Guerra y paz
Guerra y paz читать книгу онлайн
Mientras la aristocracia de Moscu y San Petersburgo mantiene una vida opulenta, pero ajena a todo aquello que acontece fuera de su reducido ambito, las tropas napoleonicas, que con su triunfo en Austerlitz dominan Europa, se disponen a conquistar Rusia. Guerra y paz es un clasico de la literatura universal. Tolstoi es, con Dostoievski, el autor mas grande que ha dado la literatura rusa. Guerra y paz se ha traducido pocas veces al espanol y la edicion que presentamos es la mejor traducida y mejor anotada. Reeditamos aqui en un formato mas grande y legible la traduccion de Lydia Kuper, la unica traduccion autentica y fiable del ruso que existe en el mercado espanol. La traduccion de Lain Entralgo se publico hace mas de treinta anos y presenta deficiencias de traduccion. La traduccion de Mondadori se hizo en base a una edicion de Guerra y paz publicada hace unos anos para revender la novela, pero es una edicion que no se hizo a partir del texto canonico, incluso tiene otro final. La edicion de Mario Muchnik contiene unos anexos con un indice de todos los personajes que aparecen en la novela, y otro indice que desglosa el contenido de cada capitulo.
Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала
IX
Entonces, como siempre, la alta sociedad que se reunía en la Corte y en los grandes bailes estaba dividida en varios grupos, cada uno de los cuales presentaba un matiz especial. De todos, el más numeroso era el francés, favorable a la alianza con Napoleón, del conde Rumiántsev y de Caulaincourt. Desde su regreso a San Petersburgo y su vida en común con Pierre, Elena ocupaba una de las más destacadas posiciones en ese grupo. Frecuentaban sus salones los miembros de la embajada francesa y buen número de personas de las mismas tendencias, conocidas por su inteligencia y amabilidad.
Elena estuvo en Erfurt, durante la famosa entrevista de los Emperadores, donde se relacionó con todos los personajes napoleónicos de Europa. Su éxito en Erfurt había sido brillantísimo. El mismo Napoleón, que la había visto en el teatro, preguntó por ella y alabó su belleza. Su éxito como mujer hermosa y elegante no asombró a Pierre, ya que, con los años, Elena embelleció aún más; lo que sí lo dejó perplejo es que en esos dos años hubiera ganado la reputación “d'une femme charmante, aussi spirituelle que belle”. El famoso príncipe Ligne le escribía cartas de ocho páginas; Bilibin guardaba sus motspara ofrecer las primicias a la condesa Bezújov. Ser admitido en los salones de la condesa equivalía a certificado de inteligencia. Los jóvenes, antes de ir a una velada de Elena, procuraban leer algún libro para tener tema de conversación en sus salones y los secretarios de embajada y los mismos embajadores le confiaban secretos diplomáticos, por lo cual Elena era, en cierto modo, una potencia. Pierre, que conocía su estupidez, asistía a veces a sus fiestas y comidas, donde se hablaba de política, de poesía y de filosofía, con un extraño sentimiento de perplejidad y miedo. En aquellas veladas experimentaba un sentimiento parecido al de un ilusionista que teme a cada instante que su engaño quede al descubierto. Pero, ya fuese que para dirigir un salón así era precisa la estupidez, o porque los propios engañados sintieran un verdadero placer en el engaño, la falsedad no se revelaba nunca y la reputación d’une femme charmante, aussi spirituelle que belle, 296conquistada por Elena Vasílievna Bezújov, era tan sólida, que podía decir las cosas más triviales y absurdas sin que nadie dejara de entusiasmarse con sus palabras ni de buscar en ellas un sentido profundo y recóndito que ni ella misma sospechaba.
Pierre era precisamente el marido adecuado para una brillante mujer de mundo como Elena. Era un hombre extravagante y distraído, un marido grand seigneurque a nadie estorbaba y que lejos de empañar la impresión general sobre el alto nivel intelectual de la velada, en contraste con la discreción y elegancia de su mujer, contribuía a darle mayor realce. Durante aquellos dos años, gracias a su incesante preocupación por temas abstractos y a su sincero desprecio por todo lo demás, había adoptado, en medio de la sociedad que no le interesaba y rodeaba a su mujer, el tono indiferente, negligente y bonachón en su trato con todos que no se adquiere de manera artificial y por ello inspira un involuntario respeto. Entraba en el salón de su mujer como en un teatro; conocía a todos, se alegraba por igual al verlos y sentía la misma indiferencia hacia todos. A veces se mezclaba en una conversación que le interesaba y entonces, sin preocuparse de si les messieurs de l’ambassade étaient là ou non 297, expresaba opiniones con frecuencia contrarias al tono del instante político. Pero la opinión general sobre el extravagante marido de la femme la plus distinguée de Pétersbourg 298era tan firme, que nadie tomaba au sérieuxsus ocurrencias.
Entre los numerosos jóvenes que frecuentaban diariamente la casa de Elena estaba Borís Drubetskói. Había progresado ostensiblemente en su carrera y a la vuelta de Elena de Erfurt pasó a ser un íntimo de la casa. Elena lo llamaba mon pagey lo trataba como a un niño. Le sonreía como a los demás, pero esa sonrisa resultaba a veces desagradable a Pierre. Drubetskói mostraba hacia Pierre un especial respeto, digno y melancólico, respeto que lo inquietaba. Pierre había sufrido tanto hacía tres años a causa de la ofensa que le había infligido su mujer que ahora evitaba cualquier posibilidad de otra ofensa semejante, ante todo porque él no era el marido, y después porque no se permitía sospechar de ella.
"No, ahora que se ha convertido en bas-bleu, habrá renunciado a las aventuras de otros tiempos —se decía—. No hay ni un ejemplo de mujeres bas-bleuque se dejen llevar por las pasiones”, y se repetía esta regla cuya procedencia ni él mismo conocía pero que consideraba indudable. Sin embargo, era extraño que la presencia de Borís en el salón de su mujer (y estaba casi siempre) actuara físicamente sobre Pierre; parecía agarrotar todos sus miembros, poniendo fin a su espontaneidad y libertad de movimientos.
"Es rara esta antipatía —pensaba Pierre—. Antes llegaba a serme muy agradable.”
A los ojos del mundo, Pierre era un gran señor, marido un tanto ciego y cómico de una mujer célebre, un hombre original e inteligente que no hacía nada ni dañaba a nadie: una excelente persona. Durante aquel tiempo, en el alma de Pierre iba desarrollándose un complejo y difícil trabajo interior que le revelaba muchas cosas y le deparaba numerosas dudas y alegrías espirituales.
X
Pierre continuaba su diario. He aquí lo que escribía en aquel entonces:
24 de noviembre
Me he levantado a las ocho. He leído las Sagradas Escrituras y seguidamente fui a la oficina —de acuerdo con el consejo de su bienhechor, Pierre había empezado a trabajar en uno de los comités—. Volví a la hora de comer y lo hice solo (la condesa tenía muchos invitados que me son antipáticos). He comido y bebido con moderación y después copié algunos documentos para los hermanos. Al atardecer bajé al salón de la condesa y conté una divertida historia sobre B.; sólo cuando todos se echaron a reír a carcajadas me di cuenta de que no debía haberlo hecho.
Me retiro en un estado de ánimo tranquilo y feliz. Dios mío, ayúdame a caminar siguiendo tu senda: 1) vencer la cólera con la mesura y la paciencia; 2) vencer la lujuria con la abstinencia y la repulsión; 3) alejarme de la vanidad, pero no apartarme: a) del servicio al Estado; b) de los cuidados de la familia, c) de las relaciones amistosas; d) de ocupaciones económicas.
27 de noviembre
Hoy me he levantado tarde. Me quedé largo rato en el lecho, abandonado a la pereza. ¡Dios mío!, ayúdame; dame fuerzas para poder seguir tu camino. He leído las Sagradas Escrituras, pero sin el ánimo conveniente. Después vino el hermano Urúsov y hemos hablado de la vanidad del mundo. Me ha contado los nuevos proyectos del Emperador. Empecé a criticarlos, pero me acordé de los preceptos y palabras de nuestro bienhechor: el verdadero masón debe ser un agente activo del Estado cuando éste exige su colaboración y debe contemplar con ojos tranquilos aquellas cosas a las que no fue llamado. La lengua es mi peor enemigo. Me han visitado los hermanos G. V. y O.; hablamos de la admisión de un nuevo hermano. Me imponen las obligaciones de “rector”, pero me siento débil e indigno. Hablamos después de la interpretación de las siete columnas y gradas del templo: siete ciencias, siete virtudes, siete vicios, siete dones del Espíritu Santo. El hermano O. fue muy elocuente. Por la noche tuvo lugar la iniciación. El arreglo del local ha contribuido mucho a la magnificencia de la solemnidad. Fue admitido Borís Drubetskói. Yo propuse su admisión y he sido rector. Un extraño sentimiento me inquietó durante todo el tiempo que permanecí con él en la oscura estancia; noté en mí odio por él y me esforcé en vano en vencerlo. Precisamente por eso desearía sinceramente salvarlo del mal y conducirlo al camino de la verdad. Pero los malos pensamientos referentes a él no me abandonan. Me parece que su propósito, al ingresar en nuestra hermandad, es el de acercarse a ciertas gentes y lograr el favor de los que pertenecen a nuestra logia. Además me ha preguntado en varias ocasiones si N. y S. estaban en nuestra logia (preguntas a las que yo no podía responder); según mis observaciones, no es capaz de sentir respeto por nuestra santa organización: está demasiado ocupado y satisfecho de su persona y apariencia para desear la perfección de su yo espiritual. No tenía razones para dudar de él, pero no me pareció sincero, y durante todo el tiempo que estuvimos a solas en la estancia oscura me pareció que sonreía con desprecio al oír mis palabras, y le habría atravesado gustosamente el pecho desnudo con la espada que, según el rito, apoyaba en él. No pude hablar con elocuencia y tampoco pude comunicar sinceramente mis sospechas al gran maestro y a los demás hermanos. ¡Gran Arquitecto de la Naturaleza, ayúdame a encontrar los verdaderos caminos que nos conducen fuera del laberinto de la mentira!