-->

Guerra y paz

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Guerra y paz, Tolstoi Leon-- . Жанр: Классическая проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Guerra y paz
Название: Guerra y paz
Автор: Tolstoi Leon
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 397
Читать онлайн

Guerra y paz читать книгу онлайн

Guerra y paz - читать бесплатно онлайн , автор Tolstoi Leon

Mientras la aristocracia de Moscu y San Petersburgo mantiene una vida opulenta, pero ajena a todo aquello que acontece fuera de su reducido ambito, las tropas napoleonicas, que con su triunfo en Austerlitz dominan Europa, se disponen a conquistar Rusia. Guerra y paz es un clasico de la literatura universal. Tolstoi es, con Dostoievski, el autor mas grande que ha dado la literatura rusa. Guerra y paz se ha traducido pocas veces al espanol y la edicion que presentamos es la mejor traducida y mejor anotada. Reeditamos aqui en un formato mas grande y legible la traduccion de Lydia Kuper, la unica traduccion autentica y fiable del ruso que existe en el mercado espanol. La traduccion de Lain Entralgo se publico hace mas de treinta anos y presenta deficiencias de traduccion. La traduccion de Mondadori se hizo en base a una edicion de Guerra y paz publicada hace unos anos para revender la novela, pero es una edicion que no se hizo a partir del texto canonico, incluso tiene otro final. La edicion de Mario Muchnik contiene unos anexos con un indice de todos los personajes que aparecen en la novela, y otro indice que desglosa el contenido de cada capitulo.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

Перейти на страницу:

Se nos describe luego la grandeza de alma de los mariscales, sobre todo de Ney: grandeza que consiste en llegar de noche por los bosques rodeando el Dniéper, presentándose en Orsha sin banderas y sin artillería con sólo la décima parte de sus tropas.

Y, por último, los historiadores describen como algo grande y genial la marcha del gran emperador, abandonando su heroico ejército. Hasta esa última fuga, que en lengua corriente debería llamarse último grado de infamia y de la que hasta un niño se avergonzaría, hasta esa acción se ve justificada por los historiadores.

Y cuando ya es imposible seguir estirando los tan elásticos hilos del razonamiento, cuando esa actuación es tan claramente opuesta a lo que toda la humanidad suele entender por digno y aun justo, aparece entonces en labios de los historiadores la salvadora concepción de la grandeza. Al parecer, la grandeza excluye toda posibilidad de medir el bien y el mal. Para el grande el mal no existe: ninguna villanía puede atribuirse al que es grande.

“C’est grand!”, dicen los historiadores, y, por tanto, no hay bien ni mal; sólo hay “le grand”y lo “non grand”. Lo “grand”es el bien; lo “non grand”, el mal. Grand, según ellos, es la calidad de esos seres especiales a los que llaman héroes. Y Napoleón, que huía a su casa abrigado con su pelliza y abandonando a sus moribundos compañeros, hombres todos a los que —según su propia opinión— había conducido él mismo hasta aquel lugar, encuentra que aquello " c'est grand”, y con ello queda tranquilo.

—Du sublime (veía algo sublimeen sí mismo) au ridicule il n'y a qu'un pas— decía. 620

Y después de cincuenta años todos repiten: Sublime! Grand! Napoléon le Grand! Du sublime au ridicule il n’y a qu'un pas!

Y nadie piensa que el hecho de considerar la grandeza como la medida del bien y del mal es la confesión de su nulidad, de su infinita pequeñez.

Para nosotros, que poseemos la medida del bien y del mal dada por Cristo, nada hay inconmensurable. No existe grandeza donde no hay bondad, sencillez y verdad.

XIX

¿Qué ruso, al leer la descripción del último período de la campaña de 1812, no ha experimentado un penoso sentimiento de despecho, contrariedad y confusión? ¿Quién no se ha preguntado por qué no fueron capturados y aniquilados todos los franceses, cuando tres ejércitos, con fuerzas superiores, los rodeaban y cuando ellos mismos, desorganizados y muertos de hambre, se rendían en masa y cuando (lo dicen los historiadores) el objetivo de los rusos consistía precisamente en detener, cerrar el paso y capturar a todos los franceses?

¿Cómo ese ejército ruso, inferior en número al francés, habiendo dado batalla en Borodinó, después de rodear al enemigo por tres partes con el fin de capturarlo, no lo consiguió? ¿Es posible que los franceses tuvieran tan enorme prestigio ante los rusos que, aun cercándolos con fuerzas superiores, no pudieran vencerlos? ¿Cómo pudo suceder?

La historia (aquella que se da a sí misma ese nombre) responde que eso sucedió porque Kutúzov, Tormásov y Chichágov, así como otros, hicieron o no hicieron estas o aquellas maniobras.

Mas ¿por qué no las hicieron? ¿Por qué no fueron juzgados y castigados, si eran culpables de haber impedido la consecución del objetivo señalado? Pero, aun admitiendo que Kutúzov, Chichágov, etcétera, fueran causantes del revésde los rusos, es incomprensible: ¿por qué, en las condiciones en que se hallaban sus tropas en Krásnoie y en Berezina (en ambos casos las tropas rusas eran superiores en número), no capturaron al ejército francés con sus mariscales, sus reyes y su emperador, cuando era ése precisamente el objetivo de los rusos?

La explicación que se da a ese extraño fenómeno (la misma que utilizan los historiadores militares rusos) se circunscribe a Kutúzov, a quien acusan de haber impedido la ofensiva; acusación falta de base, pues sabemos bien que la voluntad de Kutúzov no había podido contener el ataque de sus tropas en Viazma y en Tarútino.

¿Por qué el mismo ejército ruso que con fuerzas inferiores conseguía la victoria de Borodinó frente a un enemigo en pleno vigor, ahora, en Krásnoie y Berezina, cuando sus fuerzas eran superiores a las del contrario, resultaba vencido por el desorganizado ejército francés?

Si el objetivo de los rusos era cortar la retirada y capturar a Napoleón y sus mariscales, podemos afirmar que lejos de lograr esa meta fracasaron de manera lamentable todas las tentativas por alcanzarla; ésta es la razón de que el último período de la campaña sea presentado justamente por los historiadores franceses como una sucesión de victorias y que la interpretación de los historiadores rusos, al atribuirse también el triunfo, sea absolutamente falsa.

Forzados por la lógica, los historiadores militares rusos llegan sin quererlo a esa conclusión, y a pesar de sus llamamientos líricos al valor, la lealtad, etcétera, se ven obligados a confesar que la retirada de los franceses desde Moscú está jalonada por diversas victorias de Napoleón y derrotas de Kutúzov.

Pero si dejamos de lado el amor propio nacional, advertiremos que ese razonamiento se contradice a sí mismo, pues la serie de victorias napoleónicas llevó a los franceses a una derrota total mientras que las derrotas de los rusos trajeron la destrucción total del enemigo y la liberación de su patria.

El origen de esa contradicción radica en el hecho de que los historiadores estudian los acontecimientos por las cartas de los soberanos y los generales, por informes, documentos, etcétera, que admiten la existencia de un proyecto falso que jamás existió en el último período de la guerra de 1812: el intento de capturar y apresar a Napoleón con sus mariscales y ejércitos.

Semejante objetivo no existió ni podía existir, porque carecía de sentido y habría sido imposible lograrlo: carecía de sentido porque, en primer lugar, el ejército desorganizado de Napoleón huía de Rusia lo más rápidamente posible, es decir, hacía lo que podía desear todo ruso. ¿Por qué, entonces, iban a ser necesarias diversas operaciones contra un enemigo que deseaba irse?

En segundo lugar, era absurdo cortar el camino a unos hombres que empleaban todas sus energías en huir.

En tercer lugar, era absurdo perder tropas propias para aniquilar un ejército que se iba disolviendo por sí mismo, sin causa externa, y en tales proporciones que, sin encontrar ningún obstáculo en su camino, alcanzó la frontera con la centésima parte de todos sus efectivos.

En cuarto lugar, el mismo deseo de capturar al Emperador, a los reyes y duques habría sido insensato: el logro de semejante deseo habría entorpecido en sumo grado la acción de los rusos, como reconocen los más hábiles diplomáticos de la época (J. Maistre y otros). Y más insensato aún habría sido el deseo de capturar a todas las tropas francesas, cuando las rusas se habían reducido a la mitad antes de Krásnoie y cuando, para custodiar a los prisioneros, habrían sido necesarias divisiones enteras y los soldados rusos no siempre recibían su ración completa y los prisioneros ya capturados morían de hambre.

Ese sabio proyecto de capturar a Napoleón y a su ejército se parece al plan del hortelano que para expulsar de su huerto al animal que ha destrozado sus plantas corre a impedirle la salida y comienza a golpearlo en la cabeza. Sólo la cólera justificaría esa reacción. Pero ni siquiera eso podría decirse de los autores de tal proyecto, puesto que no eran suyas las plantas holladas por el enemigo.

Y además de insensato, el proyecto de cerrar el camino a Napoleón y a su ejército habría sido imposible.

Imposible, ante todo, porque— y así lo demuestra la experiencia— el movimiento de las columnas a cinco kilómetros del campo de batalla no coincide nunca con el plan preparado de antemano, y la probabilidad de que Chichágov, Kutúzov o Wittgenstein se reuniesen en el sitio y el tiempo fijados era tan pequeña que equivalía a lo imposible. Así lo pensaba Kutúzov, y cuando recibió el proyecto objetó que los actos de sabotaje a gran distancia nunca dan los resultados apetecidos.

Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название