El Invierno En Lisboa
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Esta historia es un homenaje al cine «negro» americano y a los tugurios en donde los grandes m?sicos inventaron el jazz, una evocaci?n de las pasiones amorosas que discurren en el torbellino del mundo y el resultado de la fascinaci?n por la intriga que enmascara los motivos del crimen.
Entre Lisboa, Madrid y San Sebasti?n, la inspiraci?n musical del jazz envuelve una historia de amor. El pianista Santiago Biralbo se enamora de Lucrecia y son perseguidos por su marido, Bruce Malcolm.
Mientras, un cuadro de C?zanne tambi?n desaparece y Toussaints Morton, procedente de Angola y patrocinador de una organizaci?n ultraderechista, traficante de cuadros y libros antiguos, participa en la persecuci?n. La intriga criminal se enreda siguiendo un ritmo meticuloso e infalible.
El Invierno en Lisboa confirm? plenamente las cualidades de un autor que se cuenta ya por derecho propio entre los valores m?s firmes de la actual novela espa?ola. El invierno en Lisboa fue galardonada con el premio de la Cr?tica y el premio Nacional de Literatura en 1988 y fue llevada al cine, con la participaci?n del trompetista Dizzy Gillespie.
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Ninguno de los dos me dio la mano cuando se marcharon. Cayó tras ellos la cortina del Lady Bird y fue como si el aplauso que resonó entonces les hubiera sido dedicado. Nunca volví a verlos juntos. Nunca cobré los ochocientos dólares de mis cuadros ni volví a ver a Malcolm. En cierto modo, tampoco he visto más a aquella Lucrecia: la que vi después era otra, con el pelo mucho más largo, menos serena y más pálida, con la voluntad maltratada o perdida, con esa grave y recta expresión de quien ha visto la verdadera oscuridad y no ha permanecido limpio ni impune. Quince días después de aquel encuentro en el Lady Bird, ella y Malcolm se marcharon en un buque de carga que los llevó a Hamburgo. La dueña de su casa me dijo que habían dejado sin pagar tres meses de alquiler. Sólo Santiago Biralbo supo que se iban, pero no vio alejarse el barco de pescadores donde subieron clandestinamente a medianoche. Lucrecia le había dicho que el carguero los esperaba en alta mar, y no quiso que él se acercara al puerto para despedirla desde lejos. Dijo que le escribiría, le dio un papel con una dirección de Berlín. Biralbo lo guardó en un bolsillo y tal vez, mientras caminaba de prisa hacia el Lady Bird, porque se le había hecho muy tarde, recordó otro papel y otro mensaje que lo estaba esperando una noche de dos semanas atrás, cuando terminó de tocar con Billy Swann y fue a la barra para pedirle a Floro una copa de ginebra o de bourbon.