Shanna

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Shanna
Название: Shanna
Автор: Woodiwiss Kathleen
Дата добавления: 16 январь 2020
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Shanna читать книгу онлайн

Shanna - читать бесплатно онлайн , автор Woodiwiss Kathleen

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Shanna lo acariciaba con igual delicadeza. Sus dedos siguieron la línea media del vientre de él recorriendo la línea de vello que descendía desde la suave pelambre del pecho y nuevamente las ascuas de la pasión se convirtieron en llamas devoradoras.

Durante un tiempo durmieron y fue para ambos un sueño natural, sin perturbaciones. Shanna no soñó con lo que hubiera podido perderse y Ruark no tuvo pesadillas con lo que estaba seguro que se había perdido. Sintiendo esa varonil tibieza junto a ella, Shanna despertó de las profundidades del sueño y levantó la cabeza para mirar a Ruark. El yacía de espaldas, con un brazo a través de su cintura y el otro bien separado del cuerpo y su pecho subía y bajaba con la respiración lenta y regular. Shanna no pudo resistir la tentación y pasó la mano por el suave vello del pecho de. él. Con algo parecido al asombro, acarició las costillas y quedó sorprendida por la dureza de los músculos de la cintura. Entonces un dedo le tocó el mentón y lo levantó hasta que ella quedó mirando directamente esos suaves ojos ambarinos. Ahora no sonreían; la miraban con tal intensidad que ella casi se sobresaltó. Quedó sorprendida por su propio abandono porque se apretó contra él y respondió con ardor a la renovada pasión de él. Suspiró cuando él le besó los pechos y con sus manos estrechó contra ella la cabeza de él. El le pasó las manos debajo de los muslos y la levantó hacia él, y nuevamente saborearon la plena felicidad de la unión.

Mucho más tarde, Shanna yacía sobre el pecho de él con su mejilla apoyada en el cuello de Ruark. Las ventanas de la habitación se abrían hacia el este y allí ambos pudieron ver los primeros resplandores rosados que precedían al amanecer. Con un suspiro, Shanna se levantó. Ruark la observó en silencio mientras ella metía los pies en un par de zapatillas, se ponía el vestido y se cubría con la bata. En la puerta, ella se apoyó en el marco y lo miró.

– El pacto ha sido cumplido. -Su voz fue tan baja que Ruark apenas pudo oírla.

Shanna se volvió rápidamente y se marchó. Ruark se sentó en el borde de la cama y escuchó el sonido de las pisadas de ella que se alejaban hacia el porche. Su voz, también, rompió suavemente el silencio.

– Sí Shanna, amor mío, el pacto ha sido cumplido. ¿Pero qué hay, entonces, de los votos que intercambiamos?

Shanna estaba nuevamente animada y alegre, aunque en la noche pasada había dormido muy poco. Era como si la hubieran aliviado de una pesada carga y admitió sinceramente que el cumplimiento del pacto y la restauración de su honor habían obrado maravillas. Ruark no podría exigirle más, no importaban los razonamientos que intentara. El asunto pertenecía al pasado. Ella estaba libre. Había sido un interludio delicioso pero ahora estaba terminado. Shanna podría dedicar su mente a cosas más importantes.

En la actividad del día, Ruark desapareció de su mente. Sentíase alegre, dichosa y eficiente. Por la tarde, su padre hizo de juez para algunas de las querellas que surgían entre su gente. Shanna estuvo a su lado, tomando nota y aconsejando. Después hubo una inspección de los depósitos y los informes de varios administradores fueron debidamente registrados. La cosecha había sido abundante y grandes barriles ron negro y de los más ligeros dorados y blancos estaban apilados en grandes montones, listos para ser embarcados. Balas de cáñamo en bruto traído de otras islas llenaban varios depósitos. Había barriles de añil, muy apreciado por el rico tinte azul que proporcionaba, y una amplia variedad de tabacos, algodón nativo, lino y otras materias primas que Inglaterra necesitaba para sus fábricas.

Shanna y su padre compartieron la cena y ella se retiró con la conciencia tranquila y rápidamente se durmió. El día siguiente pasó en forma muy similar y su noche de pasión quedó olvidada en medio de la actividad.

El quinto día amaneció como los otros pero pronto empezó a nublarse y a soplar brisas caprichosas. Shanna y su padre, en el birlocho, recorrieron las colinas. Trahern decidió abruptamente visitar el lugar donde se construía el nuevo trapiche para verificar el adelanto de los trabajos.

Un extraño sonido temblaba en el aire mientras se acercaban al lugar un golpe sordo, pesado, se producía con intervalos de un minuto y cuando dieron vuelta en un recodo del camino vieron el origen del ruido. Troncos alisados de árboles estaban siendo clavados en el suelo por una gran roca que era elevada por poleas tiradas por varias mulas y a la que después se dejaba caer sobre los troncos.

El carruaje se detuvo y Trahern observó, sorprendido. El mecanismo era bastante sencillo. Sólo había sido necesaria una inteligencia despierta para hacerlo funcionar. Shanna hubiera podido nombrar al inventor antes de que el capataz llegara a recibirlos acompañado por el hombre. Ruark se acercó al birlocho por el lado donde estaba el padre de ella y ante las preguntas del hacendado empezó a explicar cómo los troncos soportarían el peso de enormes rodillos cuando el trapiche estuviera terminado y cómo los rodillos se encargarían de extraer el jugo de la caña de azúcar.

– El único problema es que el herrero tiene bastante trabajo para hacer las partes de hierro cómo le ha indicado el señor Ruark, señor Trahern -dijo el capataz, señalando con su sombrero hacia donde se desarrollaba el trabajo-. Si el hombre termina a tiempo, tendremos todo listo para cuando llegue la siguiente partida..

Trahern estaba escuchando las explicaciones del capataz cuando Shanna levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de Ruark. Una lenta sonrisa dibujóse en los labios de él, y la misma transmitió una extraña nota de confianza, sin amenazas, sin burlas, sin desprecio. Sólo una sonrisa que por alguna razón la turbó más de lo debido. Ella inclinó la cabeza en un fugaz saludo y volvió la cara hacia el otro lado, en 1o que esperó que fuera una clara demostración de rechazo. Su padre hizo una pregunta, pero la respuesta de Ruark no fue oída por Shanna, cuya mente se apartaba de este contacto.

Momentos más tarde reanudaron el paseo hacia la aldea y después hacia la casa. El incidente quedó olvidado y ella se sentía nuevamente libre de toda preocupación a la hora en que sirvieron la cena. Pitney se les unió y después él y el hacendado iniciaron una partida de ajedrez.

Shanna, sintiéndose satisfecha con 1o realizado durante el día, se retiró a sus habitaciones y rápidamente se durmió. Era aproximadamente una hora después de la medianoche cuando despertó de pronto y por completo y quedó mirando la oscuridad de su habitación. Una suave brisa agitaba las hojas de los árboles y las nubes, densas y bajas, daban a la noche una negrura extraña. Entonces comprendió qué la había despertado. Había conocido el calor de un cuerpo muy cerca de ella, labios ardientes que separaban los de ella y brazos que la estrechaban apasionadamente. Había sentido el contacto de una mano en sus pechos, suaves caricias en sus muslos y la virilidad dura y caliente de un hombre entre ellos.

Su confusión le venía de la intensa sensación de deseo que ahora le recorría el cuerpo. ¿Qué hechizo le había hecho Ruark que ella deseaba unirse nuevamente con él? Estaba sola en su cuarto pero tuvo la seguridad de que si él hubiera estado allí ella se le habría entregado, le habría exigido que le diera 1o que tanto ansiaba. Nunca se había sentido tan mujer como cuando jugó a ser su esposa. Aun ahora, mientras yacía en su cama en la habitación a oscuras, se sorprendía de que ningún sentimiento de culpa por esa noche, o por los deseos que ahora experimentaba, la atormentara. El recuerdo de aquella noche de amor, dejado añejarse y fermentar en su cuerpo de mujer, ahora resultaba más embriagador. No podía resistirse a las excitantes evocaciones y el recuerdo de los momentos que había compartido le causaba vértigos.

– Es nada más que un hombre -susurró en la oscuridad-. No tiene nada especial que no tengan otros. Encontraré un marido y con él compartiré las mismas sensaciones.

Cantidades de pretendientes sin rostro que Shanna había rechazado disgustada aparecieron ante su mente. Ninguno pudo despertar una sola chispa de fuego en su sangre, pero cuando en medio de esos rostros olvidados apareció la cara atezada de Ruark, el corazón de Shanna empezó a latir con una dulce violencia que la conmovió hasta el fondo del alma.

– ¿Por qué tiene que ser ese colonial el único capaz de excitarme? -siseó en medio de las sombras. Estaba furiosa consigo misma por haber permitido que él entrara nuevamente en sus pensamientos-. ¡No, 1º rechazaré! ¡El pacto está cumplido! ¡Nada más habrá entre nosotros dos!

Por más que se esforzó para poner toda su determinación en esta promesa, la misma le sonó hueca y cuando volvió a dormirse no tuvo el sueño tranquilo que había disfrutado antes.

A la mañana siguiente Shanna se reunió con su padre en el comedor y vio, por los platos usados, que otras dos personas habían desayunado con él. Trahern la saludó y pareció apresurado por terminar su comida.

– Hoy no es necesario que vengas conmigo, Shanna -informó él, mientras bebía una taza de fuerte café negro.

Shanna nada dijo sino que miró a su alrededor. Sentía una extraña presencia en la habitación y entonces vio un pequeño plato de porcelana junto a uno de los platos grandes, donde había un montoncito de cenizas negras de una pipa.

– El señor Ruark estuvo nuevamente aquí -dijo ella bruscamente, segura del hecho.

– Ajá -respondió su padre-. Pero no tienes que preocuparte, hija. Se ha marchado. En realidad -Orlan se limpió los labios con una gran servilleta, se levantó y tomó su bastón y su sombrero que le ofrecía Milán acabo de aumentarle nuevamente la paga, y como estimo que necesito tenerlo más cerca, le he dicho que escogiera una de las cabañas.

– Trahern soltó una risita-. El escogió la mejor, la que está más lejos, bajo los árboles. Trahern la miró un momento y su voz fue apenas un poco más firme cuando agregó: -Como señora – de mi casa, por supuesto, tú te ocuparás de que la cabaña esté presentable.

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