-->

La Hija De Burger

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу La Hija De Burger, Gordimer Nadine-- . Жанр: Современная проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
La Hija De Burger
Название: La Hija De Burger
Автор: Gordimer Nadine
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 209
Читать онлайн

La Hija De Burger читать книгу онлайн

La Hija De Burger - читать бесплатно онлайн , автор Gordimer Nadine

Rosa era una ni?a cuando su padre, Lionel Burger, fue condenado a cadena perpetua por promover la revoluci?n en Sud?frica. A partir de entonces, empezar? un camino que la llevar? a replantearse lo que realmente significa ser la hija de Burger.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 70 71 72 73 74 75 76 77 78 ... 91 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

Rosa Burger y Bernard Chabalier encajaban fácilmente en estas circunstancias contingentes; usando las mismas ropas para cubrir los mismos cuerpos recién descubiertos y minuciosamente conocidos, recorrían las calles que habían desgastado los zapatos que ahora usaban en su mutua presencia, con un impermeable europeo de color gris en un andén del metro volviendo a casa en uno de los nuevos rectángulos empotrados entre floridas mansardas decimonómicas y frágiles paredes amarillentas de edificios anteriores, o seguidos -una niña fuerte cuyos músculos del hombro de un físico campestre se movían en un vestido con la espalda descubierta, como el que llevaban ahora- a través del tráfico de negros en bicicleta y de negras con bultos en la cabeza, imagen familiar en los telediarios.

Cuando su deleite mutuo desbordaba y sus energías se apagaban les gustaba ir de pesca. El viejo coche que les prestaba Katya seguía huellas abiertas junto al Loup; compartían las modestas oportunidades de su captura con jóvenes maridos que usaban gorros regalados en las gasolineras, viejos con mujeres que tejían y cuidaban las bolsas de papel con carnada, pan y vino; todos se sobresaltaban al ver bajar pandillas de roncos adolescentes que se empujaban, salpicaban y se alejaban, juntos esperaban que las vibrantes estelas de luz y sombra volvieran a asentarse en figuras y agua, afectados en una forma que rompía los límites y producía un único estado del ser durante toda una tarde estival.

Miraban pinturas.

– En África uno va a ver a la gente. En Europa, los cuadros.

Pero ella estaba viendo en los lienzos de Bonnard más allá de los que avanzaban como si los procesara la multitud, una confirmación de la experiencia que corría en su interior. La gente entre la que vivía, la forma de percibir, de estar viva, en el río, coexistían con la vida fijada por la visión del pintor. ¿Cómo era posible?

– Cuando miras una pintura, se trata de algo terminado, ¿no? Es un registro de lo que ya ha pasado por la mente del pintor, tanto el hecho de ver como el concepto que surge, la inventiva, están fijos en la pintura. Así, para mí un cuadro siempre es abstracto… y el estilo pictórico no tiene que ver. Pero cuando Katya y yo nos tumbamos bajo los olivos… incluso en la habitación, la que me dejó, las flores en una vasija en el suelo, y las flores del pintor, ese ramo de mimosa… Estos cuadros son la prueba de algo. Es la gente entre la que vivo la que veo, no los cuadros.

– ¿Quieres saber por qué, querida mía? Esa mujer que ves pisando las hojas y aquella mimosa… la mujer que pintó en 1894 (fíjate en el catálogo, allí figura), la mimosa pintada en 1945, durante la guerra, durante la Ocupación, ¿ves? Muy bien. En los cincuenta años transcurridos entre ambas pinturas se desarrolló el fascismo, hubo dos guerras, la Ocupación… Y para Bonnard es como si nada hubiera ocurrido. Nada. Obsérvalo… Podría haberlos pintado el mismo verano, el mismo día. Y así son los que están alrededor del cháteau… así es como viven. Como si nada hubiera ocurrido nunca, como si nada les hubiera ocurrido a ellos ni a nadie, como si no estuviera ocurriendo nada. En ningún sitio. No hay presos en los manicomios soviéticos, ni Sudáfrica… no hay jornaleros migratorios que viven sin mujeres camino abajo… ni «lugar de protección» en Arene, bajo nuestras propias narices en Marsella. Este año ya han encerrado allí a siete mil pobres diablos como si fueran animales extraviados antes de ser deportados… Estar vivo día a día: lo mismo que en Bonnard… tout voirpourpre-miere fots, a la fots. Hasta los ochenta años. Es encantador, naturalmente, si lo consigues. Mira aquí, y allí, la carne de la mujer y las hojas que la rodean son hermosas y corresponden a manifestaciones idénticas. Porque ella no tiene más existencia que las hojas fuera de este encantador bosque en el que están. Ni pasado, ni futuro. La mimosa: cincuenta años más tarde, está viva en el mismo verano que la mujer. Como si no hubiera existido Hitler, los campos de concentración -la oleada de gente que se movía lentamente con sus ropas de vacaciones los alejaron de las galerías hasta los peldaños poco profundos y bajaron a un patio de esculturas alargadas como sombras tardías. Las piernas musculosas de Bernard con su vello negro y sus pálidas manos de europeo con el delgado anillo de oro indicativo de su estado civil brillaban tenuamente en las sombras-, ni bombardeos, ni ocupación alemana. Tu chica del bosque y el jarrón con mimosas… c'est un paradis inventé.

Los dos llevaban pantalones cortos y mientras paseaban la pierna de él frotaba la de ella a la manera del zigzag de un gato cariñoso.

– Si fuera a París…

– Vendrás, vendrás -Chabalier tomó un estrecho sendero bajo pinos de tronco azul rosado, extendiendo la mano para guiarla a sus espaldas.

– No logro imaginar cómo sería… elaborado. Cómo te vería…

– Como me ves ahora. Todos los días.

– Y yo estaría… ¿dónde?

– En un hermoso hotelito. Cerca del lycée. Para poder llegar rápido hasta ti. Lo primero que quiero hacer es mostrarte la dame a la licorne en el Cluny.

– Y harás que nos encontremos por sorpresa.

– ¿Qué significa eso?

– Cuando lleves a pasear a tus hijos.

– Ah, no. La quiero, no puedo dejarte seguir adelante sin saber que también la ves a ella.

Rosa se apoyó a su lado contra un muro de piedra, contemplando cuestas con viñedos extendidos a madurar al sol y olivos encorvados a lo largo de terraplenes abandonados interrumpidos por viejas granjas y nuevas villas. Un hombre sin camisa andaba de puntillas por un tejado que estaba reparando; los brazos y la postura de una mujer eran los de alguien que les gritaba, aunque estaba demasiado lejos para ser oída. Más allá, en la franja de mar que se colaba detrás de las torres de castillos de arena, banderas y gallardetes de aldeas encumbradas, un barco despedía humo blanco a la manera del chorro de una ballena. Rosa siguió con la mirada a la mujer que retrocedía para ver el hombre en el tejado, como si completara una figura que conducía al tapiz de la pared de un museo desde una habitación de hotel que sería especial entre calles llenas de hoteles semejantes. Levantó el mentón y sonrió con los labios apretados en una especie de maestría tímida y torpe. Bemard vio al hombre en el tejado.

– Mira su tripa. Il va se casser la gueule, vieux con… Tal vez un pequeño apartamento. No es fácil, pero se me ocurren algunas ideas. Sé qué es lo que te gustaría… un pequeño estudio en un edificio viejo… aunque por lo general apestan… los pasillos… no te imaginas lo que es eso. No, encontraremos algo mejor -dejó de ver al hombre en el tejado, la mujer, el valle; los ojos entrecerrados como para protegerse del destello, de pensamientos en el idioma en que ella no podía seguirlo-. En realidad, un hotel… siempre estará el portero si necesitas algo y yo no estoy -la larga boca con la línea superior delgada reaccionó con tristeza y fina obstinación ante objeciones de las que ella nada sabía; los ojos fijos adquirieron un foco cálido y tranquilizador, rechazándolas-. Estoy absolutamente seguro de que se puede hacer algo a través de la gente que corresponde. El comité antiapartheid puede conseguirte una residencia temporal e incluso un permiso de trabajo. Si no lo hacen por ti, ¿por quién demonios lo harían? Pero discretamente… aunque por supuesto les encantaría que subieras a una plataforma, Rosa, créeme… Podríamos conseguir la película sobre tu padre, sería… no, claro que no, no hasta que tengas documentos franceses. Darían saltos ante la sola idea de que tú… Probablemente encontrarían un trabajo para ti de inmediato. También mis contactos, que no están nada mal. Unos cuantos académicos negros que tienen influencia en los países africanos francófonos de donde provienen. Hay muchos proyectos y nunca gente suficiente para llevarlos a cabo. Es posible que consigas un trabajo maravilloso relacionado con la medicina en Camerún o Brazzavile, en un lugar así… Muchas veces me han ofrecido una cátedra en una de sus universidades negras, un contrato de un año, ni hablar de trasladar a toda la familia…

1 ... 70 71 72 73 74 75 76 77 78 ... 91 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название