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Shanna

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Shanna
Название: Shanna
Автор: Woodiwiss Kathleen
Дата добавления: 16 январь 2020
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Shanna читать книгу онлайн

Shanna - читать бесплатно онлайн , автор Woodiwiss Kathleen

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Antes de ponerse bajo la luz Shanna ocultó su daga entre los pliegues de la falda. Cuando se acercó, Ruark miró a los piratas y lentamente volvió a cargar el arma que había disparado hacía unos momentos. Puso la bala en el caño y la apretó suavemente contra la pólvora, después apoyó la baqueta en un hombro de Shanna. A ella se la vela muy pálida, muy pequeña y muy obediente.

– Esto es mío -ladró él, y hasta Shanna se sobresaltó ante el sonido de su voz que sonó muy fuerte en el silencio de la habitación. El se acercó a la mesa, apoyó en ella la culata de la pistola y con un sólido clic metió la baqueta en su lugar, debajo del cañón.

Amartillo cuidadosamente el arma, apoyó un pie en un banco y puso el codo sobre la rodilla, dejando que la pistola colgara flojamente de su mano. con calma, miró una a una las caras que tenía delante.

– Ustedes hablan de compartir -dijo él en tono peligrosamente suave-. Yo hubiera podido reclamar la parte tuya. -Señaló con su arma al capitán mulato-. Y la tuya. -Miró directamente a Hawks mientras pasaba lentamente el pulgar por el disparador-. O hasta la tuya. -Sonrió a Harripen. Después rió sardónicamente y habló por encima de si hombro-. Parece que Madre es el único que no cuestionará mis derechos sobre usted, señora Beauchamp.

Guardó la pistola con su compañera. Sacó el largo sable, y apoyo la punta en la mesa, frente a los hombres.

– Si alguien quiere cuestionar mis derechos sobre algo, que hable ahora y lo aclararemos.

Sus ojos se clavaron en cada uno de ellos hasta que los hombres desviaban la vista o negaban con la cabeza, rehusando el desafío. Ruark envainó el sable.

– Así está bien.

Volvió junto a Shanna y empezó a hablar en un tono como estuviera reprendiendo a un grupo de niños.

– Deben considerar a la señora Beauchamp como una pieza de mercadería, la cual, por las reglas de ustedes y con el consentimiento de ustedes, ha sido dejada a mi cuidado. Ella es un tesoro de gran valor cuyo rescate podría enviar a muchos a las colonias como hombres ricos. -Levantó la cabellera de ella y se las mostró-. Una, tapicería o una pintura es un objeto de gran belleza y de gran valor, pero si se lo maltrata y destroza no vale más que un harapo, sin utilidad para nadie, ¿Piensan entregar a su padre a una hija violada y obtener una recompensa? ¿Han oído hablar de Trahern? ¡Yo sí! ¡Madre también! El me dará la razón. Si la hija de Trahern llegara a sufrir el menor daño, el hombre los perseguirá a todos hasta el confín de la tierra y no descansará hasta haberse vengado colgándolos a cada uno de ustedes del penol de la verga.

Todos guardaron silencio mientras consideraban la advertencia. Madre se levantó de su silla y la mesa crujió cuando él apoyó su peso el ella.

– Escúchenlo, muchachos -ordenó su voz de tenor. Su calva brillo a la luz de las lámparas y sus mejillas se sacudieron cuando él movió cabeza para mirarlos uno por uno-. El hombre tiene razón, y me temo que si no le hacen caso, no quedará ni la mitad de ustedes para tripular un barco. Necesitamos a todos los hombres capaces, y a el tanto como a los demás.

Hubo murmullos de renuente aceptación y después de un momento Harripen golpeó la mesa con su jarro.

– Carmelita! ¡Dora! Traigan comida -gritó- Me duele la barriga de hambre, tanto de comida como de una buena hembra.

La tensión aflojó y los corsarios volvieron a sus bebidas. Ruark señaló con la cabeza un banco en las sombras detrás de su silla, y Shanna fue rápidamente hasta el asiento, con las rodillas todavía temblorosas.

Los hombres empezaron a hablar y bromear como antes, pero de tanto en tanto Ruark sorprendía una mirada en su dirección. Orlan Trahern haría bien en darse prisa para rescatar a su hija, pensó Ruark, porque ni él mismo sabía cuánto tiempo sería capaz de seguir conteniendo a los piratas. En su mayoría, ellos eran criminales, prófugos de la ley, descastados, marginados. Con despreocupado abandono enfrentaban la muerte, porque la muerte solamente significaba el fin de una existencia carente de objetivos. Lo que, más temían era la mutilación porque debían ser sanos y fuertes para realizar sus correrías. Una vez baldados, tendrían que mendigar las migajas de la cruel e implacable jauría.

Ruark se mostraba ante los otros relajado y confiado. Estiró sus largas piernas y apoyó un brazo en el borde de la mesa. Solamente Shanna sabía que en él había algo parecido a una bestia salvaje. Nunca se podía estar seguro de su humor y siempre había que tratarlo con el respeto debido a un animal peligroso.

"Dios se apiade del mundo si él llegara a convertirse en un pirata auténtico" pensó ella.

"Sería un pirata endemoniadamente efectivo. Tiene una aptitud especial para dirigir hombres -sus ojos se entrecerraron cuando Carmelita se acercó contoneándose con una bandeja rebosante de carnes asadas- y también para dirigir a las mujeres"

Mientras Dora prefería mantenerse lo más lejos posible de los hombres y dedicarse a cargar las fuentes en el fogón y llenar las jarras Con ale o vino, Carmelita se dedicaba a servir la mesa, tarea que cumplía de muy buena gana. Ella podía llevar diestramente una bandeja llena de comida en una mano y aferrar con la otra mano varios jarros rebosantes, y todavía caminar con un provocativo menear de caderas. Riendo alegremente, esquivaba los brazos que intentaban abrazada y las manos que parecían ansiosas de aferrar porciones de su cuerpo. Sin embargo, exhibía el valle entre sus pechos con sorprendente imparcialidad, aunque junto a Ruark se detenía demasiado y frotaba innecesariamente su muslo contra el de él. Ahora se inclinó para que Ruark pudiera apreciar a su placer sus encantos mientras se dedicaba a llenarle el jarro de ale. Cuando se retiró, sus pechos rozaron en toda longitud el brazo de él, en una forma abierta, deliberada.

Shanna se puso furiosa porque Ruark no evitaba sus atenciones. No podía ver la expresión ceñuda con que él miraba fijamente a Carmelita hubiera querido aplicar un fuerte puntapié en las voluminosas nalgas la mujer.

Súbitamente Madre golpeó la mesa con su jarro y los miró a todos con expresión acusadora.

– En esta habitación algo huele mal -gritó-, huele a los ricos altaneros. -Los silenció a todos con un violento movimiento del brazo-. Hay un olor a látigos, a sangre y sudor. Hay olor a riquezas y a justicia torcida. Huele como…

Su mirada recorrió nuevamente la habitación hasta detenerse en Shanna. Ella miró fijamente los ojos enloquecidos y si hubiese esta sola, sin Ruark a su lado, se habría ocultado presa de pánico. Con, movimiento súbito, Madre la señaló con un índice acusador.

– Es el olor de una Trahern gritó, y Shanna se encogió de manera muy convincente cuando todos se volvieron para mirada. Ruark se puso rígido imperceptiblemente y dejó su jarro. La risa aguda de Madre resonó en la habitación-. Tranquilícese, señor Ruark. Aquí nadie cuestiona sus derechos sobre la harpía. Usted sabe bien que yo no puedo desafiar sus derechos. Pero quiero que ella nos sirva como yo serví a su padre… como una esclava.

De todas partes surgieron gritos de aprobación y Carmelita dio su opinión cuando el ruido cesó.

– Sí -dijo la mujer-, que la pequeña orgullosa se,¡gane su comida.

Madre agitó el brazo hacia Shanna y ordenó:

– Que se ponga a trabajar como cualquier buena esclava.

Ante la mirada interrogativa de Shanna, Ruark asintió ligeramente. Confundida, se puso de pie, sin saber qué se esperaba de ella. Su mirada recorrió las caras alrededor de la mesa y se detuvo en Madre. El gigante sonrió lentamente.

– Por favor, señora Beauchamp… una copa de vino me bastara por el momento.

Una botella fue puesta en las manos de Shanna por Carmelita quien la miró con ojos oscuros y perezosos y una semisonrisa de satisfacción. Con dedos temblorosos, Shanna tomó la botella y sintió el peso de muchas miradas. Llenó la copa del eunuco. Después, cuando los otros la llamaron con las copas levantadas y repugnantes sonrisas, se movió vacilante alrededor de la mesa y llenó cuidadosamente las copas con el vino oscuro y espeso.

Harripen se echó atrás en su silla y observó cada uno de sus movimientos. Sus ojos recorrieron las curvas ocultas por el vestido demasiado grande. Después su mirada cayó sobre Carmelita, quien cortaba la carne con enérgicos movimientos que hacían estremecer sus pechos. Harripen bebió su vino y empezó nuevamente a comer luego de haber decidido que a su debido tiempo daría satisfacción a sus necesidades, pero no con la moza de la taberna.

El mulato no mostró tanta paciencia.

Cuando Shanna se le acerco, la tomó de una muñeca haciendo que ella derramara vino sobre su rodilla.

Shanna asustada, trató de liberarse pero él la atrajo más cerca hasta que, miró casualmente a Ruark. Entonces quedó paralizado al ver que esos ojos dorados se endurecían con una mirada fría y penetrante, y la soltó de mala gana.

Ruark aguardó hasta que todos hubieron estado servidos y entonces llamó a Shanna con un ademán, y ella se le acercó rápidamente. Se inclinó para verter el vino en la copa y en un movimiento descuidado su pecho rozó ligeramente el hombro de él, donde el justillo sin mangas lo dejaba desnudo. El contacto los tomó a los dos por sorpresa y produjo una excitación que se extendió en oleadas por los cuerpos de ambos. Sus ojos se encontraron súbitamente y las mejillas de Shanna enrojecieron. Ella se irguió temblando y apretó confundida la jarra contra su pecho.

Habiendo presenciado todo el incidente, Harripen estalló en fuertes risotadas. Aferrando la camisa del holandés, quien se le unió en sus carcajadas cuando el inglés señaló a ella y a Ruark, llamó la atención de todos.

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