Danza de sombras

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Danza de sombras, Garwood Julie-- . Жанр: Триллеры. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Danza de sombras
Название: Danza de sombras
Автор: Garwood Julie
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 440
Читать онлайн

Danza de sombras читать книгу онлайн

Danza de sombras - читать бесплатно онлайн , автор Garwood Julie

Jordan Buchanan est? encantada de que su hermano Dylan y su mejor amiga Kate MacKenna se casen. Durante la boda, un exc?ntrico profesor de historia medieval advierte que entre los clanes de la pareja existe una enemistad que se remonta a una antigua disputa que se origin? en Escocia, cuando los Buchanan robaron un codiciado tesoro de los MacKenna…

Un maleante poderoso y amenazador, un hombre que esconde un secreto y una inesperada historia de amor son los fascinantes elementos con los que Julie Garwood crea esta novela de suspense rom?ntico. Una obra que encantar? a las fans de la serie Buchanan y que, como se puede leer de forma independiente, le har? ganar a?n m?s seguidoras.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 29 30 31 32 33 34 35 36 37 ... 69 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

– Eso parece, Joe -asintió Noah.

– El golpe le fracturó el cráneo -concluyó Joe-. Tuvo que ser alguien fuerte. Alguien muy fuerte.

Los dos hombres se volvieron a la vez para mirar a Jordan. ¿Se estarían preguntando si disponía de la fuerza suficiente para matar a Lloyd? Jordan cruzó los brazos y le frunció el ceño a Noah. Más le valía no estar pensando semejante disparate.

Joe se volvió de nuevo hacia el cadáver de Lloyd.

– ¿Qué está pasando? -soltó, frustrado-. ¿Dos cadáveres en cuánto? ¿Dos días? ¿Tres?

– ¿Es tu primer homicidio? -preguntó Noah.

– El segundo si cuentas al profesor MacKenna -dijo-. Aunque no vi el cadáver, yo llevo la investigación ahora. Éste es el segundo asesinato que ha habido nunca en Serenity. Somos una comunidad pacífica. Bueno, lo éramos hasta que tu novia llegó al pueblo y los hombres empezaron a caer como moscas.

Noah dejó pasar que Joe supusiera que Jordan era su novia.

– Ya sabes que ella no lo ha hecho. Ella no ha matado a ninguno de los dos hombres.

– Lloyd era mi principal sospechoso. Tuvo el coche en el taller, así que tuvo la oportunidad.

– ¿Y el móvil? -preguntó Noah.

– Todavía no lo había averiguado. Voy a recibir ayuda. Hay dos ayudantes del sheriff de camino hacia aquí, y los dos tienen más experiencia.

– ¿En homicidios?

– No lo sé -contestó Joe a la vez que se encogía de hombros-. También vienen dos inspectores de Bourbon.

– ¿Dónde está el forense? -preguntó Noah, que consultó la hora-. Ya llevamos esperando cuarenta y cinco minutos. ¿Y dónde están los de la científica?

– Las cosas van mucho más despacio en los pueblos, ya lo sabes. Todos tienen que venir a Serenity desde otros sitios. Y ya están de camino -aseguró Joe.

– Ya sabes que tengo amigos que te pueden ayudar.

– Ya lo sé -asintió Joe-. Y si necesito la ayuda del FBI, la pediré.

– ¿Qué pasa con el sheriff Randy?

– Esta tarde me reuniré con él. Ayer por la noche me llamó e íbamos a vernos esta mañana -explicó-. Pero ahora que tengo que encargarme de esta situación -indicó señalando a Lloyd con la cabeza-, he tenido que posponer la reunión, y también la visita que íbamos a hacer tú y yo a la casa de MacKenna.

– Quiero ir contigo -comentó Noah.

– No. -Joe sacudió la cabeza-. Randy me conoce. Si estás presente, no soltaría prenda sobre su hermano.

– ¿Dónde está su hermano? Y no se te ocurra decirme que no podré hablar con él -dijo Noah.

– No sé dónde está J.D., pero Randy me lo dirá. Entonces decidiremos qué hacer.

¿Qué había que decidir? J.D. había agredido a Jordan. Deberían arrastrarlo hasta la cárcel y allí encerrado. No había demasiado que decidir.

– Si no detienes a J.D., lo haré yo.

– ¿Es una amenaza? -soltó Joe con la cabeza ladeada y el ceño fruncido.

– Ya lo creo -gruñó Noah.

Joe levantó las manos en un gesto conciliador.

– Muy bien, muy bien -dijo-. De acuerdo. Pero, por favor, deja que hable a solas con Randy. Yo vivo en este pueblo -le recordó-. Tengo que intentar hacerlo todo del mejor modo posible, así que permíteme que vaya paso a paso.

A diferencia de Joe, Noah no quería ni necesitaba llevarse bien con nadie. Iba a decirle que no iba a tener paciencia y que, de una forma u otra, hablaría con los dos hermanos Dickey, pero Jordan le llamó la atención al levantarse y acercarse a él.

– Joe -dijo mientras recorría el brazo de Noah con una mano para tranquilizarlo-, Noah y yo estaremos encantados de ayudar en todo lo que podamos. ¿Verdad, Noah? -Cuando éste la miró sin responder nada, se apoyó en su costado y repitió-: ¿Verdad?

– Por supuesto -contestó por fin Noah, que no había estado nunca en una situación tan absurda. Tenía un cadáver en el maletero, un policía inexperto, puede que inepto, llevaba la investigación, y una mujer que poco a poco lo iba volviendo loco quería que fuese amable.

– Supongo que os quedaréis un poco más en Serenity -afirmó Joe. No era ninguna pregunta.

– Sí -aseguró Noah-. Hasta ahora, Jordan es la única relación entre el profesor y Lloyd.

– Iré a avisar a Amelia Ann de que esta noche volveremos a necesitar las habitaciones -se ofreció Jordan.

– No te alejes de mí -dijo Noah, que la sujetó por el brazo y tiró de ella hacia atrás.

– Voy a…

– Ya lo sabe -indicó Noah mientras señalaba con la cabeza la ventana que había al otro lado del muro. Amelia Ann y Candy estaban observándolo todo con los ojos desorbitados. Por suerte, desde su posición no podían ver el interior del maletero del coche.

Joe sugirió que los dos volvieran a entrar en el motel.

– No es necesario que esperéis aquí conmigo. Os llamaré en cuanto haya terminado aquí y haya hablado con Randy.

Noah rodeó los hombros de Jordan con un brazo y se dirigió hacia el edificio.

– ¿Noah? -dijo Joe.

– ¿Sí?

– Necesitaréis otro coche.

– Eso parece. -Noah notó cómo los hombros de Jordan cedían bajo su brazo-. ¿Estás bien, cariño? -preguntó.

– Sí -contestó con un suspiro-. Pero estoy empezando a pensar que después de todo este pueblo no es tan agradable.

Capítulo 18

Aunque los agentes Chaddick y Street de la oficina regional del FBI no estaban asignados oficialmente al caso, hacían todo lo que podían para ayudar a Noah a averiguar qué estaba pasando.

Los dos les llevaron otro coche a Noah y a Jordan, un Toyota Camry. Jordan, que llegados a ese punto, estaba más que asustada, insistió en que uno de ellos abriese el maletero y echase un vistazo dentro antes de subirse al Toyota. El agente Street tenía un sentido del humor bastante retorcido. Le pareció gracioso que la hermana de Nick hubiese encontrado otro cadáver y dijo, entre risas, que atraía «a los fiambres».

Chaddick le entregó a Noah un sobre grande.

– Aquí tienes todo lo que pediste -aseguró-. Hay copias de los extractos bancarios de MacKenna del año pasado, pero puedo conseguirlos todavía más antiguos si quieres.

– No hay duda de que MacKenna estaba metido en algo -afirmó Street-. Estuvo ocho meses ingresando dinero en efectivo. Cinco mil dólares cada quince días.

– E iba hasta Austin a hacer esos ingresos -intervino Chaddick-. También se compró un coche nuevo hace ocho meses, y el cuentakilómetros indica que lo había utilizado mucho desde entonces. Uno de los ayudantes de la universidad donde daba clases me dijo que el profesor había recibido una herencia.

– Una herencia extraña -comentó Street-. Dinero en efectivo, cuya procedencia resulta imposible de rastrear, cada quince días.

– ¿Y el registro de sus llamadas telefónicas? -preguntó Noah.

– También está en el sobre -dijo Chaddick-. En los seis meses que vivió en esa casa, sólo recibió un par de llamadas de telemarketing. Tampoco aparecen llamadas salientes, salvo una muy corta a alguien media hora antes del momento en que J.D. Dickey afirma haber recibido el soplo de que había un cadáver en el coche de Jordan.

– ¿Me estás diciendo que alguien llamó a J.D. desde la casa de MacKenna?

– Pues sí.

– Pero yo llamé al profesor -intervino Jordan-. Cuando llegué a Serenity. Me había dado su número. Esa llamada tiene que figurar en alguna parte.

– ¿Y las llamadas del móvil? -comentó Noah a los agentes.

– No encontramos ningún móvil registrado a nombre de MacKenna -contestó Street-. Si me das el número al que llamaste, Jordan, lo comprobaremos.

– Fuimos más allá y pedimos a dos de los nuestros que procesaran el coche de MacKenna. Me apuesto lo que sea a que las únicas huellas dactilares que encontrarán serán las suyas -soltó Chaddick-. Joe Davis está desbordado, pero no quiere pedirnos ayuda. ¿Quieres que nos impongamos? Podríamos asumir el caso y sacaros de aquí.

1 ... 29 30 31 32 33 34 35 36 37 ... 69 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название