Palido Fuego
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Esto me recuerda el grotesco relato que le hizo al Sr. Langton del estado lamentable de un joven de buena familia. "Se?or, lo ?ltimo que he sabido de ?l es que andaba por la ciudad matando gatos a tiros". Y entonces, en una especie de dulce fantaseo, pens? en su gato favorito y dijo: "Pero a Hodge no lo matar?n, a Hodge no lo matar?n". James Boswell, Vida de Samuel Johnson
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y con el dedo gordo del pie, renovando el calor del grifo,
tronaba como un rey y sangraba como Marat.
Cuanto más peso, menos sólida es mi piel;
en algunos lugares es ridículamente fina;
así, junto a la boca: el lugar entre la comisura
y mi mueca, invita al tajo perverso.
O esta papada: algún día tendré que dejarme crecer 900
la barba de collar, inveterada en mí.
Mi nuez de Adán es un higo chumbo;
ahora hablaré del mal y la desesperanza
como nadie ha hablado. Cinco, seis, siete, ocho,
nueve golpes no bastan. Diez. Palpo
a través de la fresa con crema la ensangrentada papilla
y no encuentro nada cambiado en este cuadrado pinchudo.
Tengo mis dudas sobre ese tipo manco
que en los anuncios, de un solo golpe deslizante,
abre un sendero estrecho de la oreja al mentón, 910
después se lava la cara y palpa afectuosamente su piel.
Yo soy de la clase de los bimanos manícacos.
Así como un discreto efebo en malla de baile asiste
a una mujer en una danza acrobática,
mi mano izquierda ayuda, sostiene y se desplaza.
Ahora hablaré… Mejor que el jabón
es la sensación que el poeta espera
cuando la inspiración de helada llama,
la imagen repentina y la frase inmediata
hacen correr por la piel una triple ondulación 920
que eriza todos los pelillos
como en la ampliación del dibujo animado
la barba segada cuando Nuestra Crema la sostiene.
Ahora hablaré del mal como nadie
hasta hoy ha hablado. Detesto esas cosas como el jazz;
el cretino de medias blancas que tortura a un toro
negro, estriado de rojo; el bric-à-brac de los abstractos;
las máscaras rituales primitivas; las escuelas progresivas;
la música en los supermercados; las piscinas;
los brutos, los pesados, los filisteos con conciencia de clase, Freud, Marx, 930
los falsos pensadores, los poetas hinchados, los impostores y los tiburones.
Y mientras la navaja rasca y cruje
en su viaje por el país de mi mejilla,
los autos pasan por la autopista, y subiendo la empinada cuesta,
grandes camiones trepan por mis maxilares,
y ahora un paquebote silencioso arriba y ahora
turistas de gafas negras visitan Beirut, y ahora aro
los campos de la vieja Zembla donde crece mi barba gris
y donde los esclavos juntan el heno entre mi boca y mi nariz.
La vida del hombre como comentario de un hermético 940
e inconcluso poema. Nota para uso ulterior.
Vistiéndome en todas las habitaciones, rimo y deambulo
por la casa, con un peine en la mano
o un calzador que se convierte en cuchara
con la que como el huevo. Por la tarde
me llevas en auto a la biblioteca. Comemos
a las seis y media. Y esa extraña musa mía
que me dicta los versos, está conmigo en todas partes,
en la biblioteca y en el auto y en mi sillón.
Y todo el tiempo, todo el tiempo, mi amor, 950
estás aquí, tú también, debajo de la palabra, sobre
la palabra, para subrayar e intensificar
el ritmo vital. Se oía crujir un vestido de mujer
en los tiempos de antaño. A menudo he percibido
el sonido y el sentido de tu pensamiento próximo.
Y todo en ti es juventud, y vuelves nuevas,
mencionándolas, viejas cosas que hice para ti.
Golfo de sombra fue mi primer libro (versos libres); Resaca nocturna