Trilogia de la huida
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La Trilog?a de la huida re?ne las tres primeras novelas de Dulce Chac?n: Alg?n amor que no mate, Blanca vuela ma?ana y H?blame, musa, de aquel var?n. "Los tres libros de esta Trilog?a de la huida tienen ese origen com?n, la melancol?a que deja en las personas la lucha que parte de la evidencia de un fracaso: la pareja fracas?, pero hay que reconstruir el amor. Dulce no abordaba ese asunto con un prop?sito previo, ella no hac?a teor?a de lo que iba a escribir, y no escrib?a nada como una teor?a; abordaba las novelas con la misma frescura, y con la misma libertad, con la que abordaba los poemas, como exabruptos de su sentimiento, y en el fondo de sus sentimientos, en el origen de su melancol?a, estaba la evidencia, y la rabia, ante ese fracaso."
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Fugitivo a través de Marruecos, Yunes llegó a pie a Calamocarro, un miserable campamento a las afueras de Ceuta, y allí volvió a sentirse acosado, recluido en un lugar infecto, rechazado por los ciudadanos que prefieren ignorar la miseria que les viene de fuera, y obligan a los fugitivos a alzar sus propias murallas.
—A Yunes aprieta corazón en Calamocarro. País de él está en muy dentro de Yunes. Dice muralias pero no muralias, sólo canias y yerba hacen pared y cartones tamién donde vive. Mucho tarda venir en España a vivir y llora.
Matilde se había llevado las manos a la boca para reprimir un grito, cuando escuchó la historia de Maryam. Ahora se tapaba la cara.
—Yunes busca en ruina noticias pueblo suyo. Dicía que a veces más muy bien alguno veniera de allí. Farida, Yunes, Pedro y Aisha todas semanas primero todos estamos en ruina después menos.
Yunes convenció a las mujeres de que dejaran de buscar a sus muertos. Y las dos comenzaron a esperar noticias de los que habían dejado en Marruecos.
—¿Y nunca escribiste una carta?
—Aisha mucha culpa dentro. A lo primero pena madre de Munir, espero que aparece para no dicir que no aparece, después pena más grande escribir que muerto, después vergüenza no escribido antes.
Con Pedro, y con sus amigos Farida y Yunes, asistía a las reuniones periódicas en casas abandonadas. Ella no había perdido la esperanza de encontrar entre los recién llegados a algún familiar o conocido que le trajera noticias de su pueblo. Pedro quiso llevarla a Marruecos en más de una ocasión, pero ella se negó siempre, Aisha pensaba que la añoranza era un castigo y que los castigos deben cumplirse para limpiar el alma. Los intentos de su marido para que abandonara la dureza con la que se trataba a sí misma fueron siempre en vano, y la llevaba a Punta Algorba cada vez menos, para evitarle la desolación del regreso de una búsqueda inútil.
La intimidad. Matilde escuchó las confidencias de Aisha, y ella las de Matilde. Con Aisha verbalizó tu mujer sus temores. A ella le confesó que estaba perdiendo al hombre que amaba. A ella le dijo que te perdía, sin saber el porqué, pero que no se sentía culpable, como Aisha tampoco debía sentirse por la muerte de su novio.
Matilde le contó a Aisha tu historia, y a ti te contó la historia de Aisha. De noche, frente a la ventana de vuestro dormitorio, conmovida, emocionada, compartiendo contigo el insomnio. Y tú, ahora, no puedes dormir.
