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Ciudad Maldita

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Ciudad Maldita
Название: Ciudad Maldita
Дата добавления: 15 январь 2020
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Ciudad Maldita - читать бесплатно онлайн , автор Стругацкие Аркадий и Борис

El mundo deCiudad maldita es un mundo sobrenatural al que son transportados los protagonistas tras su muerte para formar parte de un enigm?tico Experimento: en ?l, todos hablan una lengua com?n que cada uno identifica como propia. «El Experimento es el Experimento», elleitmotiv tautol?gico que se repite a lo largo de la novela, no es m?s que la plasmaci?n del «socialismo real», un provecto que sucumbe en el caos, la privaci?n, la anulaci?n de la voluntad, la tiran?a policial y el cinismo de un vac?o ideol?gico y moral: y, por tanto, en la carencia de aut?ntico arte...

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—¿Agente de guardia? Traiga al detenido Katzman a mi despacho, cubículo treinta y seis.

«Y no se trata de que deba hacerlo confesar, sino de que puedo lograr que lo haga. La carpeta. No se podrá librar de eso.» A Andrei le pasó por la mente la idea de que no era totalmente ético que él se ocupara del caso de Katzman, con quien había bebido en bastantes ocasiones, y además... Pero se reprimió.

La puerta se abrió y el detenido Katzman, con una mueca en la cara y las manos metidas en los bolsillos gastados, entró al despacho a paso ligero.

—Siéntese —dijo Andrei con sequedad, señalando el taburete con la barbilla.

—Gracias —respondió el detenido, enseñando más los dientes—. Veo que aún no ha vuelto usted en sí.

Miserable, todo le resbalaba, como a un pato en un estanque. Se sentó, comenzó a pellizcarse la verruga del cuello y examinó el despacho con curiosidad.

Y en ese momento, Andrei sintió que se le enfriaban las piernas. El detenido no tenía la carpeta.

—¿Dónde está la carpeta? —preguntó, tratando de conservar la serenidad.

—¿Qué carpeta? —preguntó Katzman con descaro.

—¡Agente de guardia! —espetó Andrei por teléfono—. ¿Dónde está la carpeta del detenido Katzman?

—¿Qué carpeta? —preguntó el agente de guardia, sin entender—. Ahora... Katzman... Aja... Al detenido Katzman se le ha confiscado: dos pañuelos, un monedero vacío y usado...

—¿Hay una carpeta en la lista? —gritó Andrei.

—No hay ninguna carpeta —respondió el agente con voz temerosa.

—Tráigame la lista —dijo Andrei, ronco, y colgó. Después miró a Katzman de reojo. El odio hacía que le zumbaran los oídos—. Trucos de judío... —dijo, tratando de contenerse—. ¿Dónde has metido la carpeta, canalla?

—«Ella lo cogió por el brazo —respondió el detenido al momento— y le preguntó varias veces: "¿dónde has metido la carpeta?"».

—No importa —dijo Andrei, respirando pesadamente por la nariz—. Eso no te servirá de nada, espía asqueroso.

El asombro pasó por el rostro de Izya. Pero un segundo después volvía a sonreír con su repulsiva mueca burlona.

—¡Claro, claro! —dijo—. El presidente de la organización Joint, losif Katzman, a su disposición. No me pegue, yo se lo diré todo. Las ametralladoras están escondidas en Berdichev, el punto del aterrizaje fue marcado con hogueras...

Entró el agente de guardia, asustado, con la lista de los bienes del detenido en la mano extendida.

—Aquí no hay ninguna carpeta —balbuceó, poniendo la hoja delante de Andrei, al borde de la mesa, y dando un paso atrás—. He llamado al registro central, allí tampoco...

—Bien, salga —masculló Andrei entre dientes. Tomó un formulario de interrogatorio en blanco y, sin levantar la mirada, preguntó—: ¿Nombre? ¿Apellido? ¿Patronímico?

—Katzman, lósif Mijáilovich.

—¿Año de nacimiento?

—Mil novecientos treinta y seis.

—¿Nacionalidad?

—Sí —dijo Katzman y soltó una de sus risitas.

—Sí, ¿qué? —preguntó Andrei, levantando la cabeza.

—Oye, Andrei —dijo Izya—. No entiendo qué te ocurre hoy, pero ten en cuenta que conmigo vas a echar por la borda toda tu carrera. Te lo advierto, como viejo amigo tuyo...

—¡Responda a las preguntas! —pronunció Andrei más quedo—. ¿Nacionalidad?

—Mejor recuerda cómo le quitaron la condecoración al médico Timaschuk —dijo Izya.

—¿Nacionalidad? —insistió Andrei, que no sabía quién era el médico Timaschuk.

—Judío —dijo Izya con repugnancia.

—¿Ciudadanía?

—U, erre, ese, ese.

—¿Religión?

—Ninguna.

—¿Pertenece al partido?

—No.

—¿Su nivel educacional?

—Superior. Instituto Pedagógico Hertzen. Leningrado.

—¿Ha sido condenado alguna vez?

—No.

—¿Cuándo partió de la Tierra?

—En mil novecientos sesenta y ocho.

—¿Lugar de partida?

—Leningrado.

—¿Causa de la partida?

—Curiosidad.

—¿Cuánto tiempo lleva en la Ciudad?

—Cuatro años.

—¿Profesión actual?

—Especialista en estadística, de la dirección de servicios comunales.

—Enumere sus profesiones anteriores.

—Trabajador no cualificado, archivero principal de la ciudad, dependiente del matadero urbano, basurero, herrero. Creo que eso es todo.

—¿Estado civil?

—Libidinoso —respondió Izya, con otra risita.

Andrei dejó la pluma, encendió un cigarrillo y durante unos minutos examinó al detenido a través del humo azulado. Izya seguía mostrando los dientes. Era descarado, pero Andrei lo conocía bien y veía que estaba algo nervioso. Al parecer, tenía razón para estarlo, aunque había logrado librarse de la carpeta con habilidad, por qué no decirlo. Al parecer ya comprendía que iban a por él en serio, y por eso sus ojos se entrecerraban con nerviosismo y le temblaban las comisuras de los labios.

—Escúcheme, detenido —dijo Andrei, con una sequedad bien ensayada—, le recomiendo que se comporte correctamente durante el proceso de instrucción, a no ser que quiera empeorar su situación.

—Está bien —dijo Izya dejando de sonreír—. Entonces, exijo que me dé a conocer de qué se me acusa y que mencione el artículo según el cual ha tenido lugar la detención. Además, exijo un abogado. Desde este momento, sin la presencia de un abogado, no diré ni una palabra.

—Ha sido detenido según el artículo doce del código penal —dijo Andrei riéndose para sus adentros—, relativo a la detención preventiva de personas cuya permanencia ulterior en libertad puede constituir un peligro social. Está acusado de relaciones ilegales con elementos hostiles, de ocultamiento o eliminación de materiales incriminatorios en el momento de la detención... así como de infringir el decreto de la municipalidad que prohíbe salir fuera de los límites de la ciudad por consideraciones sanitarias. Usted ha infringido sistemáticamente ese decreto. Y con respecto al abogado, la fiscalía puede proporcionarle uno sólo pasados tres días desde el momento de la detención. En correspondencia con ese mismo artículo del código penal... Además, quiero aclararle algo: usted puede formular protestas, presentar quejas y realizar apelaciones sólo después de dar respuestas satisfactorias a las preguntas que se le formulen durante la instrucción preliminar. Se trata del mismo artículo doce. ¿Lo ha entendido bien?

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