Shanna

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Shanna
Название: Shanna
Автор: Woodiwiss Kathleen
Дата добавления: 16 январь 2020
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Shanna читать книгу онлайн

Shanna - читать бесплатно онлайн , автор Woodiwiss Kathleen

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– ¿Halagarla demasiado, señora? En mi vida he hablado más en serio -declaró el hombre con vehemencia. Tomó una copa de champaña de la bandeja que le ofrecía un criado y la ofreció a Shanna con una leve reverencia-. Señora, usted hace que la gloria de los cielos empalidezca en comparación con su hermosura.

Shanna siguió coqueteando. Su risa tenía una suave dulzura que hechizaba a los hombres. Se mostraba alegre y encantadora pero limitó casi todo, su flirteo a los españoles porque ellos se marcharían pronto y ella no se vería fastidiada mucho tiempo con atenciones no deseadas. La cena fue servida y Ruark se sentó al lado de su padre, en el otro extremo de la mesa y lejos de ella.

Cuando volvieron al salón Shanna quedó un momento sola y recorrió lentamente con la mirada la habitación. Pitney y su padre se habían instalado en un rincón y discutían sobre el tablero de ajedrez que habían dejado la noche anterior. Allí cerca vio a Ralston quien, como era su costumbre, estaba solo. El agente la saludó con la cabeza y ella respondió con una sonrisa helada. Bebió un sorbo de su copa de Madeira y en seguida, tan súbitamente que le produjo un sobresalto, su mirada se encontró con la de Ruark. El la miraba fijamente entre- los hombros de dos hombres que discutían delante de él y ella comprendió que había estado observándola largo tiempo. Ahora sintió se casi desnuda ante los ojos hambrientos de él. Aunque Ruark no dijo una palabra, Shanna oyó sus pensamientos como si él se los hubiera gritado desde el otro extremo del salón.

¡Señor! Shanna le volvió la espalda y vació su copa de un golpe. Le temblaba la mano cuando dejó la copa en una mesa cercana. Súbitamente el salón le pareció atestado, sofocante, y empezó a sentirse mareada. Su buen humor desapareció y le vino la urgente necesidad de estar un momento a solas para ordenar sus pensamientos. El choque de esa mirada dorada y el mensaje que la misma transmitía la había dejado atontada y con la mente llena de confusión. Sintió un cosquilleo en sus pechos y dolor en los riñones, pero su mente se apartó horrorizada de las atrevidas e inequívocas urgencias de su cuerpo.

Fue como si se viera a sí misma desde lejos. La hermosa mujer, pálida pero serena, pasó entre la multitud respondiendo saludos y de alguna forma logró llegar a un rincón solitario de la veranda.

– Maldito bastando -murmuró entre dientes. Apretó fuertemente los puños, se apoyó en la barandilla y aspiró profundamente-. Viene a mí desde mil direcciones a la vez. ¡ Yo lo aplasto aquí y aparece triplicado allá! ¡ Sólo es un hombre! ¡Un hombre! ¡ Un hombre! -repitió, golpeando la barandilla con el puño.

Tratando de recobrar su serenidad, Shanna respiró profundamente varias veces. Consiguió tranquilizarse un poco y renovó su determinación de regresar y divertirse pese a él. Se volvió, dio un paso… y casi gritó.

– ¡El estaba allí! Apoyado tranquilamente. en una columna, y sonriéndole. Todo. el coraje que ella había logrado reunir se desmoronó en un instante.

– ¡Aléjate de mí! -sollozó Shanna-. ¡Déjame en paz!

Se llevó la mano a los labios y huyó. Pasó raudamente junto a Jasón y subió la escalera sin detenerse hasta que estuvo segura en su habitación.

Su dormitorio estaba caliente. Se quitó el vestido y se puso una ligera camisa. Enjugó la transpiración de su labio superior y se sentó en el borde de la cama, tratando de aquietar el temblor que le sacudía todo el cuerpo. Pero había algo de lo que no podía librarse: ella sabía lo que quería y sentía en su vientre la palpitación de ese deseo.

La noche quedó extrañamente silenciosa. Los sonidos de la reunión fueron disminuyendo hasta que se retiró el último de los invitados. El dormitorio de Shanna estaba sofocante y parecía cerrarse a su alrededor.

Shanna se levantó de la cama, sopló la vela y empezó a pasearse en la oscuridad, decidida a pensar en cualquier cosa menos en Ruark.

¡Attila! ¡Cabalgar sobre su lomo! ¡Correr veloz como el viento! ¡Attila! ¡Un silbido agudo y penetrante! ¡Ruark! Furiosa, Shanna agitó la cabeza y probó otra vez.

¡El mar! ¡Flotar sobre las olas! ¡Zambullirse para observar a los peces! ¡Caminar por la playa! Arena tibia y suave bajo sus pies. ¡Una silueta sobre el acantilado! ¡Ruark!

¡Un paseo en el carruaje de su padre! ¡Ruark!

Shanna cerró fuertemente los ojos y se llevó los puños a las sienes. ¡ En todas partes estaba Ruark!

Pero no aquí. Ahora estaba a salvo. Shanna se relajó, suspiró y abrió.os ojos. Salió de su habitación

a la terraza. El viento estaba más fresco y densas nubes pasaban delante de la cara de la luna. Un ancho halo brillaba alrededor del disco de plata, seguro indicio de lluvia inminente. Shanna se apoyó en la balaustrada y miró hacia abajo, un árbol por vez, aguardando hasta que la luna los iba iluminando uno por uno. Pero no había nadie.allí-. Ningún tronco ocultaba la silueta de un hombre.

¡Súbitamente; Shanna se puso rígida al darse cuenta de que estaba buscando a Ruark! El nombre pasó por su mente como un relámpago. Se puso furiosa por tener tan poco control sobre sus pensamientos.

Entró nuevamente y se arrojó sobre la cama. Se cubrió la frente con un brazo y cerró fuertemente los ojos, decidida a dormirse. Pero ya había saboreado el más dulce de los néctares; ahora ya conocía la larga y esbelta dureza de los muslos de él, el relieve de los músculos de su espalda, el vientre plano y firme, la fuerza con que se apretaba contra ella. Abrió los ojos y se encontró tendida, muy tensa, a través de la cama.

Lanzó., un gemido, se levantó y se vistió con una falda larga y una blusa suelta, indumentaria habitual de las mujeres de la isla. Se cubrió la cabeza con un pañuelo floreado. Su dormitorio había dejado de ser un paraíso y Shanna huyó de él, trepó la barandilla del balcón y se dejó caer al suelo. La hierba fría y húmeda bajo sus pies descalzos le trajo recuerdos de su infancia, cuando corría por los prados con despreocupado abandono. Lentamente se alejó de la mansión y suspiró cuando alzó la vista para mirar la luna. Las nubes habían aumentado en densidad y el viento soplaba más fuerte, haciendo ondear su falda campesina. Shanna vagó sin rumbo entre los árboles, disfrutando de la intimidad que le brindaba la oscuridad. De niña, cuando deseaba pasar inadvertida, a menudo se vestía de campesina. Pocos dedicaban atención a una muchachita ordinariamente vestida y con un poco de cautela podía evitar que la reconocieran. Ahora vagaba por los terrenos de la mansión a su placer, deteniéndose cuando un sendero o un árbol le traían algún recuerdo. Sólo cuando se encontró frente a un porche y vio la luz de una única lámpara brillando en un comedor, cayó en la cuenta de que había seguido el camino por el cual su mente tan a menudo la llevaba últimamente.

Un gran cansancio se abatió sobre Ruark en la quietud de la cabaña. La batalla por conseguir la atención de Shanna súbitamente parecía inútil y sin objeto. Ella siempre aceptaba gustosa las atenciones de otros hombres y rechazaba las de él. Las tareas del caluroso día, y la fiesta después, habían agotado sus fuerzas y su humor se hundió en las profundidades más negras de la desesperanza. Yacía desnudo sobre su cama en la habitación a oscuras y con la vista fija hacia arriba. Su mente estaba embotada y el aire que respiraba era denso y opresivo. Cerró los ojos y jirones de niebla de sueño flotaron a su alrededor. Era como si estuviera dentro de una densa bruma mientras linternas de colores se movían a lo lejos; entonces un único y brillante rayo de luz se encendió y él corrió hacia él hasta que llegó a un jardín con muros de piedra, bañado por el sol y desierto excepto por un único tallo en el que se abría una rosa de belleza tan grande que lo obligó a detenerse para tomar aliento. Mientras él miraba, el tallo se disolvió y la rosa flotó libremente entre nieblas luminosas que obscurecían todo lo demás. El capullo de un rojo profundo le llenó la mente y después pareció alejarse, encogerse, iluminarse, cambiar de forma. Era un par de labios, húmedos, suavemente entreabiertos; después, arriba de ellos, esmeraldas verde claro se convirtieron en ojos de color verde mar, bellos y tentadores, con una profundidad que parecía llamado. Las brumas se convirtieron en un rostro de frágil belleza formada con la maestría de un artista que hubiera gastado todo su talento en ese solo esfuerzo.

Los ojos lo tenían hipnotizado. Los labios formaban palabras sin voz que le llegaban al alma.

"Tiende la mano. Tómame. Córtame. Toma el capullo. Soy tuya".

Cuando estiró la mano, una espina larga, de punta negra, se clavó en su carne y él se retiró presa. de un dolor quemante. La cara rió y agitó brillantes rizos que flotaron a su alrededor en un salvaje desorden de miel silvestre veteada de oro.

La rosa se alejó hasta quedar flotando en medio de una jungla sin hojas y llena de espinas. El canto de sirena aumentó y se volvió intenso, cegándole la voluntad para todo lo que no fuera esa beldad que lo llamaba, que clamaba por que la tocara. El se adelantó descuidadamente. Sus dedos parecieron casi rozar los pétalos de color rojo sangre antes que las zarzas lo atraparan, lo envolvieran y, con perversa malignidad, las espinas se clavaran en sus miembros y su cuerpo hasta que él sollozó de dolor y la quemante blancura del dolor arrasó su visión. El trato de. alejarse, pero cada movimiento renovaba la extasiante tortura. Entonces empezó a caer, a hundirse a través de una selva verde, llena de flores…

Ruark abrió los ojos y quedó mirando la oscuridad hasta que despertó completamente. Maldijo a la rosa, encendió una vela y se puso sus calzones cortos. Se pondría a trabajar para dar paz a su mente y que lo condenaran si volvía a permitir que Shanna lo torturara con sus triquiñuelas.

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