-->

El Sueno Robado

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу El Sueno Robado, Marinina Alexandra-- . Жанр: Прочие Детективы. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
El Sueno Robado
Название: El Sueno Robado
Автор: Marinina Alexandra
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 264
Читать онлайн

El Sueno Robado читать книгу онлайн

El Sueno Robado - читать бесплатно онлайн , автор Marinina Alexandra

Publicada en Rusia en 1995 y en Espa?a en 2000, la segunda de la saga Kam?nskaya.

Una corta sinopsis de la novela ser?a aquella en la que se hable de las fantas?as de Vica: alguien le roba sus sue?os y luego los cuenta por la radio. Vica es una hermosa secretaria de una gran empresa privada de Mosc?, cuyo trabajo nada tiene que ver con las labores de secretariado: servir caf? y licores a los socios extranjeros cuando visitan la ciudad y, si la situaci?n lo requiere, presta otros servicios a?n m?s alejados de su trabajo. Ella, por su cuenta, busca en sus ratos libres otros compa?eros con los que compartir alcohol y sue?os. Nadie se asombra cuando Vica aparece estrangulada y torturada a muchos kil?metros de Mosc?. La polic?a entonces, empujada por la mafia, asegura que se trata de un caso m?s del alarmante alcoholismo que se extiende por toda Rusia. Pero Anastasia Kam?nskaya se hace con la investigaci?n del caso. Los sue?os no es s?lo lo que le robaban a Vica.

Historia de mafia, corrupci?n y enga?os editoriales con ra?ces en el mundo sovi?tico, cuando la corrupci?n no ten?a freno y todo el mundo lo aceptaba en bien de la “Patria Grande”. Con la Perestroika todo ese mundo construido sobre la falsedad -y la primera falsedad es que nos dec?an que era un mundo comunista- se hunde dispar?ndose la corrupci?n hasta l?mites insospechados.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 50 51 52 53 54 55 56 57 58 ... 97 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

Sin pérdida de tiempo, Arsén acudió a ver al tío Kolia. Como era su costumbre, empezó dando rodeos y luego, con suavidad, condujo la conversación hacia la cuestión clave.

– ¿Recuerdas comprobar si te siguen?

– Sí.

– ¿Controlas a tus chicos?

– ¿A qué viene esto? -torció el gesto el tío Kolia-. En los dos años no he pinchado ni una vez.

– No has pinchado pero pincharás -masculló agoreramente Arsén-. Ya llevan siguiéndote dos días. Lo mismo que a tu chaval, aquel que no pudo encontrar la nota en casa de Kartashov.

– ¿A Saniok?

– Tú sabrás mejor que yo a quién mandaste allí. ¡Cómo has podido bajar la guardia hasta este punto, Chernomor de pacotilla! Por culpa de tu negligencia…

– No le comprendo -le interrumpió calmosamente el tío Kolia-. Si lo sabía, ¿por qué no me avisó en seguida? Pero si ni usted lo sabía, entonces no entiendo cómo puede reprocharme nada. Creo que habíamos acordado un reparto de tareas. Nosotros seguimos sus indicaciones y usted nos garantiza la seguridad… Y deje de bufarme. Después de dos condenas en los campos esto no me impresiona.

En su fuero interno, Arsén tuvo que conceder al menos parte de razón a su interlocutor. Era cierto, el tío Kolia no respondía de la seguridad, que era de la incumbencia de Arsén. ¡Pero la dejadez debía tener algún límite! Al fin y al cabo, un mercenario no podía confiarse por completo a los cuidados de un padrino, que le iría detrás limpiando las porquerías que dejaba a su paso.

– No eres quién para indicarme qué es lo que sé y qué tengo que hacer -respondió Arsén secamente-. Eres un inútil si no te has dado cuenta de que tu chaval juega a dos barajas.

– ¿Por qué lo dice? -el asombro del tío Kolia no era fingido.

– Porque, amigo mío, le ha sido demasiado fácil salir del piso de Kartashov. Había entrado en casa ajena, le contó al dueño un montón de mentiras y se fue de allí de rositas, sin haber hecho nada de lo que se le había ordenado. Al día siguiente resulta que el dueño, de buenas a primeras, se pone a indagar justamente sobre aquello de que habla la nota. ¿No te da que pensar?

– Vamos a ver, ¿qué insinuaciones son éstas? -preguntó el tío Kolia, que hacía esfuerzos por no levantar la voz.

– Son insinuaciones de que tu mozalbete se ha ido de la lengua. Y una de dos, o bien lo sabes y quieres encubrirle, es decir me engañas a mí y a Serguey Alexándrovich, tu amigo del alma, o bien eres un completo idiota y has dejado que un mocoso te tome el pelo. En cualquiera de estos dos casos te mereces un castigo.

– Es curioso cómo lo presenta. ¿Y qué me dice de su hombre, aquel que le había comunicado que Kartashov estaba de viaje? ¿Piensa castigarle a él también? ¿O le basta con tenerme a mí de cabeza de turco?

– No te preocupes de mi hombre. Tú debes responder de ti y de tus chicos. A partir de hoy no habrá más encuentros. Nos comunicaremos sólo por teléfono y sólo con un filtro doble. Mañana por la mañana voy a comprobar si tu teléfono está intervenido; por si acaso, de momento será mejor que no lo utilices.

– Venga, Arsén, menos lobos, ¿vale? ¿Por qué diablos va a pinchar nadie mi teléfono?

– Porque mucho me temo que a tu chaval le pusieron un rabo en el momento en que salió del piso de Kartashov. Y tú ni siquiera crees oportuno asegurarte de que no te siguen, ni que fueras un ángel sin mácula. Bueno, considera que te he dado el repaso, ahora hablemos de negocios.

El tío Kolia escuchó con atención, sin distraerse, sin hacer preguntas superfluas. Por un lado, a Arsén le parecía de perlas, no aguantaba tener que explicar sus ideas y contestar a las preguntas. Pero por otro, la docilidad del tío Kolia, dispuesto a cumplir a rajatabla todo lo que se le decía, sin molestarse en entender el sentido último de la orden, le daba mala espina. Sin captar el sentido, creía Arsén, sería incapaz, en caso de que las cosas se torciesen, de tomar una decisión acertada. Pero también era verdad que, cuando alguien comprendía todo lo que una orden implicaba, llegaba a saber demasiado y se volvía peligroso…

Cuando sonó el teléfono Nastia se estremeció pero Liosa Chistiakov descolgó sin mirarla siquiera. Había desistido de volver a verla hablar por teléfono algún día.

– Supongo que Anastasia Pávlovna no está, como de costumbre -dijo la voz familiar, la misma con la que Liosa estuvo conversando la noche anterior-. Así que le rogaré que sea tan amable y le diga que he llamado y que esta vez le sugiero que vuelva a leer la obra de Jack London, en particular, los cuentos incluidos en el quinto volumen.

– ¿Pero qué quiere que le diga, exactamente? ¿Que vuelva a leer el volumen cinco?

– Quiero que le diga que cada paso suyo traerá una cola de disgustos.

– ¿Qué clase de disgustos?

– Los mismos de los que habla Jack London. Que le lea.

Se oyeron pitidos breves: había colgado. Por reflejo, Liosa miró el reloj. No, no había conseguido entretener a su interlocutor para que la conexión superase los tres minutos, como le había pedido Nastia. El identificador de llamadas recién instalado no mostraba ningún número porque su comunicante había utilizado una cabina pública.

– Perdona -le sonrió a Nastia con expresión dolorida-. No ha salido pero lo he intentado. Ha dicho que te aconseje que vuelvas a leer el volumen cinco de las obras completas de Jack London. Y que cada paso tuyo traerá una cola de disgustos.

Inmóvil, Nastia se sentaba delante de la mesa de la cocina, asiendo con las dos manos una cucharilla de alpaca que había estado a punto de colocar sobre el platillo y se olvidó de hacerlo cuando comprendió quién llamaba. Tenía la sensación de que las manos y los pies se le habían entumecido hasta el punto de desaparecer. Necesitaba hacer acopio de fuerzas, ponerse en pie, llegar hasta la puerta del apartamento, luego hasta la escalera, luego hasta el piso de Margarita Iósefovna, necesitaba llamar por teléfono y preguntar… Ay, Señor, qué camino más largo, qué difícil iba a ser recorrerlo, nunca reuniría la energía necesaria, se derrumbaría antes de cruzar el umbral y nunca más llegaría a levantarse. Al diablo con el teléfono, que escuchen si quieren. Incluso era mejor así, rectificó en seguida, sería tonto no hacer esa llamada desde su propia casa. Ese hombre acababa de transmitirle una información y lo lógico era que la comprobase de inmediato. Además, si no la oyesen telefonear y solicitar tal comprobación, se darían cuenta de que acostumbraba a utilizar el teléfono de algún vecino.

Nastia marcó el número de Chernyshov de prisa. Luego miró, sin verle, a Liosa, que continuaba de pie junto a la cocina y repetía por cuarta vez la misma pregunta:

– ¿Quieres que te traiga el volumen cinco de Jack London?

– ¿Eh? ¿Cómo dices?… No, gracias, no hace falta.

– ¿No sientes curiosidad?

– Siento miedo.

– ¿Por qué?

– Porque, sin duda alguna, se trata de Los favoritos de Midas. Y esto significa que cualquier testigo al que me acerque morirá sin remedio.

– ¿Seguro que sin remedio? -preguntó Liosa incrédulo, sentándose despacio sobre un taburete y quitándole de los dedos la cucharilla de alpaca, que Nastia seguía asiendo con fuerza.

– Pronto lo sabré.

– ¿Y si te equivocas? Tal vez en ese volumen haya otros cuentos que tienen que ver con esta situación.

Nastia movió la cabeza con gesto de desesperanza.

– No, lo recuerdo bien. De pequeña leí y releí aquel volumen una decena de veces como mínimo.

– ¿Y si se trata de otra edición? ¿Y si su volumen cinco incluye otras obras completamente distintas?

– Liósenka, cariño, no te molestes en tranquilizarme. Se trata de esta edición, de ninguna otra, porque la tengo colocada en mi librería en el lugar más visible. El que entró en mi piso se acercó a la librería y se fijó en ella. Ya verás quién tiene razón cuando llame Andrei.

Sentados en la cocina, esperaron la llamada de Chernyshov en silencio. Liosa se entretuvo haciendo un solitario, Nastia pelaba meticulosamente las patatas. Se había quedado tan absorta en sus pensamientos que sin darse cuenta llenó hasta los bordes una enorme olla de tres litros. Entonces se llevó las manos a la cabeza y se volvió hacia Liosa:

1 ... 50 51 52 53 54 55 56 57 58 ... 97 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название