Trilogi­a de la huida

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Trilogi­a de la huida
Название: Trilogi­a de la huida
Автор: Chac?n Dulce
Дата добавления: 16 январь 2020
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Trilogi­a de la huida - читать бесплатно онлайн , автор Chac?n Dulce

La Trilog?a de la huida re?ne las tres primeras novelas de Dulce Chac?n: Alg?n amor que no mate, Blanca vuela ma?ana y H?blame, musa, de aquel var?n. "Los tres libros de esta Trilog?a de la huida tienen ese origen com?n, la melancol?a que deja en las personas la lucha que parte de la evidencia de un fracaso: la pareja fracas?, pero hay que reconstruir el amor. Dulce no abordaba ese asunto con un prop?sito previo, ella no hac?a teor?a de lo que iba a escribir, y no escrib?a nada como una teor?a; abordaba las novelas con la misma frescura, y con la misma libertad, con la que abordaba los poemas, como exabruptos de su sentimiento, y en el fondo de sus sentimientos, en el origen de su melancol?a, estaba la evidencia, y la rabia, ante ese fracaso."

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El ex marido de Ulrike acudió al cementerio. Sus hijos le estrecharon la mano. No le dieron un abrazo. No le dieron un beso. Se levantaron del banco donde esperaban a su madre y no dieron un paso, alargaron el brazo y saludaron a su padre desde lejos, mirándole a la cara, luego bajaron la cabeza, retiraron la mano y volvieron a sentarse. Llevaba un gran ramo de flores.

La llegada de Ulrike puso en pie a los presentes, un murmullo, como de roce de prendas de invierno, disimulaba el silencio. Maren se acercó a Curt, Blanca buscó el brazo de Peter.

Cuatro porteadores vestidos de negro —negras chaquetas de terciopelo fruncidas en forma de capa, tricornios negros ribeteados de negro, cuellos blancos al estilo holandés— depositaron la caja en una especie de andas con ruedas ocultas por faldones negros. Situados cada uno en una esquina del féretro, lo empujaban con suavidad, lentamente. Conducían a Ulrike hacia su tumba por un paseo arbolado.

Recorrieron el cementerio de nuevo, esta vez detrás de Ulrike. Peter lloraba, Blanca se apretaba a él, aferrada a su brazo. Delante de ellos, Maren y Curt, cada uno con un pequeño ramo de flores silvestres que Maren había comprado la víspera. Amigos y familiares caminaban a distancia detrás de los cuatro, una distancia calculada por respeto al dolor. Nevaba. Heiner se quedó en el jardín de Ulrike apartando la nieve de los rosales.

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