Shanna
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– Aguardaré mientras corres a buscar esas cosas. Pero date prisa,
Cuando Ruark regresó a la habitación con las ropas que trajo Dora cerró la puerta con tranca tras de sí. Después dejó la bandeja de comida sobre la mesa junto a la cama haciendo deliberadamente mucho ruido a fin de despertar a Shanna. Ella despertó alarmada, se sentó y se cubrió con la sábana hasta el mentón.
– Cálmate, amor mío. Es solamente el amo que le trae el desayuno a su bella esclava -dijo en tono burlón.
– ¡Oh, Ruark! -dijo Shanna con voz llena de temor, y se pasó una mano por la frente como para aclararse la mente. Recobró la compostura y recordó el estado de sus relaciones con él-. Soñé que me habías dejado aquí con ellos y que habías huido a las colonias para ser libre. ¿Los sueños se hacen realidad?
Ruark se encogió de hombros.
– A veces, Shanna, pero casi siempre porque uno lo desea y trabaja para ello. -Preparó un plato de comida y se lo alcanzó-. Sabes que nunca te dejaré, Shanna. ¡Nunca!
Ella trató de leer en sus ojos y se preguntó si él estaba bromeando o hablaba en serio.
– Te he traído un presente dijo él súbitamente. Tomó el paquete de ropas de la silla que estaba junto a la puerta y se 1o ofreció con una decorosa, reverencia-. Esto resultará más apropiado que las cosas que dejó Pellier, el buen caballero.
– Pellier no era un caballero – dijo Shanna, mientras bebía su té.
– Bien dicho amor mío -admitió Ruark. Arrugo el entrecejo, como si meditara profundamente en una cosa, y agregó-: Nunca se puede declarar caballero a alguien por su colección de riquezas o su falta de ella. Toma a tu padre, por ejemplo. El es, básicamente, un hombre bueno, un caballero, y sin embargo su padre fue ahorcado. ¿Qué gran daño ha sufrido tu padre? El es un hombre honrado, rico, poderoso. ¿Lo consideras por debajo de los lores y duques, Shanna?
– ¡Claro, que no!
– ¿Y tú misma, amor? La nieta de un salteador de caminos. Y tienes aires de gran duquesa. Sin embargo, si yo tuviera el título o la sangre de un noble, no te consideraría inferior a mí. Quizá si tuviéramos hijos sería una ventaja para ellos. -Se detuvo cuando ella lo miró con indignación, se inclinó hacia adelante y la miró fijamente mientras seguía hablando con lentitud-. Supongamos, amor mío, que yo fuera rico y viniera de una familia con más de un ilustre apellido, ¿podrías entonces amarme y te sentirías dichosa teniendo hijos conmigo, como frutos, hermosos y honorables de nuestro amor?
Shanna se encogió de hombros. No quería responder.
– Sí… sí, supongo que… ¡Oh! -estalló-. Es estúpido hablar de estas cosas cuando ambos sabemos que no son así. Tú no puedes ser mas lo que eres.
– ¿Y qué soy yo? -insistió él.
– ¿Tú me lo preguntas? -dijo ella con irritación, y apartó la vista de esos ojos de ámbar que parecían taladrarla-. Tú deberías saberlo mejor que nadie.
– ¿Entonces la respuesta es, señora, que me aceptarías fácilmente si yo fuera rico y noble? ¿No discutirías más conmigo si yo tuviese ésas cualidades y ninguna de las que tengo ahora
Shanna se removió, incomoda.
– Lo dices cruelmente, Ruark, pero sí, supongo que podría tolerar estar casada contigo si todo lo que dices fuera cierto.
– Entonces, mi querida Shanna, eres una snob remilgada.
Lo dijo con tanta amabilidad, con una sonrisa tan radiante, que Shanna sintió el aguijón del sarcasmo sólo cuando él hubo pronunciado la última palabra. Se ahogó con un sorbo de té y lo miró indignada.
– Ponte tus ropas -sugirió él y empezó a comer su desayuno.
Ella se levantó, tomó las prendas, que había traído él y se las puso. También se puso la falda negra bordada de la noche anterior, aunque esta vez no la levantó. Ajustó la ancha faja de la cintura sobre la blusa blanca de gitana y después arregló su cabello en una trenza larga y gruesa que dejó caer sobre su espalda. Por ultimo se puso las sandalias de cuero Y ajustó las correas entrecruzadas alrededor de sus tobillos.
Su repentina aparición silenció momentáneamente a Harripen y los otros que se habían reunido en el salón de la posada. Esta., mañana no se demoraron con los piratas porque Ruark no quiso que ella quedara expuesta a las miradas hambrientas de los bandidos.
Ruark la tomó de la muñeca y la arrastró, fingiéndose irritado por la lentitud de ella.
– Muévete, muchacha. ¿Crees que no tengo otra cosa que hacer que esperarte?
– ¡Ah, muchacho! -dijo Harripen entre carcajadas-. ¡La tienes a los saltos, tanto en la cama como en el suelo!
Fuertes risotadas resonaron en la habitación mientras Ruark y Shanna salían rápidamente de la posada.
– ¿Ellos no piensan en otra cosa que hacer el amor? -preguntó Shanna con una mirada despectiva por encima de su hombro.
– No es amor lo que hacen en la cama, Shanna -corrigió Ruark-. Ellos no han aprendido ese arte galante. Sólo descargan su lujuria en la que han elegido para esa noche, como animales. El amor es cuan90 dos personas se unen Y comparten una emoción profunda entre. los dos. La persona enamorada deja de lado a todos los demás Y busca a aquel con quien ha decidido vivir la vida, en los momentos buenos Y malos, Y permanecer unidos hasta que la muerte los separe.
– Es extraño que tú digas eso, Ruark – dijo Shanna con frialdad.
– No es así, amor mío -repuso él, ceñudo-. Es que tú no quieres aceptarme.
Shanna levantó desdeñosamente la nariz.
– Es que aún no he encontrado a mi pareja adecuada.
– Shanna -dijo Ruark-, debo recordarte una vez más que yo soy tu pareja, adecuado o no.
Ella lo ignoró deliberadamente.
– Mi padre espera que yo escoja marido pronto. El quiere nietos y no puedo desilusionarlo.
Las entrañas de Ruark se encogieron ante la frialdad del tono de ella
– ¡Maldición, Shanna! ¿Crees que si yo hubiera podido elegir te abría elegido a ti?
Shanna lo miró confundida.
Ruark extendió un brazo, abarcando el mar que se prolongaba interminablemente hacia el horizonte.
– ¿Qué eras tú? La diosa Shanna, del monte Olimpo, criada sobre un pedestal construido por ti, a fin de que todos los hombres tuvieran, que acercársete desde un nivel inferior. La altanera, hermosa, intocable Shanna, la pura que pasa por esta tierra suspirando por el gran caballero en un caballo blanco, ese hombre perfecto que la sacará de este aburrimiento y la llevará a algún Edén escondido y allí, con servil adoración la satisfará en todos sus deseos. ¡Ja! -estalló Ruark-. Ten en cuenta amor mío, que ese hombre perfecto también puede aspirar a una mujer perfecta.
– ¿Qué dices? -preguntó ella, conmovida por las acusaciones de él-. Yo sólo me reservo para el hombre de mi propia elección, y si Dios quiere, todavía encontraré a ese hombre.
Ruark se volvió y la miró sorprendido. Después su ceño se acentuó tempestuosamente
– Te consideras demasiado superior, Shanna. Naturalmente, todo hombre tiene algún defecto y cuando lo descubres tú lo rechazas. ¿Qué; piensas de ti misma? ¿Que eres una esposa especial? ¡Difícilmente! ¿Una gentil compañera para compartir la vida con un hombre? ¡No! La regia Shanna. -Contestó – a su propia pregunta-. Un desafío para cualquier hombre, un premio digno de cualquier riesgo. El hombre que pueda quebrar tu muro de hielo se convertirá instantáneamente en un héroe de los solteros. Tú eres la fortaleza a tomar por asalto, pero una vez tomada perderás todo tu valor. Representas una gran fortuna a ganar ¿pero qué vales como esposa? Un hombre digno buscaría una dama gentil para enriquecer su vida. ¿Has enriquecido tú la mía? Por orden tuya fui entregado como esclavo a los piratas. Ahora tu padre me cree no sólo un siervo prófugo sino también un pirata, y con toda probabilidad ha puesto un alto precio a mi cabeza. Si soy capturado por sus hombres, puedo terminar con una cuerda alrededor de mi cuello. Y eso a causa de ti, mi amante esposa.
Shanna se puso rígida.
– Dijiste que dirías la verdad. ¿Pero dices que me amas?
Ruark abrió los brazos y habló como dirigiéndose al mar abierto.
– Shanna, en este momento tú eres la última ante quien yo admitiría mi amor.
Fue una verdad retorcida porque ciertamente la amaba. Pero mucho tendría que pasar antes de que él pusiera esa arma en las manos de ella
Shanna caminó por la playa hasta el borde del agua, alejándose de la aldea y de la posada. Ruark desde el malecón, la observó solemnemente y se preguntó si sus palabras servirían a sus propósitos o si ella se alejaría de él con el orgullo herido y rechazaría sus intentos de socorrerla.
Ella se volvió fugazmente para mirarlo y después siguió caminando. Se agachó, tomó la parte posterior del ruedo de su falda y la levantó entre sus piernas hasta sujetarla debajo de la faja de la cintura. Se quitó las sandalias que se echó sobre el hombro y se metió en el agua. Ruark seguía observándola, incapaz de calmar el dolor que sentía en su pecho.
Momentos más tarde oyó un grito y al volverse vio a Harripen y varios otros hombres que remaban hacia el Good Hound. El pirata agitó una mano y Ruark devolvió el saludo y se preguntó que estarían haciendo los otros. Harripen y otro hombre subieron a la goleta y el bote de remos quedó bajo la popa. La tripulación aferró el extremo del cable que Harripen les arrojó y lo aseguró al bote. Después, remando con energía, empezaron a hacer girar al esbelto navío a fin de que la popa quedara hacia el muelle. Harripen ladró una orden y el otro hombre abrió la traba del cabrestante del ancla. Ahora la docena de hombres del bote de remos se doblaron esforzadamente sobre sus remos y lentamente el Good Hound empezó a moverse hacia el embarcadero, arrastrando al venir el cable del ancla. Cuando el barco estuvo cerca del muelle, el bote de remos se apartó y dejó que el Good Hound siguiera por propio impulso hasta chocar suavemente contra los pilares. Harripen arrojó un cabo que Ruark se apresuró a amarrar al cabrestante. Después corrió por el muelle para aferrar otro cabo que le arrojó el hombre que estaba en el castillo de proa. Harripen le gritó que subiera a cubierta y Ruark se volvió para ver qué se había hecho de Shanna. Ella estaba protegiéndose los ojos con las manos y mirando los movimientos del barco, pero cuando su mirada se encontró con la, de él, reinició su paseo en el agua poco profunda. Ruark vio que ella estaba a la vista y no muy lejos de modo que podría estar rápidamente a su lado, y subió a bordo. De alguna manera, pensó que Shanna necesitaba quedarse a solas unos momentos para ordenar sus pensamientos. Encontró a Harripen aguardándolo, apoyado sobre los codos mientras, miraba fijamente la solitaria figura en la playa.