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El Senuelo

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El Senuelo
Название: El Senuelo
Автор: Parker Robert B.
Дата добавления: 16 январь 2020
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El Senuelo - читать бесплатно онлайн , автор Parker Robert B.

Spenser has gone to London – and not to see the Queen. He's gone to track down a bunch of bombers who've blown away his client's wife and kids. His job is to catch them. Or kill them. His client isn't choosy.

But there are nine killers to one Spenser – long odds. Hawk helps balance the equation. The rest depends on a wild plan. Spenser will get one of the terrorists to play Judas Goat – to lead him to others. Trouble is, he hasn't counted on her being very blond, very beautiful and very dangerous.

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Fuimos en pos de Zachary. Se movía pesadamente rampa abajo, ligeramente adelantado.

– Estoy seguro de que podremos atraparlo pero ¿qué haremos con él? -me consultó Hawk.

– Se acabaron las amabilidades -respondí.

El labio se me estaba hinchando y me costaba trabajo hablar con claridad. Salimos del estadio, pasando junto a un par de sobresaltados acomodadores, y corrimos por la terraza exterior que conducía a la zona de los puestos de alimentos y de las concesiones.

Zachary bajó la escalera del extremo de la terraza de a dos peldaños por vez. Aunque tenía el tamaño de un autocine, era un tío muy ágil y veloz. Al pie de la escalera giró a la izquierda, rumbo al edificio de los nadadores. Apoyé una mano en la barandilla, salté el muro de contención y aterricé sobre él, dos metros y medio más abajo. El choque con mi cuerpo lo lanzó hacia delante y ambos caímos despatarrados en el suelo de cemento. Le rodeé el cuello con el brazo al caer, pero rodó encima de mí y se liberó. Hawk rodeó el ángulo de la escalera y pateó a Zachary en un lado de la cabeza mientras se incorporaba. Ni se dio por enterado. Se puso en pie y siguió corriendo. Hawk le aplicó un gancho de derecha en el cuello, pero Zachary gruñó, apartó a Hawk y siguió avanzando. Hawk y yo nos miramos a ras del suelo.

– Tal vez tengas que apelar a todas tus habilidades -dije.

– Zachary sabe correr, pero le resultará imposible esconderse -dijo Hawk y continuamos la persecución.

Una vez superada la zona de las piscinas, Zachary viró a la izquierda y subió por una larga y empinada colina hacia el parque que abarcaba ese extremo del estadio.

– La colina lo dejará sin resuello -le comenté a Hawk.

– A mí tampoco me hace bien -contestó Hawk, pero su respiración aún era tranquila y seguía moviéndose como un mecanismo de relojería.

– Le costará esfuerzo desplazar ciento treinta y ocho kilos cuesta arriba. Cuando lo alcancemos estará cansado.

Zachary avanzaba penosamente algo más adelante. Incluso a cincuenta metros de distancia podíamos ver el sudor que empapaba su camiseta de rayas. La mía también estaba mojada. Miré hacia abajo sin dejar de correr. Mi ropa estaba húmeda de sangre que seguramente manaba del labio abierto. Miré a Hawl: la mitad inferior de su rostro estaba cubierta de sangre y también se había salpicado la camisa. Uno de sus ojos empezaba a cerrarse. Acortamos distancias. Tantos años de practicar diariamente de cinco a ocho kilómetros de jogging me vinieron de perillas. Notaba ágiles las piernas, respiraba sin dificultades y el sudor que comenzó a cubrirme pareció facilitar un poco más el movimiento. En la colina no había tanta gente y, si vimos a alguien, no nos enteramos. La carrera se tornó hipnótica: el ritmo uniforme de nuestras pisadas, el balanceo de nuestros brazos, los pies de Hawk que casi no producían ruido alguno al tocar el suelo mientras subíamos por la larga colina. Cerca de la cima estábamos prácticamente detrás de Zachary. Al llegar a la cumbre se detuvo, hinchó el pecho, la respiración rascó su garganta herida y el sudor cubrió su rostro. Ligeramente por delante y por encima de nosotros, con el sol a las espaldas, Zachary se detuvo y aguardó, alto y enorme, como si se hubiera incorporado sobre las patas traseras. Lo habíamos acorralado.

Capítulo 28

Hawk y yo aminoramos el paso y nos detuvimos a un metro y medio de Zachary. Dos atletas -un hombre y una mujer- que estaban practicando ejercicios se detuvieron a corta distancia y nos contemplaron.

Hawk se situó a la derecha de Zachary. Éste giró ligeramente hacia él y yo me desplacé algo más hacia su izquierda. Zachary volvió a ponerse derecho. Hawk se aproximó. Zachary apenas se volvió hacia Hawk y yo me abrí paso poco a poco. Zachary soltó un gruñido. Tal vez intentaba hablar, pero emitió una especie de bufido. Cuando dio un paso hacia mí, Hawk se acercó y volvió a golpearlo en el cuello.

Zachary refunfuñó y se abalanzó sobre Hawk. Éste se había situado fuera de su alcance, pero yo estaba dentro del brazo de Zachary y le golpeaba el cuerpo, izquierda, derecha, izquierda, derecha. Era como practicar con un pesado saco de arena. Volvió a refunfuñar e intentó abrazarme. Cuando se movió, Hawk se situó tras él y le pegó en los riñones, gancho de izquierda, gancho de derecha. Los golpes dieron en el blanco sin consecuencias evidentes. Me apretó un poco más. Pensaba acabar conmigo y ocuparse luego de Hawk. Apliqué ambas manos siguiendo el borde de la mandíbula, donde la cabeza se unía al cuello. Zachary apretó un poco más. Empecé a ver estrellitas. Apoyé ambas manos bajo su barbilla y me debatí contra su abrazo, empujando lentamente su cabeza. Hawk dio la vuelta y, de a un dedo por vez, intentó separarle las manos. El apretón cedió y quedé libre.

Hawk practicó una combinación de golpe seco con la izquierda y gancho de derecha en el mentón. La cabeza de Zachary volvió a quedar en su sitio. Hawk se apartó, sacudiendo la mano derecha. Mientras Hawk se movía, Zachary le pegó con el dorso de la mano derecha y mi amigo cayó al suelo.

Pateé la entrepierna de Zachary. Se volvió a medias y estuve a punto de errar, pero gruñó de dolor. Hawk se alejó a rastras y se incorporó. Estaba cubierto de sangre, lo mismo que Zachary. Todos sangrábamos y estábamos manchados por la sangre de los otros. Zachary respiraba roncamente. Parecía tener dificultades, como si se le estuviera cerrando la garganta a la altura en que Hawk le había dado un golpe. A lo lejos sonaba una sirena, pero donde nos encontrábamos no había persona alguna.

Hawk trazó un círculo delante de Zachary, balanceándose ligeramente.

– Negro de mierda -murmuró Zachary roncamente y escupió en dirección a Hawk.

Lo rodeé por el otro lado. Seguíamos estrechando el círculo. Al final quedamos demasiado cerca y Zachary se apoderó de Hawk. Salté sobre la espalda de Zachary e intenté ir a por todas. Era demasiado corpulento y fuerte. Me apartó antes de que pudiera golpearlo, pero Hawk quedó libre y le dio dos puñetazos más en el cuello. Zachary gruño de dolor.

Seguía aferrado a su espalda. Ambos estábamos resbaladizos a causa del sudor y la sangre, olíamos mal y estábamos agotados. Logré encajar parcialmente un brazo bajo su barbilla pero me fue imposible alzarlo. Estiró hacia atrás el brazo derecho y me sujetó de la camisa. Hawk volvió a darle dos golpes en el cuello y esta vez el dolor sí que fue real. Percibí el estremecimiento de su cuerpo y su queja me pareció muy acongojada. Estábamos progresando.

Con un brazo me pasó por encima del hombro, me sujetó por el interior del muslo y me arrojó sobre Hawk. Los dos caímos y Zachary se acercó soltando patadas. Me alcanzó en las costillas y volví a ver estrellitas. Me incorporé, Hawk hizo lo propio y volvimos a trazar un lento rodeo. Zachary hinchó el pecho al tomar aire. Ante mis ojos bailaban los miasmas del agotamiento. Hawk escupió un diente. La sirena sonaba más próxima.

– Si no acabamos pronto con él, llegará la poli -dijo Hawk.

– Ya lo sé -respondí y volví a acercarme a Zachary.

Zachary se abalanzó masiva pero lentamente sobre mí. Estaba fatigado y le costaba trabajo respirar. Eludí su brazo y le golpeé en el vientre. Intentó rematarme de un puñetazo pero volvió a fallar y Hawk le dio nuevamente en los riñones. Golpes fuertes y de experto. Zachary gimió. Arremetió contra Hawk lenta y pesadamente, como la última sacudida de una máquina averiada.

Le pegué en el cuello, detrás de la oreja, pero no como un boxeador. Eché el puño hacia atrás tanto como pude, como si de una honda se tratara, y volqué mis noventa kilos en el puñetazo. Lo teníamos liquidado y yo quería poner fin a esa historia. Zachary se tambaleó y se volvió a medias. Hawk lo golpeó como había hecho yo, con derechazos demoledores, y Zachary volvió a tambalearse. Me acerqué y volví a golpearlo en el plexo solar, derecha, izquierda, derecha, y Hawk lo cogió por detrás primero con el codo izquierdo y a continuación con el antebrazo derecho, golpeando en una secuencia oscilante la nuca de Zachary. Éste volvió a girar y, balanceando el brazo como si se tratara de la rama de un árbol, arrojó a Hawk al suelo.

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