La Silla Del ?guila
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En el a?o 2020, en un M?xico sin telecomunicaciones ni computadoras porque los norteamericanos (proveedores ?nicos) lo tienen castigado, se desata la lucha por la presidencia, es decir, por sentarse en la Silla del ?guila y no abandonarla nunca. Aqu? no hay lealtad que valga: por conseguir el poder, el padre es capaz de traicionar al hijo, la esposa al c?nyuge, el secretario de Estado al Primer Mandatario. Y todo puede pasar: cr?menes de viejos caciques, espionaje de supuestos allegados, maniobras t?tricas, extorsi?n sexual? e incluso, que reaparezca en la escena pol?tica un fallido candidato presidencial al que todos creyeron asesinado a?os atr?s. El triunfador, el Ungido, oculta un pasmoso secreto que ser? necesario preservar a toda costa.
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Y por fin Los Pinos, la residencia y oficina presidencial donde se recibe el duelo de jefes de Estado extranjeros, embajadores y "fuerzas vivas". ¿Quiénes lo reciben? Naturalmente, el presidente del Congreso, Onésimo Canabal, el presidente de la Suprema Corte, Javier Wimer Zambrano, y el secretario de Gobernación, Nicolás Valdivia. La elección de Presidente Sustituto no se hará hasta que concluyan las ceremonias luctuosas en honor de Lorenzo Terán y se retiren las misiones extranjeras -aunque el Presidente cubano Castro ha declarado su intención de darse una vuelta por Chiapas "con una importante revelación que hacer".
Ahora tú y yo hacemos cola otra vez. Ya no tenemos representación oficial. Admiramos la compostura de los Tres Poderes. Y yo busco en vano a la mujer, Bernal.
Porque el Presidente Lorenzo Terán sí tenía una mujer en Los Pinos. Una mujer invisible. Allí, asomándose por una puerta del Salón López Mateos. Llorando. Con el pañuelo en la boca. Prieta. Cacariza. Cuadrada como una caja fuerte. Cariñosa. Adolorida.
Es Penélope Casas.
Llora pero mira con ternura a Nicolás Valdivia.
Ya sabe que será Presidente. Lo agradece. Es su protector.
Miro la escena contigo, Bernal, y te repito. El demonio de la política arde en mi corazón. Qué bueno que nunca nos casamos tú y yo. Así he podido darle a la política la parte oscura de mi persona, la parte que heredé de mi padre, sin dañarte a ti.
"Nicolás Valdivia, yo te haré Presidente."
Lo que no le dije es que conocía la enfermedad mortal del Presidente Lorenzo Terán.