Malevil
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Pascua de 1977. En las bodegas del antiguo castillo de Malevil, Emanuel embotella su vino mientras sus amigos de infancia discuten con pasi?n sobre las elecciones municipales. ?se es tambi?n el d?a de una guerra at?mica que se abate sobre el mundo por sorpresa y lo destruye. En un instante, alrededor de Malevil, cuya roca milenaria resiste a la hoguera, todo ha quedado aniquilado.
Desde los momentos iniciales, en el planeta carbonizado, los compa?eros de Emanuel se encuentran con sus primeros enemigos: otros hombres, salvados tambi?n por milagro como ellos, pero que codician la fortaleza y sus reservas de vida.
?Escenario retrospectivo de lo que pudieron haber sido los primeros pasos del hombre sobre el planeta? ?Estudio futurol?gico de un n?cleo humano?
M?s singular a?n -m?s cruel tambi?n- es la historia de unos pocos hombres encarnizados en mantener sobre la tierra los ?ltimos vestigios de la especie humana, narraci?n que corta el aliento, en donde abundan la pasi?n, los anhelos, las peripecias de la vida en un medio incre?blemente primitivo, actual, y por eso mismo, infinito.
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– Una idea de Cati y una idea tuya.
– ¿Una idea de Cati? -dice Colin.
– Ves, no lo hubieras creído. En tu pensamiento, quizá la habías especializado un poco demasiado.
El tiempo de permitirnos una risita "entre hombres" y prosigo:
– Si Vilmain se retira vamos a perseguirlo a caballo, pero no por la ruta. Por el atajo donde estamos. Llegaremos mucho antes que él al lugar del cartel. Y allí le tenderemos una emboscada.
– ¡El de la idea de la emboscada soy yo! -dice Colin con un discreto orgullo-. ¿Y Cati?
– Cati pensó en los caballos. Y yo, en el sendero.
Lo dejo bañarse en su gloria. Caminamos durante unos buenos cinco minutos en silencio y vuelve a hablar con una voz un poco cambiada:
– ¿Crees que se la vamos a dar a Vilmain?
– Sí, lo creo.
Y agrego:
– Ahora no le tengo miedo más que a una sola cosa: que no venga.
