-->

A sus plantas rendido un le?n

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу A sus plantas rendido un le?n, Soriano Osvaldo-- . Жанр: Триллеры. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
A sus plantas rendido un le?n
Название: A sus plantas rendido un le?n
Автор: Soriano Osvaldo
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 134
Читать онлайн

A sus plantas rendido un le?n читать книгу онлайн

A sus plantas rendido un le?n - читать бесплатно онлайн , автор Soriano Osvaldo

Bongwutsi: un pa?s africano ·que ni siquiera figura en el mapa·. All? vive un argentino usurpando la condici?n de c?nsul de su pa?s, hundido en la pobreza y enardecido de entusiasmo por el reciente estallido de la guerra de las Malvinas, en disputa permanente con el embajador ingl?s, inexplicablemente entrampado en una trama donde se suceden conspiraciones con enviados de las grandes potencias mundiales, una interrumpida relaci?n amorosa, los sue?os de liberaci?n y grandeza del inhallable- y ubicuo- Bongwutsi, la entrada triunfal al pa?s de un ej?rcito de monos…el v?rtigo narrativo no se interrumpe, la invenci?n y la verdad se al?an en el desborde de una fantas?a indeclinable. El ?mpetu narrativo de Osvaldo Soriano llega a su punto m?ximo en este relato fascinante.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 67 68 69 70 71 72 73 74 75 ... 87 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

65

O'Connell se acercó a Standford, que vaciaba su penúltima carga de balas, y le dio con una piedra en la cabeza. Inmediatamente agitó los brazos y, ocultándose detrás del árbol, avisó a los que disparaban que el peligro había pasado. El teniente Tindemann bajó el arma y ordenó al enemigo que fuera a colocarse delante de las luces del camión.

Cuando vio salir del bosque al correo del Foreign Office, el soviético pidió a Kiko que pusiera en marcha el Chevrolet. No entendía las señas que hacía el otro y lo único que le importaba era que tenía el paquete de cartas en la mano y no parecía dispuesto a seguir resistiendo.

Kiko dio una vuelta de manija al motor y los dos peones fueron a poner pasto y ramas bajo las ruedas para sacarlo del pantano. El chofer lamentaba que su plan se hubiera arruinado con la aparición de O'Connell y la huida del hombre de las Falkland. Sabía que el regreso de Quomo volvería a meterlo en dificultades, y un poco de dinero para afrontarlas no le hubiera venido mal. Lo que más temía ahora era que los soviéticos volvieran a meterlo en la cárcel, donde había pasado la mayor parte de su vida. La primera vez, en la revolución de la independencia, los ingleses lo habían llevado, a trabajos forzados por negarse a tirar contra una manifestación; más tarde los rusos lo habían condenado por negarse a entregar la bandera roja que Quomo le había confiado en las trincheras del puerto.

El teniente Tindemann mandó que tiraran el cuerpo de Standford en un pantano y condujo a O'Connell hasta la cabina.

– Rápido -dijo al chofer mientras cerraba la puerta -, busque un teléfono.

– No teléfono en ruta -dijo Kiko, y decía la verdad -. Único teléfono en ramal ferroviario.

– ¿Dónde queda eso?

– Caminar por vías tres kilómetros -señaló la dirección por donde había huido Bertoldi.

– ¿Caminar?

– Puesto de señaleros. No poder entrar con camión.

– Vamos directamente a la embajada soviética, entonces. ¿Qué hay en la radio a esta hora?

– Pura música yanqui. Porquerías.

– Póngala igual. Un poco de rock no nos va a venir mal.

1 ... 67 68 69 70 71 72 73 74 75 ... 87 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название