Danza de sombras
Danza de sombras читать книгу онлайн
Jordan Buchanan est? encantada de que su hermano Dylan y su mejor amiga Kate MacKenna se casen. Durante la boda, un exc?ntrico profesor de historia medieval advierte que entre los clanes de la pareja existe una enemistad que se remonta a una antigua disputa que se origin? en Escocia, cuando los Buchanan robaron un codiciado tesoro de los MacKenna…
Un maleante poderoso y amenazador, un hombre que esconde un secreto y una inesperada historia de amor son los fascinantes elementos con los que Julie Garwood crea esta novela de suspense rom?ntico. Una obra que encantar? a las fans de la serie Buchanan y que, como se puede leer de forma independiente, le har? ganar a?n m?s seguidoras.
Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала
– Descubriste tu vocación.
– Supongo que sí. ¿Y tú? ¿Cómo eras de niño? ¿Llevabas pistola entonces?
– Era irascible -contestó Noah-. Supongo que me peleé lo mío, pero vivíamos en Tejas -le recordó-, y eso significaba jugar a fútbol americano en secundaria. Lo hice, y terminé consiguiendo una beca de deporte para ir a la universidad. Siempre fui un estudiante modelo. -No pudo mantenerse totalmente serio al soltar esa mentira-. Entonces no me gustaban las normas.
– Y ahora sí te gustan.
– Supongo que no.
– Eres rebelde -sentenció Jordan.
– Así es como me llama el doctor Morganstern.
– ¿Puedo preguntarte algo?
Noah detuvo el coche en el estacionamiento del patio trasero del motel Home Away From Home.
– Claro -respondió-. ¿Qué quieres saber?
– ¿Has tenido alguna relación que durara más de una o dos semanas? ¿Te has comprometido realmente con una mujer, aunque sólo fuera por poco tiempo?
– No. -No había tardado ni un segundo en contestar.
Si creía que hablar con tanta brusquedad y en un tono tan enérgico haría que Jordan se olvidase del tema, estaba muy equivocado.
– Dios mío. Eres la sensibilidad en persona.
– No tengo un solo hueso sensible en el cuerpo, cariño -comentó Noah a la vez que abría la puerta.
No era verdad, pero ella no iba a discutírselo.
– ¿Y tú? -preguntó Noah entonces-. ¿Has tenido alguna relación larga?
Antes de que pudiera responder, rodeó el coche para abrirle la puerta. Le tomó la mano y se dirigió hacia la calle. Había una farola en el extremo opuesto que iluminaba tenuemente el estacionamiento, y el único sonido era el de la noche que los envolvía.
Noah se detuvo un momento y la miró fijamente a los ojos.
– Te tengo calada, Jordan Buchanan.
– ¿Quieres explicarme eso?
– No.
Y el tema quedó zanjado.
Capítulo 30
– Te lo advierto, si el restaurante de Jaffee está lleno, voy a entrar por la puerta trasera para comer en la cocina.
– ¿Por qué? -Noah hizo la pregunta obvia.
Jordan lo miró como si la respuesta fuera igual de evidente.
– No quiero someterme a otro interrogatorio. Y, desde luego, no quiero que la gente me fulmine con la mirada mientras como. No es bueno para la digestión.
– La gente es curiosa, nada más -razonó Noah-. Admítelo, cariño. Eres noticia.
– Oh, ya sé que soy noticia -dijo Jordan-. Desde que llegué al pueblo han muerto tres personas. Si tienes en cuenta la cantidad de veces que he estado aquí, la cantidad de habitantes que tiene el pueblo y la cantidad de muertes inesperadas que ha habido, y tienes en cuenta la posibilidad de una anomalía estadística…
– Lo que supongo que eres tú.
– Exacto. Yo soy la desviación en mis cálculos.
– Claro que sí -dijo Noah con ironía.
– Sólo se puede sacar una conclusión.
– ¿Cuál, Jordan?
– He iniciado una epidemia.
– Ésa es mi chica -exclamó Noah tras rodearla con un brazo y atraerla hacia él.
– No tiene gracia.
– Yo creo que sí, cariño.
Jordan suspiró. No podía creerse lo rápido que perdía los nervios últimamente.
– Bueno, puede que esté siendo poco razonable, lo que, por cierto, no me va nada. Siempre soy razonable. Pero aquí… no parece que pueda pensar con claridad.
«Especialmente cuando estoy cerca de ti», completó en silencio.
Doblaron una esquina y cruzaron la calle. Tenían el Jaffee's Bistro justo enfrente, y Jordan vio que había algunos clientes dentro, pero que la mayoría de las mesas estaban vacías.
– Entramos, comemos y nos vamos. ¿De acuerdo?
– Tiene toda la pinta de que va a ser una cena maravillosa. ¿Podemos sentarnos en una mesa o tenemos que comer de pie? -preguntó Noah mientras le abría la puerta.
– Hola, Jordan -la saludó Angela, que parecía contenta de verlos.
– Hola, Angela. ¿Te acuerdas de Noah?
– Por supuesto -aseguró con una sonrisa-. Podéis sentaros en vuestra mesa. Con el trajín que habéis tenido hoy, tenéis que estar muertos de hambre. -Les tomó nota de las bebidas y comentó-: Habéis llegado por los pelos. Ya iba a quitar los manteles.
– ¿Hay poco trabajo esta noche? -preguntó Jordan.
– Como todas las noches de póquer -contestó Angela-. Cerramos una hora antes para que Jaffee pueda limpiar la cocina. No le gusta nada llegar tarde a la partida.
Noah fue al lavabo de caballeros para lavarse las manos y cuando volvió las bebidas ya estaban en la mesa, y Angela lo estaba esperando.
– Detesto meteros prisa -indicó-. Y os prometo que podéis estaros el rato que queráis una vez que pase el pedido, pero a Jaffee le gustaría empezar a preparar vuestros platos.
Les hizo algunas sugerencias y, en cuanto hubieron pedido, volvió corriendo a la cocina.
Jordan se relajó. La última mesa se había vaciado, y Noah y ella eran los únicos clientes del restaurante. Ni Angela ni Jaffee les interrumpieron.
– Por nuestra última noche en Serenity -brindó Noah alzando la botella de cerveza.
– Esperemos que sea nuestra última noche en Serenity -replicó Jordan a la vez que levantaba vacilante el vaso de agua con hielo.
– Si hay otro asesinato -comentó Noah tras tomar un largo trago-, tendrán que cambiarle el nombre al pueblo porque, por muy Serenity que se llame, de serenidad, nada de nada.
– Supongo que me precipité -sonrió Jordan-. Estaba segura de que volvería a rodearnos un montón de gente para hacernos toda clase de preguntas sobre el incendio y sobre J.D. Pero míranos. Tenemos el restaurante para nosotros solos y podremos cenar en paz. Hemos tenido suerte, ¿no crees?
Noah le devolvió la sonrisa, pero no hizo ningún comentario. Angela estaba doblando manteles, pero él observó que la bandeja que había dejado en una de las mesas contenía varias barajas de cartas. Era evidente que Jaffee jugaba sus partidas de póquer allí mismo. Noah se preguntó cuánto tardaría Jordan en darse cuenta.
Pero Jordan no prestaba atención a Angela. Estaba ocupada pensando en la lista que había imprimido el agente Street.
– ¿Qué pasará con las cintas que grabó J.D.? -susurró a Noah-. ¿Se harán públicas?
– Es probable que no.
– ¿Sabes qué es lo que no comprendo? Todo el mundo parece saberlo todo de los demás. ¿Cómo pudo entonces Charlene ocultar su pequeño… hobby?
– ¿Hobby? -rio Noah-. No había oído nunca llamarlo así.
– ¿Cómo pudieron las personas que estaban en la lista ocultar sus actividades extraoficiales? -insistió ella.
Noah se encogió de hombros.
– Si quieres mucho algo, encuentras la forma de conseguirlo -dijo.
– ¿Has querido alguna vez tanto algo que estuvieras dispuesto a arriesgarlo todo por conseguirlo? -preguntó Jordan con curiosidad mientras lo miraba con la cabeza algo ladeada.
Noah la observó un largo minuto.
– Sí, supongo que sí -afirmó en voz baja.
Su conversación terminó cuando Angela se acercó para llevarse los platos vacíos a la cocina. Jaffee salió para saludarlos, y también para preguntarle a Jordan si le importaría echarle un vistazo rápido a Dora.
Noah se levantó cuando ella lo hizo.
– ¿Quién es Dora? -quiso saber.
– El ordenador -contestó Jordan-. Enseguida vuelvo. Acábate la bebida.
– Yo le haré compañía -prometió Angela-. ¿Quieres otra cerveza?
– No, gracias. ¿Cuándo empieza el póquer?
– En unos quince minutos. Los jugadores empezarán a llegar de un momento a otro. Ah, mira. Dave Trumbo está bajando de su Suburban, y lo acompaña Eli Whitaker. Siempre son los primeros en llegar. Son muy buenos amigos -añadió-. Eli es el hombre más rico de Serenity. Hay quien dice que podría ser el más rico de todo Tejas. -Inclinó un poco la cadera y se llevó una mano a la cintura-. Te estarás preguntando de dónde sacó tanto dinero. Nadie lo sabe con certeza, pero a todos nos gusta especular. Yo creo que tal vez lo heredara. Pero nadie se atreve a preguntárselo. No viene mucho por el pueblo, le gusta guardar las distancias. Es muy tímido, y Dave es todo lo contrario. Dice que jamás ha conocido a nadie que le caiga mal.
