La Mano Del Amo
La Mano Del Amo читать книгу онлайн
En un territorio dividido por una zanja construida un siglo antes?una muralla china hacia abajo?, el para?so no est? en el mismo sitio para todos. Unas monta?as amarillas esconden la felicidad, hay un r?o redondo de aguas p?rpuras, una luna con lunas, un pa?s sin mapas y un tiempo solitario y sin pasado, donde conviven vivos y muertos, recuerdos, sue?os y realidades.
En la familia de Carmona, Madre decide el destino de los dem?s. Ella es tambi?n quien no pierde su poder ni siquiera con la muerte. Carmona es un cantante de voz prodigiosa para quien la dicha del para?so consiste en ser hu?rfano. Ha heredado una casa y unos gatos que prolongan la voluntad de Madre, quien s?lo se quiere a s? misma.
El autor de El vuelo de la reina, Premio Alfaguara de novela 2002, crea aqu? un universo distinto que nos permite acercarnos al humor y al sexo y encontrarnos tambi?n con otros temas que nos preocupar?n siempre: los conflictos sociales y pol?ticos, el destino, la muerte, y la b?squeda de la felicidad en un mundo en continuo proceso de transformaci?n. Pero, sobre todo, esta novela puede ser le?da como una par?bola sobre la creaci?n art?stica doblegada por el poder.
Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала
A la puerta estaban tres tipos con grandes mostachos abrillantados, que hacían girar sus sombreros entre los dedos. Sonreían y trataban de mostrarse corteses. Llevaban tatuada en el cuello una media luna azul.
– Queremos avisarle que los Alamino se irán pronto, apenas se case Leticia -dijo el más alto-. Y le rogamos que nos disculpe por las molestias que han causado nuestros gatos. Les pondremos un bozal, y sus pájaros tendrán paz.
Padre no supo qué responder. Lo descolocaban aquellos viejos tan bobos, tan sin malicia, que por todo pedían perdón. Tuvo ganas de golpearlos, de hacerlos llorar. Pero se quedó en el zaguán tomando frío, mientras los veía alejarse.