La Provincia Del Hombre
La Provincia Del Hombre читать книгу онлайн
No sirve de nada; uno puede cantarse coros a s? mismo, admirar a can?bales, estar doscientos a?os bajando por el tronco de un ?rbol al que antes hab?a trepado; uno puede encerrar al mes como a un loco, en inofensivas cruzadas ir de peregrinaci?n a Palestina con toda una quincaller?a en el cuerpo, escuchar a Buda, amansar a Mahoma, creer en Cristo, vigilar un capullo, pintar una flor, malograr la aparici?n de una fruta; uno puede tambi?n ir detr?s del sol, as? que ?ste se dobla; ense?ar a los perros a maullar, a los gatos a ladrar, devolverle todos los dientes a un centenario, cosechar bosques, regar calvas, castrar vacas, orde?ar bueyes; uno puede hacerlo todo con excesiva facilidad (termina uno tan r?pidamente con todo), aprender la lengua del hombre de Neanderthal, cortar los brazos de Shiva, quitar de las cabezas de Brahma los Vedas que est?n anticuados, vestir los Vedas desnudos; impedir que en los cielos de Dios canten los coros de ?ngeles, espolear a Lao-Tse; incitar a Confucio a que asesine a su padre, arrebatarle a S?crates la copa de cicuta; quitarle de la boca la inmortalidad; uno puede…, pero no sirve de nada, no hay nada que sirva para nada, no hay qu? hacer, no hay m?s pensamiento que ?ste: ?cu?ndo se dejar? de asesinar?
Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала
Se desgarró el corazón hasta hacerlo jirones. No era más que terciopelo.
El deudo que ha heredado 100 amigos. Está satisfecho.
Para domar fieras les sopla en la nariz. Cuando el domador dijo esto me acordé del gusto que me daba y de cómo me ponía meloso cuando me soplaban en los oídos .
Peligros del orgullo: uno se vuelve tan orgulloso que ya no se mide con nadie. Ya no confía en nadie a quien tenga miedo. Sólo se confía entre aquellos que le admiran. Ya haciendo cada vez menos cosas y al final no hace nada; así es como no pone en peligro su actitud de orgullo.
¿Cómo se aprende a entregar aquello que se domina? ¿Cómo se abre la mano sin que se nos encojan los sentimientos? ¿Cómo anhela uno lo conocido y familiar sin que este anhelo lo atraiga hacia sí? ¿Cómo se renuncia a lo que se posee sin destruirlo?
