Shanna

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Shanna
Название: Shanna
Автор: Woodiwiss Kathleen
Дата добавления: 16 январь 2020
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Shanna читать книгу онлайн

Shanna - читать бесплатно онлайн , автор Woodiwiss Kathleen

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Entró al comedor donde había estado trabajando y se sentó sobre el borde de la mesa. Una lámpara de aceite colgaba por medio de una cadena y a su luz él miró sin ver los los papeles y bocetos dispersos sobre la mesa. Aun así, Shanna estaba demasiado presente en su mente para dejado libre.

Lentamente, Ruark sintió una presencia en la habitación y levantó la vista para descubrir la sombra de una mujer isleña. Estaba apoyada silenciosamente contra la puerta. Con fluidos movimientos, la mujer se adelantó hacia la luz y Ruark se puso rápidamente de pie al reconocer a Shanna. Arrojó la pluma sobre la mesa, sin decir palabras fue hasta el aparador y sirvió una copa de Madeira. Volvió junto a ella, le ofreció la copa y no se atrevió a tocada. ¿Era esto otro sueño que se disolvería si él estiraba una mano para tomada?

Shanna tomó la copa con las dos manos y bebió mientras lo miraba a la cara con sus suaves ojos verdes. Shanna dejó la copa y bajó la vista mientras la confusión le llenaba la mente. No podía encontrar palabras para romper el silencio. Ruark estiró una mano y gentilmente le quitó el pañuelo de la cabeza, soltó las trenzas largas y gruesas y las dejó caer libremente sobre los hombros suaves y blancos. Después sopló la lámpara de aceite. Los labios de Shanna se entreabrieron en un gemido silencioso cuando él la rodeó con los brazos y la atrajo contra su pecho. La besó en la boca, probó la suavidad de sus labios, jugó con la lengua e insistió hasta que ella le rodeó el cuello con los brazos. Se inclinó levemente, le pasó un brazo debajo de las rodillas y la levantó del suelo. Shanna soltó un suspiro y apoyó la cabeza en el hombro de él. Ruark cruzó rápidamente las habitaciones hasta que llegó al dormitorio suavemente iluminado donde, sin detenerse, se volvió y cayó de espaldas a través de la cama, teniéndola a Shanna todavía abrazada. Entonces ella se incorporó apoyándose en un codo y lo miró a la cara, maravillada. Ruark volvió a besada, trazó con sus labios una huella ardiente en el cuello de ella y llegó al hombro desnudo. Mentalmente, Shanna quería apartarse de ese contacto pero.su mente tropezó y cayó bajo las insistentes caricias de él. Shanna se incorporó ligeramente y sacudió la cabeza hasta que su cabello formó un dosel resplandeciente sobre sus caras. Luego descendió, sin dejar de mirar esos hambrientos ojos dorados, y lo besó en la boca, lentamente, ardorosamente, mientras las puntas calientes de sus senos rozaban el pecho de él. Ruark llevó sus manos a la cintura de ella y la falda cayó. Un tirón al lazo de la blusa y la prenda cayó de los hombros. Como una gata salvaje, Shanna se puso de rodillas sobre él, tentándolo con un beso, con una íntima caricia, hasta que Ruark rodó hasta ponerla debajo de él. Entonces, con feroz y desnudo abandono, la poseyó, haciéndola remontar a alturas alucinante s y vertiginosas.

Emergiendo de las profundidades del sueño, Ruark despertó como de un trance y por un momento fugaz temió que todo hubiera sido un sueño. Pero entonces sintió el cuerpo suave y tibio entrelazado con el suyo y se relajó sobre la almohada. El recuerdo de la pasión de Shanna avivó los fuegos de su mente. Ella lo había provocado como una zorra, lo había tentado con su suavidad, había hecho el amor abiertamente con el como si fuera su amada esposa. El efecto sobre él era total y completo, devastador cuando el desearla lo llevaba solamente a la frustración y la agonía de cuerpo y mente, hermoso cuando se unían en el amor y ella era de él, por un momento, por un espacio. La fragancia de su perfume llenaba su cerebro y su cuerpo bellamente curvado se acurrucaba contra él, con un muslo tibio y suave descansando despreocupadamente entre los suyos y un brazo sobre su pecho. Ella se apretó más contra él y su aliento le hizo cosquillas en el cuello. Lo tocó allí con los labios y cuando él la miró ella le devolvió la mirada con ojos sonrientes.

Sus labios volvieron a encontrarse una y otra vez, como si cada beso fuera más dulce que el anterior. Se apartaron y en seguida volvieron a unirse con un ardor que los fundió en un solo ser, cada uno olvidado de todo lo que no fuera el otro. Todo 10 sucedido antes desapareció en el resplandor de la unión.

Un relámpago surcó él cielo de ébano y gotas de lluvia golpearon las hojas de los árboles fuera de la ventana. Brisas errantes trajeron el fresco olor de la tormenta que llenó la habitación. ambos estaban despiertos pero silenciosos y algo intimidados por la felicidad que juntos habían disfrutado. Shanna seguía acurrucada en los brazos de Ruark. Le pasó un dedo por el borde de la oreja.

– Debo pedirte que te marches antes que mi padre se entere -dijo ella quedamente-. Hergus teme que eso sucederá.

Ruark rió por lo bajo.

– ¿Y debo marchame, simplemente? Palabra, esa mujer debe de estar ciega, o hubiera visto cómo me has embrujado.

Shanna se volvió para contemplar el juego de los relámpagos a través de la amplia extensión de aterciopelada oscuridad. Era extraña la fuerte sensación de seguridad que sentía aquí con Ruark mientras la tormenta envolvía al mundo más allá de las ventanas. Ella siempre había dormido sola y de niña solía asustarse de las tormentas y los rayos y relámpagos que iluminaban fantasmagóricamente su habitación. En más de una ocasión había huido aterrorizada a la seguridad del dormitorio de sus padres, muy próximo al de ella. Ahora, con la tormenta rugiendo afuera, no podía decidirse a separarse de esos brazos que la rodeaban, reconfortantes.

Ruark le acarició suavemente el cabello. Shanna cerró los ojos, bañada en la paz de su dicha.

Se le escapó un largo suspiro. -Creo que tengo que irme antes que empeore la tormenta.

Ruark le rozó la sien con los labios y la besó en la mejilla. -Quédate hasta que amanezca-dijo contra su oído- y para entonces habrá pasado. Déjame tenerte en mis brazos unas pocas horas más.

Shanna se volvió de modo que su boca encontró la de él y empezaron a besarse con creciente ardor.

– Pero tú necesitas descansar -dijo ella-. ¿Qué sucederá mañana? Tienes que trabajar.

– Me las arreglaré. -La boca de él se volvió insistente-. ¿Te quedarás?

Shanna asintió ligeramente y su voz fue apagada por los besos de él.

– Sí -dijo-, hasta el amanecer.

La tormenta rugía contra la ventana y juntos miraron cómo los cielos bailaban sus relampagueantes danzas y pequeñas estrellas aparecían entre las nubes que corrían enloquecidas.

El carillón del reloj del hall dio las cuatro y Ruark se despert6 completamente, consciente de que Shanna yacía enroscada a su lado, profundamente dormida. La besó suavemente y la despertó diciendo su nombre. Ella gimió soñolienta y le rodeó el cuello con un brazo. El acarició con su boca los labios levemente entreabiertos y murmuró roncamente:

– Vamos, amor mío. No hay más remedio. Yo te llevaré de regreso.

Ruark buscó en la oscuridad, encontró pedernal y yesca y encendió una vela que iluminó la habitación. Se levantó y recogió del suelo las ropas de ella. Shanna se cubrió cuidadosamente con la sábana y evitó mirarlo a los ojos cuando él le alcanzó sus ropas.

– ¿Te pondrás los calzones? -preguntó ella suavemente, mirando recatadamente sus manos enlazadas en su regazo. Le dirigió una mirada rápida y furtiva y se alzó de hombros ante la expresión de interrogación

de él-. Te ves tan desnudo así… No me parece que seas muy modesto. Eres… eres tan despreocupado acerca de todo eso.

Ruark la miró con expresión dubitativa. ¿Llegaría a entenderla alguna vez? Pero cedió y se puso los calzones.

– Como debes recordar -dijo él mientras se ajustaba el cinturón- es muy difícil hacer el amor completamente vestido y yo prefiero hacerlo en forma más íntima. Me temo que tendrás que acostumbrarte a verme en cueros. Solamente una novia reciente puede manifestar tanto recato.

Ella lo miró con sus ojos verdes muy dilatados. – ¿No pensarás que esto puede continuar? -dijo. Ruark la miró ceñudo.

– ¿Y por qué, señora mía, debería pensar lo contrario? -replicó.

Shanna se puso abruptamente de pie, dejó caer la sábana al suelo y empezó a vestirse, indiferente a su propia desnudez y el efecto que la misma tenía en Ruark.

– Esto… anoche… pues, sucedió -insistió Shanna enfáticamente-. No debe continuar, por tu bien como por el mío. ¿No te conformas con que el pacto haya sido cumplido? ¿Tienes que ser un canalla que nunca queda conforme? Si fueras un caballero…

El estallido de risa de Ruark cortó abruptamente el torrente de palabras y Shanna se volvió con los ojos llenos de indignación.

– Qué rápidamente me castigas, como si te lo hubieras propuesto con empecinamiento. Difícilmente puedes culparme de todo lo que sucedió anoche, Shanna. Y ahí estás, hermosa, tentadora, desnuda. Y

me regañas por mirarte. Mujer veleidosa -bromeó Ruark-, me provocas y me rechazas como a todos esos hombres a los que has atrapado con tus lazos de seda.

– ¡Oh! ¡Ooohhhh! -exclamó Shanna furiosa y se puso apresuradamente la ropa-. ¡Eres despreciable!

– ¿De veras lo crees? -Ruark la tomó en brazos, la besó en el cabello, en la mejilla y en la boca. La llevó nuevamente a la cama y su boca descendió donde la blusa dejaba desnudas las curvas superiores del

pecho y después más abajo, aventurándose en los pezones. Shanna contuvo el aliento y los fuegos de la pasión empezaron a arder otra vez en su interior. Un contacto, un beso, una mirada y él podía dominarla.

¿Qué locura era ésta?

– Tu corazón late demasiado de prisa para que puedas decir que no tienes interés en mí, amor mío.

A Shanna le temblaron los labios y él los cubrió con los suyos. -Prométeme que vendrás más tarde -pidió él.

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