtivamente y tomó un sorbo de café medio frío.

—Dios, no sé si podré soportarlo.

—Tranquilo, tranquilo. Poco a poco. Terminaremos temprano hoy y nos iremos a casa. ¿De acuerdo?

—Quiero que estemos cerca de testigos.

—En la oficina, entonces.

—En la oficina. —Justin respiró y consiguió devolver el pulso al ritmo normal.

Y compró un póster holo en la tienda de la esquina, mientras volvían, para la pared de la oficina que estaba sobre su escritorio.

Grant levantó la ceja, lo miró mientras él hacía que le controlaran la tarjeta de crédito.

Era un avión volando sobre las tierras vírgenes. Decía: VUELE EN LÍNEAS AÉREAS RESEUNE.

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