Mis Amigos, Mis Amores
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Antoine y Mathias no han perdido el contacto desde que se conocieron de ni?os. Ahora, ya treinta?eros, siguen compartiendo muchas cosas, pues ambos han pasado por un divorcio y por la experiencia de ser padres: Antoine, de un ni?o llamado Louis, y Mathias, de una ni?a llamada Emily. Pero mientras que Antoine se fue a vivir con su hijo a Londres, Mathias sigue residiendo en su Par?s natal, cada vez m?s insatisfecho con su trabajo y teniendo que soportar que su hija viva tambi?n en la capital inglesa. Por eso cuando Antoine le propone regentar una peque?a librer?a en Londres, ?l acaba aceptando la oferta. Sin embargo, sus planes se ven trastocados por la decisi?n de su ex mujer de trasladarse a Par?s por motivos laborales y de pedirle que se haga cargo ?l de Emily, para que la ni?a no tenga que adaptarse de nuevo a un cambio de hogar y colegio. Esto dar? pie a que Mathias y Antoine decidan pasar de ser vecinos a vivir en la misma casa para as? criar juntos a sus hijos. Eso s?, comprometi?ndose a respetar dos reglas b?sicas de convivencia: no contratar a una canguro y no traer mujeres a casa.
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Epílogo
En la primavera siguiente, una rosa se llevó el gran premio de la fiesta de Chelsea. Había sido bautizada con el nombre de Yvonne. En el cementerio de Old Brompton, ya florecía en su tumba.
Años más tarde, un joven y su mejor amiga se encontraban tal y como solían hacer cuando podían.
– Perdona, mi tren llevaba retraso. ¿Llevas mucho tiempo aquí? -preguntó Emily, sentándose en el banco.
– Acabo de llegar. He ido al aeropuerto a buscar a mamá, que ha vuelto de una misión. Me la llevo de fin de semana. ¿Y Oxford? ¿Qué tal te han ido los exámenes?
– Papá se pondrá contento, porque me han dado un pequeño premio.
Sentados en un banco junto al carrusel del parque, vieron a un hombre vestido por completo de azul que acababa de instalarse frente a ellos. Éste dejó una gran bolsa al pie de una silla y acompañó a su hija pequeña hasta el tiovivo.
– Seis meses -dijo Louis.
– ¡Tres como mucho! -respondió Emily.
Ella le tendió la mano, y Louis le dio una palmada.
– ¡Se acepta la apuesta!.
Mathias sigue sin saber quién es Popinot.
