La Telara?a China
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Inspectora Liu, ?necesito recordarle que China tiene costumbres y rituales para tratar a sus hu?spedes? Use su shigu, su experiencia de la vida.
Todos los extranjeros, tanto si se trata de desconocidos o de demonios como este visitante, son potencialmente peligrosos. No demuestre ira ni irritaci?n. Sea humilde, prudente y cort?s.
El viceministro apoy? la mano sobre el hombro de la inspectora.
H?gale creer que existe un v?nculo entre usted y ?l. As? hemos tratado a los extranjeros durante siglos. As? tratar? usted a este extranjero mientras sea nuestro hu?sped.”`
En un lago helado de Pek?n aparece el cad?ver del hijo del embajador norteamericano. La dif?cil y ardua investigaci?n es asignada a la inspectora Liu Hulan. A miles de kil?metros, un ayudante de la fiscal?a de Los ?ngeles encuentra en un barco de inmigrantes ilegales el cad?ver de un Pr?ncipe Rojo, el hijo de uno de los hombres m?s influyentes de China…
Una impactante novela de intriga que recrea el conflicto que se produce entre dos pa?ses diametralmente opuestos cuando sus gobiernos se ven obligados a colaborar en pie de igualdad.
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– No se de qué estás hablando.
Hulan se arrodilló a sus pies. Se le abrió el kimono, dejando al descubierto la curva de sus senos. El la apartó, se levantó y cruzó la habitación. Dio unas vueltas, voivió a grandes zancadas hasta donde ella se había sentado en el suelo ofreciendo una buena imitación de la perplejidad, la agarró por los brazos y la obligo a ponerse en pie. La toalla le cayó de la cabeza y los cabellos de Hulan se desparramaron en mechones mojados.
– Creías que era tan estúpido que no to descubriría? -dijo él con voz áspera y el rostro a unos centímetros del suyo. Ella meneó la cabeza lentamente.
– Desde que llegue aquí -continuo David-, confié en ti, pero tu no hiciste más que encaminarme en la dirección equivocada una y otra vez. Me guiabas para alejarme de lo importante. Incluso cuando oía cosas, no escuchaba. Recuerdas el día de la Posada de la Tierra Negra? Recuerdas que Nixon Chen y los demás hablaron de ti? Recuerdas que me contaste que te habían puesto el nombre de una revolucionaria modelo, que tu misma fuiste un modelo de guardia rojo, que gracias a tus conexiones compraste tu salida de la comuna y fuiste a América? Era todo eso parte de una compleja trama, como las que hacían los soviéticos en los viejos tiempos, la de enviar a una niña para que se críara en territorio enemigo de modo que cuando creciera se convirtiera en el mejor de los espías, con la mejor tapadera y sin acento?
David la atrajo contra su pecho. Notó el corazón de ella contra el suyo. Bajo la voz a un tono casi sensual.
– ¿Recuerdas como me dejaste, Hulan? ¿Lo recuerdas? ¿Significo algo para ti? -Volvió a apartarla-. Recuerdas como te mostré abiertamente mi corazón en Los Angeles? Creía que dirías algo para explicar tus acciones pasadas. i Pero no! Por que ibas a decirme la verdad? ¿Por qué ibas a contarme nada? Y yo, como un idiota, no quise presionarte.
Hulan empezó a debatirse, pero él siguió aferrándola.
– Así que volvemos a Pekin, a tu ciudad, y todo el tiempo dependo de tí para que me traduzcas lo que se dice. ¿Me has dicho alguna vez la verdad de lo que se hablaba? Ayer mismo, en la cárcel, llamaste a Zai o formaba parte de una nueva representación? Y todas las sugerencias que yo hacia, todas las personas con quienes yo quería hablar. Tu me alejabas en otra dirección. iY tus emociones! -Sintió un escalofrío-. En la parte de atrás de la camioneta, cuando lamentabas la muerte de Peter. ¿Era una actuación como todo lo demás? -Hulan no replicó y David dijo-: De hecho, ahora que lo pienso, ocultaste la verdad desde el día en que nos conocimos. Nunca me has amado. Siempre me has utilizado. Eres tan corrupta, tan sucia, tan repugnante…
El chillido de Hulan le interrumpio. Ella se desasió violentamente y chocó contra la pared. Con las manos aferraba la seda que se deslizaba hacia abajo. Tenía la cabeza gacha y respiraba entrecortadamente. Por fin, alzo los ojos para mirarlo a la cara.