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La Buena Tierra

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La Buena Tierra
Название: La Buena Tierra
Дата добавления: 16 январь 2020
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La Buena Tierra - читать бесплатно онлайн , автор Buck Pearl Sydenstricker

This is the Spanish text edition of the 1932 Pulitzer Prize winning novel that is still a standout today. Deceptive in its simplicity, it is a story built around a flawed human being and a teetering socio-economic system, as well as one that is layered with profound themes. The cadence of the author's writing is also of note, as it rhythmically lends itself to the telling of the story, giving it a very distinct voice. No doubt the author's writing style was influenced by her own immersion in Chinese culture, as she grew up and lived in China, the daughter of missionaries.

This is the story of the cyclical nature of life, of the passions and desires that motivate a human being, of good and evil, and of the desire to survive and thrive against great odds. It begins with the story of an illiterate, poor, peasant farmer, Wang Lung, who ventures from the rural countryside and goes to town to the great house of Hwang to obtain a bride from those among the rank of slave. There, he is given the slave O-lan as his bride.

Selfless, hardworking, and a bearer of sons, the plain-faced O-lan supports Wang Lung's veneration of the land and his desire to acquire more land. She stays with him through thick and thin, through famine and very lean times, working alongside him on the land, making great sacrifices, and raising his children. As a family, they weather the tumultuousness of pre-revolutionary China in the 1920s, only to find themselves the recipient of riches beyond their dreams. At the first opportunity, they buy land from the great house of Hwang, whose expenses appear to be exceeding their income.

With the passing of time, Wang Lung buys more and more land from the house of Hwang, until he owns it all, as his veneration of the land is always paramount. With O-lan at this side, his family continues to prosper. His life becomes more complicated, however, the richer he gets. Wang Lung then commits a life-changing act that pierces O-lan's heart in the most profoundly heartbreaking way.

As the years pass, his sons become educated and literate, and the family continues to prosper. With the great house of Hwang on the skids, an opportunity to buy their house, the very same house from where he had fetched O-lan many years ago, becomes available. Pressed upon to buy that house by his sons, who do not share Wang Lung's veneration for the land and rural life, he buys the house. The country mice now have become the city mice.

This is a potent story, brimming with irony, yet simply told against a framework of mounting social change. It is a story that stands as a parable in many ways and is one that certainly should be read. It illustrates the timeless dichotomy between the young and the old, the old and the new, and the rich and the poor. It is no wonder that this beautifully written book won a Pulitzer Prize and is considered a classic masterpiece. Bravo!

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– El hermano mayor no vino hoy a la escuela.

Wang Lung se enfurecía con su primogénito y gritaba:

– ¿Es que tengo que gastar la buena plata en balde?

Y, en su cólera, lanzábase sobre el muchacho con una caña de bambú y le pegaba hasta que O-lan, la madre del muchacho, le oía y salía corriendo de la cocina para interponerse entre padre e hijo, de manera que los golpes llovían sobre ella a pesar de los esfuerzos de Wang Lung por alcanzar a su hijo. Y lo curioso era que si bien se echaba a llorar por la menor represión, el muchacho aguantaba estas palizas con el bambú sin chistar, pálido y demudado como una imagen. Y Wang Lung no sabía cómo explicárselo por más que pensaba en ello día y noche.

Meditando estaba sobre ello cierta noche después de cenar, pues durante el día le había pegado a su hijo por no ir a la escuela, cuando O-lan entró en el cuarto. Entró silenciosamente y se detuvo delante de Wang Lung, quien vio que tenía algo que decirle, por lo que exclamó:

– Dime, pues. ¿De qué se trata, madre de mi hijo?

Y ella respondió:

– Es inútil que le pegues al muchacho como lo haces. Yo he visto sucederles esto a los jóvenes señores de la casa grande: se ponían tristes y melancólicos, y entonces al Anciano Señor les buscaba esclavas, si es que ellos no las habían buscado por su cuenta, y todo pasaba fácilmente.

Pero no es necesario que esto ocurra -contestó Wang Lung rebatiendo su argumento-. Cuando yo era muchacho no tenía esas melancolías, y esos llantos, y esas rabietas, y tampoco tenía esclavas.

O-lan esperó y luego repuso lentamente:

Yo tampoco lo he visto ocurrir así, excepto con los jóvenes señores. Tú trabajabas la tierra, pero él es como un señor y no hace nada en la casa.

Wang Lung quedó sorprendido, pues veía que no dejaba de existir verdad en todo esto. Era cierto que cuando él era muchacho no tenía tiempo para dejarse arrastrar por melancolías, pues tenía que levantarse al amanecer para echar la comida al buey y luego salir con azada y arado a trabajar hasta quebrarse el espinazo. Y si lloraba podía llorar, pues nadie le oía, y si sentía deseos de escapar, como su hijo se escapaba de la escuela, no podía realizarlo porque a su regreso no hubiera hallado nada que comer, de manera que se veía forzado a trabajar. Recordó todo esto y se dijo para sus adentros:

"Pero mi hijo no es así. El es más delicado de lo que yo era, y su padre es rico y el mío era pobre. Su trabajo no es necesario porque ya tengo quien trabaje en mis campos, y además no es posible coger a un estudiante como mi hijo y ponerlo tras el arado."

Y sintiéndose íntimamente orgulloso de tener un hijo así, le dijo a O-lan:

– Bueno, pues si es como un joven señor, es otra cosa. Pero no le puedo comprar una esclava. Le prometeré y le casaremos pronto; eso es lo que hay que hacer.

Y se levantó, dirigiéndose a las habitaciones de Loto.

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