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La Telara?a China

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La Telara?a China
Название: La Telara?a China
Автор: See Lisa
Дата добавления: 16 январь 2020
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La Telara?a China - читать бесплатно онлайн , автор See Lisa

Inspectora Liu, ?necesito recordarle que China tiene costumbres y rituales para tratar a sus hu?spedes? Use su shigu, su experiencia de la vida.

Todos los extranjeros, tanto si se trata de desconocidos o de demonios como este visitante, son potencialmente peligrosos. No demuestre ira ni irritaci?n. Sea humilde, prudente y cort?s.

El viceministro apoy? la mano sobre el hombro de la inspectora.

H?gale creer que existe un v?nculo entre usted y ?l. As? hemos tratado a los extranjeros durante siglos. As? tratar? usted a este extranjero mientras sea nuestro hu?sped.”`

En un lago helado de Pek?n aparece el cad?ver del hijo del embajador norteamericano. La dif?cil y ardua investigaci?n es asignada a la inspectora Liu Hulan. A miles de kil?metros, un ayudante de la fiscal?a de Los ?ngeles encuentra en un barco de inmigrantes ilegales el cad?ver de un Pr?ncipe Rojo, el hijo de uno de los hombres m?s influyentes de China…

Una impactante novela de intriga que recrea el conflicto que se produce entre dos pa?ses diametralmente opuestos cuando sus gobiernos se ven obligados a colaborar en pie de igualdad.

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Luego, Jack llenó los vasos animadamente, los pasó a los demás de uno en uno y luego alzó el suyo.

– Creo que la palabra es ganbei -dijo.

– Ganbei!

– Ganbei!

– ¡Fondo blanco!

Para la segunda ronda, Jack echó hielo en los vasos, pero debido al cambio horario y que tenían el estómago vacío, el licor acabó por disipar cualquier inhibición.

Hulan tradujo las palabras difíciles del menú e intentó explicar a su compatriota los ingredientes que llevaban platos como el ajiaco con papaya o los raviolis frescos con mascarpone. Peter fue prudente y pidió el pato «hecho al estilo cantonés», que resultó ser un cuarto de pato entero. Peter lo miró, perplejo, y luego emitió un gruñido de contento cuando depositaron un plato con un enorme bistec, grueso, aromático y en una sola pieza, delante de Jack Campbell. Peter aguardó a que Hulan cogiera cuchillo y tenedor y empezara a cortar su carne en trozos pequeños antes de atacar la suya con los bárbaros utensilios.

Cuando regresaron al hotel, todos estaban ahítos de comida y bebida, y a David le pareció un milagro que a Jack no le hubieran detenido por conducir bajo los efectos del alcohol. Al llegar al Biltmore, David, Hulan y Peter se apearon. Peter bostezó, dijo adiós con la mano y desapareció por la doble puerta del Biltmore con sus compras en la mano. Hulan le siguió inmediatamente después.

David aguardó bajo el frío aire nocturno. Cuando su coche apareció por la esquina, le dio un billete de diez al mozo, volvió a meterse el ticket en el bolsillo y entró en el hotel. Al llegar a la habitación de Hulan, llamó quedamente a la puerta. Ella la abrió y lo atrajo hacia el interior. Se lanzaron con frenesí a desabrochar botones y bajar cremalleras, despojándose mutuamente de seda y algodón, gabardina y cachemira. La piel de Hulan era cálida bajo las caricias de David. Ella buscó sus labios con los suyos. El aroma de ella llegó a él como de un sueño lejano. Hacía doce años que no estaban juntos de aquella manera, pero las manos y los labios de David parecían recordar cómo tocarla. Poco a poco sus frenéticas caricias se disolvieron en un ritmo lánguido. El resto de la noche fue más dulce y más salvaje de lo que él podía haber imaginado. Pero por aguda que fuera la primitiva sensación del dolor de la pasión y el exquisito placer del orgasmo, una parte de David se mantuvo distante. Amaba a Hulan, pero sabía que debía ser precavido con ella.

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