El Evangelio De Gur? Nanak
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Todas y cada una de ellas estaban versadas en un arte o conjuro especial. Una vino montada en un árbol, otra en una piel de ciervo. Otra se presentó sobre la Luna, y otra acompañada de un tigre. Los tambores resonaron y todas comenzaron a practicar sus hechizos y sortilegios.
Cuando el Baba vio a Mardana atado, se rió abiertamente y le dijo:
– Mardana, pronuncia el Nombre, inclina tu cabeza y toma tu cítara.
Mardana se inclinó y las ataduras se rompieron. Y tomando su cítara acompañó con sus notas la dulce voz del Maestro.
Terminada la canción, ni una sola palabra fue dicha.
En esto llegó Nur Shahi con sus mejores discípulas montada en un carro de papel, y comenzó a recitar sus mantras y exorcismos.
Y Nanak exclamó: "Bravo, bravo". Finalmente Nur Shahi se cansó de aplicar sus encantamientos, que no causaban el menor efecto y avergonzada por su fracaso guardó silencio.
Los músicos reales comenzaron a batir sus tambores, y al son del laúd, la flauta y la cítara, las brujas empezaron a danzar y a cantar. Bailaron la danza de las llamas y la danza de las espadas y las lanzas; bailaron la danza de las estrellas y la danza del espacio, y por último la danza de las flores al viento.
Nur Shahi se dijo: "Le engañaré con la Maya ".
Y trajo ante él los más costosos y preciosos objetos: perlas de Malasia, joyas, oro, plata, coral, alcánfor, riquísimas vestiduras de seda y gasa; todo lo que en el mundo existía lo
colocó delante de él y trató de incitarle a que deseara algo.
Pero Guru Nanak por toda contestación ordenó a Mardana que tocase su instrumento y comenzó esta bellísima canción:
Después de que hubo terminado, aquélla se arrojó a sus pies, y exclamando:
– ¿Cómo alcanzaremos la salvación, oh Rey de Reyes?
Nanak contestó:
– Pronuncia el Nombre en tu interior y vuestras vidas serán salvadas.
y la reina maga, junto con todas sus hechiceras, se postraron a sus pies, abandonaron sus malvadas prácticas y se volvieron devotas del Santo Nombre.
CAPITULO XIV
Después de haber dejado el país de las brujas, el Baba y Mardana en su incesante peregrinar llegaron a una gran extensión de arena donde se sentaron a descansar.
Y Kali Yuga, habiendo tomado forma visible, vino a aterrorizarle.
Una tormenta se desencadenó y un violento torbellino de ramas, arena y polvo se levantó como fieramente empujado por una escoba gigantesca.
Mardana se asustó mucho y cayó al suelo cubriendo su cabeza con las manos.
Nanak le ordenó:
– Mardana, levántate, siéntate y toca tu cítara; no tengas miedo.
Y el Baba cantó este son:
Después Kali Yuga, asumiendo la forma de Daitya, se acercó; su cabeza tocaba las nubes y sus pasos hacían temblar la tierra. A medida que se iba acercando, su tamaño disminuía, y dirigiéndose a Nanak le dijo:
– Señor, puedes pedirme lo que quieras, todo mi reino es tuyo.
– ¿Qué es lo que tienes? -le preguntó el Guru.
Y éste propuso:
– Tengo todo; si tú me lo ordenas, te construiré un palacio de perlas, lo adornaré con gemas y rubíes y lo rociaré con polvo de sándalo y madera de zábila.
Guro Nanak entonces recitó este son:
Y Kali Yuga insistió:
– Te convertiré en un gran sultán y ejercerás soberanía sobre todos los reinos del mundo.
Y Guru Nanak le contestó:
Luego Kali- Yuga caminó alrededor de Nanak en señal de adoración, se postró a sus pies y dijo:
– Señor, ¿ cómo puedo alcanzar la salvación?
Y el Baba contestó:
– Aquel que se convierte en mi discípulo, por su devoción, hacia mí obtendrá la salvación.
Y Kali-Yuga cayó de nuevo a sus pies y fue despedido por el Baba.
CAPITULO XV
El Guru y Mardana continuaron su peregrinar; llegaron a una ciudad de hormigas. Todo lo que su vista alcanzaba era negro, los arboles, la maleza y el suelo.
Cuando Mardana vio esto se asustó y dijo:
– ¡Señor, partamos de aquí! Nunca he visto una cosa tan grande y negra. ¡Huyamos de ella!
El Guru Baba replicó:
– Este es el reino de las hormigas; si alguna serpiente deja sus huevos abandonados, incluso si un joven cachorro extraviado cae aquí, al instante perecerá; pero no temas, ninguna hormiga se acercará a ti.
– Señor, ¿alguien vino a este lugar alguna vez?
– Mardana, un día un Raja pasaba por estos parajes. Con un ejército de cincuenta y dos huestes completas marchaba a hacer la guerra contra el Raja de otro país.
"Una hormiga le salió al encuentro y le invitó:
"-Oh Raja, quédate aquí, no prosigas tu camino.
"El Raja le contestó:
"- ¿Cuál es tu deseo?
"-Mi deseo es que partas después de haber comido mi pan -repuso la hormiga.
"-Soy el rey de cincuenta y dos armadas completas, ¿por qué he de comer tu pan? -le respondió el Raja airado.
"Si te niegas, deberás enfrentarte conmigo -le dijo ésta.
" Bien, sea así -contesto aquél.
– Oh Mardana, el Raja, tomando sus cincuenta y dos armadas, comenzó a luchar contra las hormigas. La reina de éstas les ordenó que llenasen su boca con veneno del árbol de
Piyal; y cada uno de los que fueron picados perecieron… Sólo el Raja permaneció con vida. Y entonces aquella hormiga se presentó ante él y le dijo: "Oh Raja, ¿ahora escucharás mi palabra y aceptarás mi pan?".
"El Raja, con sus manos unidas, asintió humildemente.
"Y entonces esa hormiga ordenó a las demás que fuesen a buscar néctar.
"En las regiones inferiores hay siete lagunas de néctar. Las hormigas fueron, llenaron su boca con él y lo trajeron de vuelta.
"Y aplicándolo a los hombres del rey les devolvieron a la vida. Y el Raja con sus cincuenta y dos armadas completas se sentó a comer el pan ofrecido. Cuando tomó un mendrugo en su mano notó que estaba frío y duro. Miró el maíz dado a sus caballos y vio que estaba mordisqueado. Y dirigiéndose a la hormiga le preguntó:
"- ¿Cómo es que el pan está frío y el maíz semi-molido?
" Aquélla respondió:
"-Oh Rey, hace algún tiempo otro Raja estuvo aquí; lo que él y su ejército dejaron sobrante a ti te lo he servido.
"Cuando el rey se alejaba, pensó:
"-De igual forma nos comportamos los Rajas.
Su orgullo había sido humillado y abandonando sus belicosas intenciones retornó a su reino.
Y el Baba concluyó su bella historia cantando esta canción:
Entonces Mardana se postró a sus pies.
CAPITULO XVI
El Guru Baba y su amigo arribaron al país de Cachemira.
En ese tiempo el Raja del reino, por nombre Samudar, había muerto. Su esqueleto había quedado sin quemar en la pira, tan sólo su carne se consumió. Los astrólogos de palacio sentenciaron:
– Este monarca alguna vez dijo una mentira, por eso su alma se ha encontrado con dificultades.
La gente de este país decía siempre la verdad. Y añadieron:
– Nuestro Raja se liberará cuando el pie de un santo le toque.
El camino al país fue cerrado, sólo una puerta permaneció abierta para que si por suerte llegaba un faquir fuera por ella conducido adentro.
En ese tiempo Nanak y Mardana llegaron a la ciudad.
Acercándose a la pira, el Baba puso su pie en el esqueleto y éste al instante se convirtió en cenizas; el Raja había sido liberado.