Si pudieras verme ahora
Si pudieras verme ahora читать книгу онлайн
En la vida de Elizabeth Egan todo tiene su sitio, desde las tazas para caf? expr?s en su reluciente cocina hasta los muestrario y los botes de pintura de su negocio de dise?o de interior. El orden y la precisi?n le dan una sensaci?n de control sobre la vida y mantienen el coraz?n de Elizabeth apartado del dolor que sufri? en el pasado. ejercer de madre de su sobrino de seis a?os al tiempo que saca adelante su empresa es un empleo a jornada completa, que deja poco margen al error y la diversi?n. Hasta que un d?a alguien muy singular aparece inesperadamente en sus vidas. El misterioso Ivan es despreocupado, espont?neo y amante de la aventura, todo lo contrario que Elizabeth. Reconoce a su verdadero amor antes de que ella le vea siquiera, y le ense?a que la vida s?lo merece la pena ser vivida cuando se nos presenta con todo su color y una pizca de desorden. Pero ?qui?n es Ivan en realidad? P?cara y por momento profundamente conmovedora, esta novela nos permite recuperar toda la ternura y la emotividad caracter?sticas de la autora de Posdata: Te amo, novela que ser? llevada al cine con Hillary Swank como protagonista.
Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала
– Oh… -dijo Opal estudiándolas y viendo una imagen distinta a lo que veía Ivan.
– ¿Por qué ya no puede verte? -preguntó Ivan observando a Geoffrey coger un puñado de pastillas que engulló con un gran trago de agua.
– Porque ya no soy la que era, cosa que probablemente explique por qué tampoco tú me ves en las fotos. Está buscando a una persona diferente; la conexión que una vez tuvimos se ha desvanecido -contestó Opal.
Geoffrey se levantó de la butaca, esta vez apoyándose en el bastón, y se encaminó de nuevo a la puerta principal.
– Vamos, es hora de irse -dijo Opal levantándose a su vez y dirigiéndose al vestíbulo.
Ivan la miró con aire interrogante.
– Cuando empezamos a vernos yo venía a visitarlo cada tarde de siete a nueve -explicó Opal-, y como no puedo abrir puertas, él solía aguardarme ahí. Lleva haciendo lo mismo cada día desde que nos conocimos. Por eso se negó a vender la casa. Cree que es el único medio que tengo para dar con él.
Ivan observó cómo el viejo cuerpo de Geoffrey se tambaleaba mientras volvía a fijar la mirada en la lejanía, tal vez pensando en aquel día en que habían retozado en la playa o visitado la Torre Eif fel. Ivan no quería que le sucediera lo mismo a Elizabeth.
– Adiós, querida Opal -dijo Geoffrey quedamente con voz ronca.
– Buenas noches, amor mío. -Opal le dio un beso en la mejilla y él cerró los ojos despacio-. Hasta mañana.