Narrativa breve
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Supongo que se podr? ganar dinero cogiendo textos cuyos derechos ya han caducado y public?ndolos a bajo precio con un m?nimo de gasto editorial: sin dise?o, sin revisiones e incluso sin ?ndice. No es una cr?tica -no del todo- gracias a esto me hice por un euro con varios cl?sicos nuevos. Me gustar?a indicarles los relatos de este volumen, pero no s? donde tengo el ejemplar: cuando lo encuentre, los pongo. Muchas de las narraciones no son muy conocidas -al menos por m?- y, en algunos casos, con raz?n. Pero otras son peque?as joyas del humor que merecen ?sta y otras reediciones. La del elefante blanco, feroz parodia de las novelas policiales. La rana saltarina, que encaja sin problemas en el universo de Tom Sawyer. El muchachito bueno, certero palo a los relatos moralizantes con escaso reflejo en el mundo real. Y las aventuras del agente de viajes un tanto inepto, de una comicidad desbordante.
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Sem estaba lleno de parásitos intestinales. Es extraordinario, lo completo y amplio del estudio que dedicó el Creador al gran trabajo de hacer desgraciado al hombre. He dicho que ideó un agente de aflicción especial para todos y cada uno de los detalles de la estructura del hombre, sin pasar uno solo por alto, y dije la verdad. Mucha gente pobre tiene que andar descalza porque no puede comprarse zapatos. El Creador vio su oportunidad. Diré, de paso, que siempre tiene el ojo puesto sobre los pobres. Las nueve décimas partes de sus invenciones de enfermedades estaban destinadas a los pobres, y ellos las pescan. Los ricos toman sólo las sobras. No lleguen a sospechar que hablo sin cuidado, pues no es así: el grueso de los inventos de enfermedades del Creador realmente están destinadas a perseguir a los pobres. Se podría reducir esto del hecho de que uno de los mejores y más comunes nombres que se le dan al Creador desde el púlpito es "Amigo de los Pobres". Nunca ofrece el púlpito una alabanza al Creador que contenga el menor vestigio de verdad. El enemigo más implacable e incansable de los pobres es su Padre Celestial. El único amigo de los pobres es su prójimo. Él les tiene lástima, los compadece, y así lo demuestra en sus actos. Hace mucho para aliviar sus penas; y en cada caso cl Padre Celestial recibe el crédito.
Lo mismo pasa con las enfermedades. Si la ciencia extermina una enfermedad que ha estado trabajando para Dios, es Dios el que recibe todo el crédito, ¡y todos los púlpitos rompen en raptos publicitarios de gratitud y llaman la atención lo bueno que es! Él lo hizo, quizá esperó mil años antes de hacerlo; eso no es nada; el púlpito dice que estaba pensando en ello todo el tiempo. Cuando los hombres se rebelan exasperados y barren con una tiranía de siglos y liberan a una nación, lo primero que hace el púlpito es anunciarlo como obra de Dios, e instan a la gente a ponerse de rodillas y agradecerle por eso. Y el púlpito dice con admirable emoción: "Que entiendan los tiranos que el Ojo que nunca duerme está posado sobre ellos; y que recuerden que el Señor Nuestro Dios no será siempre paciente, sino que desatará el huracán de Su ira sobre ellos en el día señalado."
Se olvidan de mencionar que Sus movimientos son los más lentos del Universo; que Su Ojo que nunca duerme bien podría hacerlo, ya que tarda un siglo en ver lo que cualquier otro ojo verla en una semana; que no hay en toda la historia un solo ejemplo de que Él pensara en un acto noble 'primero, sino que siempre pensó en ello un poco después de que a alguien más se le ocurriera y lo hiciera. Entonces sí llega Él, y se cobra los dividendos.
Muy bien, seiscientos años atrás Sem estaba lleno de gusanos. De tamaño microscópico, invisibles al ojo. Todos los productores de enfermedad especialmente mortales del Creador son invisibles. Es una idea ingeniosa. Durante miles de años esto impidió al hombre llegar a la raíz de sus males y desbaraté todo intento de sobreponerse a ellos. Fue en fecha muy reciente que la ciencia consiguió poner en claro esta traición.
El último de estos benditos triunfos de la ciencia fue el descubrimiento y la identificación del embozado asesino que se conoce con el nombre de parásito intestinal. Su presa favorita es el pobre que va descalzo. Le tiende su emboscada en las regiones cálidas y en los lugares arenosos y se le clava en los pies des protegidos.
El parásito intestinal fue descubierto hace tres o cuatro años por un médico que estudió a sus víctimas pacientemente por largo tiempo. El mal provocado por el parásito intestinal había estado haciendo su trabajo maldito por todos lados sobre la tierra desde que Sam desembarcara en Ararat, sin que nunca se sospechara que era realmente una enfermedad. Simplemente se consideraba haraganaa la gente que la contraía, y por lo tanto eran objeto de burla y no de lástima. El parásito intestinal es un invento particularmente vil y taimado, y durante siglos hizo su trabajo subterráneo sin que se lo molestara; pero ese médico y sus ayudantes lo exterminarán ahora.
Dios está detrás de esto. Ha pensado durante seis mil años, para tomar Su decisión. La idea de exterminar al parásito fue Suya. Estuvo a punto de hacerlo antes de que lo hiciera el Dr. Carlos Wardell Stiles. Pero está a tiempo para cosechar el mérito. Siempre lo está.
Va a costar un millón de dólares. Probablemente Él estuvo a punto de contribuir con esa suma cuando un hombre se le adelantó - como de costumbre, Mr. Rockefeller. Él pone el millón, pero el mérito se le atribuye a otro - como de costumbre. Los diarios de la mañana nos dicen algo de la acción del parásito intestinal.
Los parásitos intestinales a menudo disminuyen tanto la vitalidad de las personas afectadas que se retarda su desarrollo físico y mental, se vuelven más susceptibles a otras enfermedades, disminuye la eficacia de su trabajo, y en los distritos donde la enfermedad es más notable hay un intenso aumento en el índice de mortandad por tuberculosis, neumonía, fiebre tifoidea y malaria. Se ha demostrado que la menor vitalidad de las multitudes, atribuida durante largo tiempo a la malaria y al clima y la cual afecta seriamente el desenvolvimiento económico, se debe en realidad en algunas zonas a este parásito. El mal no se limita a ninguna clase de personas; se cobra su tributo de sufrimiento y muerte lo mismo entre los acomodados y altamente inteligentes que entre los menos afortunados. Un cálculo conservador es que dos millones de nuestro pueblo están afectados por este parásito. El mal es más común y más grave en los chicos de edad escolar que en otras personas.
A pesar de ser grave esta infección y de estar muy generalizada, hay un punto muy positivo. La enfermedad puede ser fácilmente reconocida y tratada con eficacia y se la puede prevenir (con la ayuda de Dios) mediante precauciones sanitarias apropiadas y sencillas.
Los pobres chicos están bajo la vigilancia del Ojo que nunca duerme, ya lo ven. Siempre tuvieron esa mala suerte. Tanto ellos como los "pobres del Señor" según la sarcástica frase- nunca han podido liberarse de las atenciones del Ojo.
Sí, los pobres, los humildes, los ignorantes, son los que reciben sus cuidados. Tomemos la "enfermedad del sueño", de África. Esta atroz crueldad tiene por víctimas a una raza de negros inocentes e ignorantes que Dios colocó en un desierto remoto, y sobre la cual puso Su Ojo: el que no duerme nunca si hay oportunidad de engendrar padecimientos para alguien. Hizo los arreglos para esa gente antes del Diluvio. El agente elegido fue una mosca emparentada con la tse-tse; la tse-tse es un mosca que domina el país de Zambezi y mata con su picadura el ganado y los caballos, volviendo así a la región no habitable por el hombre. El espantoso pariente de la tse-tse deposita un microbio que produce la "Enfermedad del Sueño". Cam estaba lleno de esos microbios, y cuando terminó el viaje los descargó en el África y comenzó la destrucción que no encontraría alivio hasta haber pasado seis mil años, cuando la ciencia vislumbraría en el misterio la causa de la enfermedad. Las naciones piadosas agradecen ahora a Dios, y lo alaban por venir al rescate de los negros. El púlpito dice que es Él quien merece la alabanza. Por cierto que es un Ser muy curioso. Comete un crimen atroz, prolonga ese crimen durante seis mil anos, y luego Se hace merecedor de alabanzas porque sugiere a alguien la forma de modificar su gravedad. Le llaman paciente, y realmente debe serlo, pues de otro modo hace siglos que hubiera hundido el púlpito en la perdición por los tremendos cumplidos que se Le hacen desde él.
