El Curioso Incidente Del Perro A Medianoche
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"El curioso incidente del perro a medianoche" es una novela que no se parece a ninguna otra. Elogiada con entusiasmo por autores consagrados como Oliver Sacks e Ian McEwan, ha merecido la aprobaci?n masiva de los lectores en todos los pa?ses donde se ha publicado, adem?s de galardones como el Premio Whitbread y el Premio de la Commonwealth al Mejor Primer Libro. Su protagonista, Christopher Boone, es uno de los m?s originales que han surgido en el panorama de la narrativa internacional en los ?ltimos a?os, y est? destinado a convertirse en un h?roe literario universal de la talla de Oliver Twist y Holden Caulfield.
A sus quince a?os, Christopher conoce las capitales de todos los pa?ses del mundo, puede explicar la teor?a de la relatividad y recitar los n?meros primos hasta el 7.507, pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marr?n y el contacto f?sico. Si bien nunca ha ido solo m?s all? de la tienda de la esquina, la noche que el perro de una vecina aparece atravesado por un horc?n, Christopher decide iniciar la b?squeda del culpable. Emulando a su admirado Sherlock Holmes el modelo de detective obsesionado con el an?lisis de los hechos-, sus pesquisas lo llevar?n a cuestionar el sentido com?n de los adultos que lo rodean y a desvelar algunos secretos familiares que pondr?n patas arriba su ordenado y seguro mundo.
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Había nubes en el cielo en el camino de vuelta a casa, así que no vi la Vía Láctea.
– Lo siento -dije, porque Padre había tenido que venir a la comisaría y eso era malo.
Él dijo:
– No te preocupes.
– Yo no maté al perro -dije.
Y él dijo:
– Ya lo sé.
Entonces dijo:
– Christopher, tienes que intentar no meterte en líos, ¿de acuerdo?
– No sabía que iba a meterme en líos -dije-. Me gusta Wellington, iba a decirle hola, pero no sabía que alguien lo había matado.
Padre dijo:
– Simplemente trata de no meter las narices en los asuntos de otras personas.
Reflexioné un momento y dije:
– Voy a descubrir quién mató a Wellington.
Y Padre dijo:
– ¿Has oído lo que te he dicho, Christopher?
– Sí -dije-, he oído lo que me has dicho, pero cuando asesinan a alguien hay que descubrir quién lo hizo para que puedan castigarlo.
Y él dijo:
– No es más que un maldito perro, Christopher; un maldito perro.
– Yo creo que los perros también son importantes -dije.
Él dijo:
– Déjalo ya.
Y yo dije:
– Me pregunto si la policía descubrirá quién lo hizo y lo castigará.
Entonces Padre golpeó el volante con un puño y el coche zigzagueó un poquito sobre la raya discontinua del centro de la carretera, y Padre gritó:
– He dicho que lo dejes ya, por el amor de Dios.
Entendí que estaba enfadado porque gritaba. Yo no quería hacerle enfadar, así que no dije nada más hasta que llegamos a casa.
Después de entrar por la puerta principal fui a la cocina a buscar una zanahoria para Toby y subí a mi habitación, cerré la puerta, solté a Toby y le di la zanahoria. Luego conecté el ordenador y jugué 76 partidas del Buscaminas e hice la Versión Experto en 102 segundos, sólo tres segundos más que mi mejor tiempo, que es de 99 segundos.
A las 2.07 de la madrugada decidí que quería un vaso de zumo de naranja antes de lavarme los dientes e irme a la cama, así que bajé a la cocina. Padre estaba sentado en el sofá viendo un campeonato de billar en la televisión y bebiendo whisky. De los ojos le caían lágrimas.
Le pregunté.
– ¿Estás triste por lo de Wellington?
Me miró durante largo rato e inspiró aire por la nariz. Luego dijo:
– Sí, Christopher, podría decirse que sí. Ya lo creo.
Decidí dejarlo solo porque cuando estoy triste quiero que me dejen solo. Así que no dije nada más. Fui a la cocina, me hice el zumo de naranja y me lo llevé de vuelta a mi habitación.