-->

Las aventuras de Huckleberry Finn

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Las aventuras de Huckleberry Finn, Твен Марк-- . Жанр: Классическая проза / Детские приключения. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Las aventuras de Huckleberry Finn
Название: Las aventuras de Huckleberry Finn
Автор: Твен Марк
Дата добавления: 15 январь 2020
Количество просмотров: 242
Читать онлайн

Las aventuras de Huckleberry Finn читать книгу онлайн

Las aventuras de Huckleberry Finn - читать бесплатно онлайн , автор Твен Марк

La historia se desarrolla a lo largo del r?o Misisipi, el cual recorren Huck y el esclavo pr?fugo Jim, huyendo del pasado que han sufrido con el prop?sito de llegar a Ohio. Detalles idiosincr?ticos de la sociedad sure?a como el racismo y la superstici?n de los esclavos, as? como la amistad son algunos de los temas centrales de la novela. Esta obra supone para Mark Twain un punto y aparte respecto de sus obras anteriores. Aqu? comienza una mirada pesimista sobre la humanidad que lejos de diluirse se acrecienta en siguientes creaciones como El forastero misterioso.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 43 44 45 46 47 48 49 50 51 ... 81 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

—Ya lo sabía; calculo que esto convencerá a todo el mundo de lo que él piensa. Vamos, Mary Jane, Susan, Joanna, tomad el dinero… tomadlo todo. Es el regalo de quien ahí yace, frío pero contento.

Mary Jane se lanzó hacia él y Susan y la del labio leporino hacia el duque y se pusieron a darles tales besos y abrazos como nunca he visto. Y todo el mundo se amontonó con los ojos llenos de lágrimas y dándoles las manos a aquellos estafadores, diciendo todo el tiempo:

—¡Almas bondadosas! ¡Qué buenos! ¡Cómo han podido!

Bien, en seguida todos volvieron a hablar del difunto y de lo bueno que era y qué gran pérdida representaba y todo eso, y un poco después llegó un hombretón de mandíbula cuadrada que se quedó escuchando y mirando sin decir nada, y nadie le decía tampoco nada a él, porque el rey estaba hablando y todos estaban ocupados en escuchar. El rey seguía diciendo, en mellio de algo que ya había empezado:

—…amigos en especial del difunto. Por eso están invitados aquí en esta tarde, pero la verdad queremos que vengan todos… todo el mundo; pues él respetaba a todo el mundo, quería a todo el mundo, y por eso procede que sus orgías funerarias sean públicas.

Y siguió diciendo estupideces, porque le gustaba escucharse. Y a cada rato volvía a sacar otra vez lo de las orgías funerarias, hasta que el duque ya no lo pudo aguantar y escribió en un trocito de papel: «Exequias, viejo idiota», y lo dobló y fue haciendo «guu—guu» y se lo pasó por encima de la cabeza de los demás. El rey lo leyó, se lo metió en el bolsillo y dijo:

—Pobre William, pese a su aflicción, su corazón siempre acierta. Me pide que invite a todos a venir al funeral… quiere que le dé la bienvenida a todos. Pero no necesita preocuparse, era justo eso lo que estaba haciendo.

Y después continuó con su discurso, tan tranquilo, y vuelve a hablar de sus orgías funerarias una vez tras otra, exactamente igual que antes. Ya la tercera vez dice:

—Digo orgías, no porque sea el término vulgar, que no lo es, el término vulgar es exequias, sino porque orgías es el término exacto. En Inglaterra ya no se dice exequias… Esa palabra ha caído en desuso. En Inglaterra ahora decimos orgías. Orgías es mejor porque significa con más exactitud lo que uno quiere decir. Es una palabra compuesta del griego orgo, fuera, abierto, al aire libre, y el hebreo geesum, plantar, cubrir; de ahí en-terrar. De manera que como ven ustedes, las orgías funerarias son un funeral público, ejem, abierto.

Era lo más caradura que he visto. Bueno, el de la mandíbula cuadrada se le rió en la cara. Todo el mundo se escandalizó. Todo el mundo dijo: «¡Pero, hombre, doctor!», y Abner Shackleford dijo:

—Pero, Robinson, ¿no has oído la noticia? Éste es Harvey Wilks.

El rey sonrió de oreja a oreja, le alargó la pezuña y dijo:

—¿Es el querido amigo y médico de mi pobre hermano? Yo…

—¡No me toque! —respondió el médico—. Pretende usted hablar como un inglés, ¿no? Es la peor imitación que he oído en mi vida. ¿Usted el hermano de Peter Wilks? Es usted un estafador, ¡eso es lo que es!

¡Bueno, la que se armó! Se agruparon en torno al médico y trataron de tranquilizarlo explicándoselo todo y contándole que Harvey había demostrado de cuarenta formas que era Harvey y conocía a todo el mundo por su nombre y hasta cómo se llamaban los perros, y le suplicaron una vez tras otra que no hiriese los sentimientos de Harvey ni los de las pobres chicas y todo eso. Pero de nada valió; siguió pegando gritos y diciendo que si alguien pretendía ser inglés y no sabía imitar la forma en que hablaban los ingleses mejor que aquél es porque era un estafador y un mentiroso. Las pobres chicas se agarraban al rey y lloraban, y de pronto el médico va y se vuelve contra ellas. Va y dice:

—Yo era amigo de vuestro padre y soy vuestro amigo, y os advierto como amigo, y amigo honesto que quiere protegeros y evitaros disgustos y sufrimientos, que volváis las espaldas a ese sinvergüenza y no tengáis nada que ver con él, con ese vagabundo ignorante, con esas idioteces de griego y de hebreo, dice él. Es el impostor más evidente: ha llegado aquí con un montón de nombres vacíos y de datos que ha conseguido en alguna parte, y creéis que son pruebas. Y esos amigos bobos que deberían ser más inteligentes os ayudan a engañaros. Mary Jane Wilks, sabes que soy amigo vuestro, y que no soy un amigo egoísta. Ahora escuchadme; echad a patadas a este sinvergüenza sin escrúpulos… Os ruego que lo hagáis. ¿Estáis dispuestas?

Mary Jane se irguió y, ¡caray qué guapa era!, respondió:

—Ésta es mi respuesta —agarró la bolsa del dinero, se la puso al rey en las manos y dijo—: Tome estos seis mil dólares e inviértalos por mí y mis hermanas como usted quiera, y no nos hace falta que nos dé ningún recibo.

Después tomó al rey de un brazo y Susan y la del labio leporino hicieron lo mismo del otro. Todo el mundo aplaudió y pateó en el suelo, con un ruido como una tormenta, mientras el rey levantaba la cabeza con una sonrisa arrogante. El médico dijo:

—Muy bien; yo me lavo las manos. Pero os advierto que llegará el momento en que os sentiréis mal cada vez que recordéis este día —y se fue.

—Muy bien, doctor —dijo el rey, como burlándose de él—; entonces alguien irá a buscarlo a usted —con lo cual todos se rieron mucho y dijeron que era muy ingenioso.

Capítulo 26

Bueno, cuando se hubieron ido todos, el rey preguntó a Mary Jane si había alguna habitación libre y ella le dijo que tenía una, que serviría para el tío William, y que le dejaría la suya al tío Harvey, que era un poco más alto, porque ella se iría al cuarto de sus hermanas a dormir en una cama turca, y que en la buhardilla había un cuartito con un jergón. El rey dijo que el jergón le bastaría a su vale, o sea, a mí.

Así que Mary Jane nos hizo subir y nos enseñó sus habitaciones, que eran sencillas pero agradables. Dijo que mandaría sacar de su habitación sus vestidos y demás cosas si molestaban al tío Harvey, pero él dijo que no. Los vestidos estaban colgados junto a una pared, tapados por una cortina de calicó que llegaba hasta el suelo. En un rincón había un viejo baúl de crin, y en otro, un estuche de guitarra; el resto estaba lleno de adornos y de esas cosas con las que les gusta a las muchachas alegrar una habitación. El rey dijo que resultaba mucho más hogareño y agradable con aquellos adornos, así que no había que cambiarlos. La habitación del duque era muy pequeña, pero más que suficiente, igual que mi cubículo.

Aquella noche celebraron una gran cena en la que estuvieron todos los hombres y las mujeres, yo me quedé detrás de las sillas del rey y del duque para servirlos y los negros se encargaron de todos los demás. Mary Jane se sentó a la cabecera de la mesa, con Susan a su lado, comentando lo malos que eran los bollos y lo pobres que eran las conservas y lo ordinarios y duros que resultaban los pollos fritos, y todo ese género de bobadas, como hacen siempre las mujeres en busca de cumplidos, pero la gente sabía que estaba todo magnífico y se lo dijo: «¿Cómo consigues que los bollos te salgan tan tostaditos y tan bien?», y «¿dónde has conseguido estos encurtidos tan estupendos?» y todas esas bobadas que la gente dice por decir en las cenas, ya se sabe.

1 ... 43 44 45 46 47 48 49 50 51 ... 81 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название