-->

Los hermanos Karamazov

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Los hermanos Karamazov, Достоевский Федор Михайлович-- . Жанр: Классическая проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Los hermanos Karamazov
Название: Los hermanos Karamazov
Дата добавления: 15 январь 2020
Количество просмотров: 301
Читать онлайн

Los hermanos Karamazov читать книгу онлайн

Los hermanos Karamazov - читать бесплатно онлайн , автор Достоевский Федор Михайлович

Tragedia cl?sica de Dostoievski ambientada en la Rusia del siglo XIX que describe las consecuencias que tiene la muerte de un padre posesivo y dominante sobre sus hijos, uno de los cuales es acusado de su asesinato.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 55 56 57 58 59 60 61 62 63 ... 243 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

—Ya voy, Lise, ya voy. Pero no grites, no te exaltes. Observa la serenidad con que Alexei Fiodorovitch soporta el dolor. ¿Cómo se ha hecho eso, Alexei Fiodorovitch?

Y se marchó sin esperar la respuesta. Lise no deseaba otra cosa.

—Ante todo —dijo la joven rápidamente—, contésteme a esta pregunta: ¿dónde se ha herido? Después hablaremos de otras cosas. ¡Hable!

Aliocha comprendió que no había tiempo que perder, a hizo un relato exacto, aunque resumido, de su encuentro con los colegiales. Lise le escuchó sin interrumpirle. Luego enlazó las manos.

—¿Cómo se le ha ocurrido, y más vistiendo ese hábito, mezclarse con unos chiquillos? —exclamó, indignada, como si tuviera algún derecho sobre él—. Me ha demostrado usted que es más chiquillo que ellos. Sin embargo, no deje de enterarse de quién es ese rapaz de malos instintos y cuéntemelo todo después. Ahí debe de haber algún secreto. Ahora, a otra cosa. ¿Puede usted hablar cuerdamente de nimiedades a pesar del dolor?

—¡Claro que sí! Además, el dolor no es muy fuerte.

—Porque tiene usted el dedo en el agua. Por cierto, que hay que cambiarla enseguida, antes de que se caliente. Julia, ve a buscar un poco de hielo a la cueva y otro tazón de agua... Ya se ha marchado. Voy a decirle lo que le quería decir. Mi querido Alexei Fiodorovitch, hágame el favor de devolverme inmediatamente mi carta. Mi madre volverá de un momento a otro y no quiero que...

—No la llevo encima.

—Eso no es verdad; sí que la lleva. Sabía que me daría usted esa contestación. Toda la noche he estado arrepintiéndome de mi estúpida broma. Devuélvame la carta enseguida. ¡Devuélvamela!

—Me la he dejado en mi habitación.

—Sin duda, después de la tontería que he cometido, usted habrá pensado que soy una niña. Perdóneme. Y devuélvame la carta. Si es de verdad que no la lleva encima, tráigamela hoy mismo.

—Hoy me es imposible, pues he de volver al monasterio y quedarme allí. No podré venir a verla de nuevo hasta dentro de dos, de tres o tal vez de cuatro días. El staretsZósimo...

—¿Cuatro días? ¡Qué disparate! Dígame: ¿se ha reído mucho de mí?

—Nada absolutamente.

—¿Por qué?

—Porque creo ciegamente lo que me dice en la carta.

—Me ofende usted.

—Apenas la leí, me dije que todos sus deseos se realizarían. Cuando el staretsZósimo muera, tendré que dejar el monasterio. Luego acabaré mis estudios, me examinaré y, cuando tengamos la edad que señala la ley, nos casaremos. La querré mucho. Aunque no he tenido tiempo de pensar en ello, he comprendido que nunca hallaré una esposa mejor que usted. Tengo que casarme porque el staretsme lo ha ordenado.

—Soy una persona anormal, un monstruo —objetó Lise riendo y con las mejillas arreboladas—. Han de llevarme en un sillón de ruedas.

—Yo mismo empujaré el sillón. Pero estoy seguro de que entonces ya estará usted completamente bien.

—¿Está usted loco? —exclamó Lise nerviosamente—. ¡Forjar planes sobre una simple broma!... Aquí llega mamá. Oportunamente, por cierto... ¿Cómo has tardado tanto, mamá? Y aquí tenemos también a Julia con el agua.

—¡Por todos los santos, Lise, no grites! La cabeza me va a estallar... La culpa de que haya tardado tanto es tuya: has cambiado de sitio las hilas... He estado mucho tiempo buscándolas... Sin duda lo has hecho expresamente.

—¿Expresamente? ¿Es que yo sabía que Alexei vendría con un mordisco en un dedo? ¡Qué cosas tan chocantes dices, mamá!

—Admito que sean chocantes; pero te aseguro que hablo con el corazón, al ver ese dedo de Alexei Fiodorovitch y todo lo demás que aquí está sucediendo. Mi querido Alexei Fiodorovitch, no son los detalles por separado lo que me trastorna, no es ese Herzenstube por si solo el que me inquieta, sino el conjunto. Esto es lo que no puedo soportar.

—Deja en paz a Herzenstube, mamá —dijo Lise riendo alegremente—, y dame el agua y las hilas. Esto es agua blanca, Alexei Fiodorovitch: ahora me acuerdo del nombre. ¡Un excelente remedio! Mamá, ¿sabes lo que ha hecho?: pelearse con unos chiquillos en la calle. Uno de ellos le ha mordido. ¿No te parece que esto demuestra que también él es un chiquillo? ¿Y crees que un joven que hace estas cosas puede casarse? Pues se quiere casar, ¿sabes? ¡Alexei casado! ¡Es para morirse de risa!

Y Lise reía con su risita nerviosa, mientras miraba a Aliocha maliciosamente.

—¿Qué dices, Lise? No debes hablar así. Y menos teniendo en cuenta que ese bribonzuelo que le ha mordido puede estar rabioso.

—¡Como si hubiera niños rabiosos!

—¡Pues claro que los hay! A ese muchacho puede haberle mordido un perro rabioso. Entonces él ha contraído la rabia y ha mordido como el perro... ¡Qué bien lo ha curado mi hija, Alexei Fiodorovitch! Yo no habría sabido hacerlo como ella. ¿Le duele?

—Muy poco.

—¿No le da miedo el agua? —preguntó la joven.

—¡Pero Lise! Porque se me ha ocurrido, sin duda imprudentemente, recordar que existe la hidrofobia, al hablar de ese muchacho, sólo Dios sabe lo que has supuesto... Oiga, Alexei Fiodorovitch: Catalina Ivanovna se ha enterado de su llegada y tiene gran interés en verle.

—¡Oh mamá! Ve tú sola. Él no puede: le duele mucho la herida.

—No me duele en absoluto —protestó Aliocha—. Puedo ir perfectamente.

—¿Conque quiere marcharse? Está bien.

—Cuando haya terminado con ella, volveré y charlaremos cuanto le plazca. Quiero ver enseguida a Catalina Ivanovna, porque así podré regresar antes al monasterio.

—¡Llévatelo, mamá! Alexei Fiodorovitch, no se moleste en venir a verme después de haber hablado con Catalina Ivanovna. Váyase enseguida al monasterio, pues allí está su vocación. Además, estoy deseando irme a dormir: no he pegado los ojos en toda la noche.

—Ya veo que no hablas en serio, Lise —dijo su madre—. Sin embargo, te convendría dormir un poco.

—Si usted quiere —balbuceó Aliocha—, me estaré aquí tres o cuatro minutos más, hasta cinco.

—¡Llévatelo enseguida, mamá! ¡Es un monstruo!

—¡Lise! ¿Has perdido el juicio? Vámonos, Alexei Fiodorovitch. Hoy está demasiado nerviosa y no quiero que se acalore más. Una mujer nerviosa es una verdadera desgracia... Pero acaso sea verdad que quiere dormir. Ha sido una suerte que su presencia haya bastado para que sienta sueño.

—Eres muy amable, mamá. Te mando un beso por lo que acabas de decir.

—Te lo devuelvo, Lise.

Y murmuró a Aliocha con acento misterioso, mientras se alejaban:

1 ... 55 56 57 58 59 60 61 62 63 ... 243 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название