Cronica De Un Iniciado
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La ambig?edad del tiempo y una C?rdoba tan m?tica como real, constituyen el escenario propicio para el pacto diab?lico y el rito inici?tico. Es octubre de 1962. La inminencia de la guerra por la crisis de los misiles en Cuba y un grupo de intelectuales argentinos que asisten a un estrafalario congreso. En ese marco, Esteban Esp?sito se enamora de Graciela Oribe, fuente de la evocaci?n y la memoria apasionada que dar? cauce a esta enigm?tica historia de amor. De all? en m?s, las treinta y seis horas en la rec?ndita C?rdoba y la m?quina del recuerdo hacen del tiempo un protagonista sustancial, y Esp?sito asumir? otras b?squedas existenciales que lo conectar?n con el delirio, con el ser, con el sentido de la vida y de la muerte y con su parte demon?aca. Y, en una encrucijada, pactar? con el Diablo para aceptar una nueva moral y un gran desaf?o: canjear la vida por la literatura.
Abelardo Castillo maneja los hilos de la incertidumbre y nos da una novela monumental cuyo centro es un saber cifrado: `Hay un orden secreto, el demonio me lo dijo`, confiesa el narrador. Y los lectores sabemos que acceder a esa forma de sabidur?a tiene un precio.
En la tradici?n de Goethe y Thomas Mann, de Arlt y Marechal, deslumbra y emociona la rebosante imaginaci?n, la hondura metaf?sica y la perfecta arquitectura de Cr?nica de un iniciado.
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– Gracias por haber venido -dijo Verónica.
– Graciela Oribe -dijo la señorita Etelvina.
– Y vos, ¿quién sos? -dijo Bastían.
– Lo comprendo, joven -dijo el doctor Cantilo-, no crea que no lo comprendo.
– El gusto ha sido mío -dijo un señor angelical con cara de mandioca.
– Alta -dijo el señor Ripul.
– Un temperamento, cómo le diré, novelesco -dijo Patricio.
Mariano no dijo nada.
– La guerra -dijo la Austin.
– Es una historia de amor -dijo Lalo. Inés no dijo nada.
– Graciela, te llamabas -dijo Esteban.
La Sirenita abrió la mano.
– Ceca -dijo.
– Canta, chango -dijo Santiago-. Toda la máquina canta.