-->

La caverna

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу La caverna, Saramago Jose-- . Жанр: Современная проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
La caverna
Название: La caverna
Автор: Saramago Jose
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 347
Читать онлайн

La caverna читать книгу онлайн

La caverna - читать бесплатно онлайн , автор Saramago Jose

"La Caverna" es la nueva novela del escritor portugu?s Jos? Saramago. En ella el escritor critica la sociedad consumista de nuestros tiempos. La novela cuenta la historia de una familia de artesanos que fabrica objetos de barro y se da cuenta de que su trabajo ha dejado de ser necesario para el mundo. El peque?o negocio de la familia corre peligro debido a la creaci?n de un gran centro. El protagonista, Cipriano Alvor de 64 a?os, no entiende como las industrias de cer?mica y sus robots pueden sustituir a los barros amasados, principal cr?tica del autor.El tema de la novela es el an?lisis que hace Saramago de la sociedad de hoy en d?a a la que considera "una realidad injusta y vergonzante". Saramago realiza una met?fora en la que el gran centro del que habla es el Occidente de hoy en d?a. Saramago afirma que "en los centros comerciales, los estadios y las discotecas es donde las personas aprenden las normas de vida y todos esos lugares son cavernas cerradas". Saramago intenta con su novela implicarnos en el mundo e informarnos de "la conciencia autista que crean los grandes centros comerciales"."La Caverna" est? basada en el mito que Plat?n mostraba en el libro VII de "La Rep?blica" y forma parte de una "trilog?a involuntaria" integrada por "Ensayo sobre la ceguera" y "Todos los nombres". En la primera se perd?a la vista, en la segunda el nombre y en esta ?ltima Saramago retrata la p?rdida del empleo, "una neurosis a la orden del d?a". Sin lugar a dudas Saramago conquistar? de nuevo a los lectores intent?ndoles demostrar que "vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad, esa realidad que hoy llamamos virtual".

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 38 39 40 41 42 43 44 45 46 ... 49 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

Entre tanto, Cipriano Algor llegó al final de la calle, torció en la carretera que dividía la población por medio y, ni andando ni arrastrándose, ni corriendo ni volando, como si estuviese soñando que quería liberarse de sí mismo y chocase continuamente con su propio cuerpo, llegó a lo alto de la cuesta donde la furgoneta lo esperaba con el yerno y la hija. El cielo, antes, parecía no estar para aguaceros, sin embargo, ahora, comenzaba a caer una lluvia indecisa, indolente, que tal vez no viniese para durar, pero exacerbaba la melancolía de estas personas apenas a una vuelta de rueda de separarse de los lugares queridos, el propio Marcial sentía que se le contraía de inquietud el estómago. Cipriano Algor entró en la furgoneta, se sentó al lado del conductor, en el lugar que le había sido dejado, y dijo, Vamos. No pronunciaría otra palabra hasta llegar al Centro, hasta entrar en el montacargas que lo llevó con maletas y paquetes al piso treinta y cuatro, hasta que abrieron la puerta del apartamento, hasta que Marcial exclamó, Aquí estamos, sólo en ese momento abrió la boca para emitir unos pocos sonidos organizados, aunque no le salió nada que fuese de su cosecha, se limitó a repetir, con un pequeño aditamento retórico, la frase del yerno, Es verdad, aquí estamos. A su vez, Marta y Marcial poco se habían dicho durante el trayecto. Las únicas palabras merecedoras de registro en esta historia, y aun así muy por encima, de modo puramente accidental, por hacer referencia a personas de quien apenas hemos oído hablar, fueron las que intercambiaron cuando la furgoneta pasaba ante la casa de los padres de Marcial, Les avisaste de que nos íbamos hoy, preguntó Marta, Sí, anteayer, cuando vine del Centro, estuve poco tiempo, tenía el taxi esperando, No quieres parar, volvió a preguntar ella, Estoy cansado de discusiones, harto hasta la coronilla, Incluso así, Te acuerdas de cómo se comportaron cuando vinimos los dos, seguro que no quieres que la escena se repita, dijo Marcial, Es una pena, sea como fuere son tus padres, Es una expresión muy curiosa, ésa, Cuál, Sea como fuere, Se dice así, Es verdad, son palabras que a primera vista parece que no pasan de un adorno de frase en todos los sentidos dispensable, pero acaban dándonos miedo cuando nos ponemos a pensar en ellas y comprendemos adonde quieren llegar, Sea como fuere, dijo Marta, es otra manera disimulada de decir qué remedio, qué le vamos a hacer, ya que tiene que ser así, o simplemente resignación, que es la palabra fuerte, En fin, siempre tendremos que vivir con los padres que tenemos, dijo Marcial, Sin olvidarnos de que alguien vivirá con los padres que seremos, concluyó Marta. Entonces Marcial miró a su derecha y dijo, sonriendo, Claro que esta conversación de padres e hijos malavenidos no tiene nada que ver con usted, pero Cipriano Algor no respondió, se limitó a asentir con la cabeza vagamente. Sentada detrás del marido, Marta veía al padre casi de perfil. Qué habrá pasado con Isaura, pensó, claro que no sería sólo llegar, dejar a Encontrado y volver, por la tardanza algo más se habrán dicho el uno al otro, daría no sé qué por saber qué va cavilando, la cara parece serena, pero al mismo tiempo es la de alguien que no está completamente en sí, la de alguien que ha escapado de un peligro y se sorprende de estar todavía vivo. Mucho más quedaría sabiendo si pudiese mirar al padre de frente, entonces tal vez dijese, Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder. Pero todavía sería pronto para que Cipriano Algor le respondiese. Habían salido del pueblo, atrás quedaban las tres casas en ruinas, ahora cruzaban el puente sobre el riachuelo de aguas oscuras y malolientes. Adelante, en medio del campo, donde se avistaban aquellos árboles juntos, oculto por los zarzales, está el tesoro arqueológico de la alfarería de Cipriano Algor. Cualquiera diría que han pasado mil años desde que se descargaron allí las últimas sobras de una antigua civilización.

Cuando a la mañana siguiente de su día de descanso Marcial bajó del piso treinta y cuatro para presentarse en el servicio ya como guarda para todos los efectos residente, el apartamento estaba arreglado, limpio, en orden, con los objetos traídos de la otra casa en los lugares apropiados y a la espera de que los habitantes comiencen, sin resistencia, a ocupar también los lugares que en el conjunto les competen. No será fácil, una persona no es como una cosa que se deja en un sitio y allí se queda, una persona se mueve, piensa, pregunta, duda, investiga, quiere saber, y si es verdad que, forzada por el hábito de la conformidad, acaba, más tarde o más pronto, pareciendo sometida a los objetos, no se crea que tal sometimiento es, en todos los casos, definitivo. La primera cuestión que los nuevos habitantes tendrán que resolver, con excepción de Marcial Gacho que seguirá en su conocido y rutinario trabajo de velar por la seguridad de las personas y de los bienes institucional u ocasionalmente relacionados con el Centro, la primera cuestión, decíamos, será encontrar una respuesta satisfactoria a la pregunta, Y ahora qué voy a hacer. Marta lleva a sus espaldas el gobierno de la casa, cuando le llegue la hora tendrá un hijo que criar, y eso será más que suficiente para mantenerla ocupada durante muchas horas del día y algunas de la noche. No obstante, siendo las personas, como arriba quedó señalado, aparte de sujetos de un hacer, también sujetos de un pensar, no deberemos sorprendernos si ella llega a preguntarse, en medio de un trabajo que ya le hubiese ocupado una hora y todavía le tenga que ocupar otras dos, Y ahora qué voy a hacer yo. En todo caso, es Cipriano Algor quien se encuentra confrontado con la peor de las situaciones, la de mirarse las manos y saber que ya no sirven para nada, la de mirar el reloj y saber que la hora que viene será igual a esta que está, la de pensar en el día de mañana y saber que será tan vacío como el de hoy. Cipriano Algor no es un adolescente, no puede pasarse el día tumbado en una cama que apenas cabe en su pequeñísimo cuarto, pensando en Isaura Madruga, repitiendo las palabras que se dijeron el uno al otro, reviviendo, si se puede dar tan ambicioso nombre a las inmateriales operaciones de la memoria, los besos y los abrazos que se habían dado. Gente habrá que piense que la mejor medicina para los males de Cipriano Algor sería que bajara ahora al garaje, se metiese en la furgoneta y fuera a visitar a Isaura Madruga, que, a buen seguro, estará pasando, allí lejos, por iguales ansiedades del cuerpo y del espíritu, y que para un hombre en la situación en que él se encuentra y a quien la vida ya no reserva triunfos industriales y artísticos de primera o segunda importancia, tener todavía una mujer a quien querer y que ya ha confesado corresponderle el amor, es la más excelsa de las bendiciones y de las suertes. Será no conocer a Cipriano Algor. Así como ya nos había dicho que un hombre no le pide a una mujer que se case con él si ni siquiera tiene medios para garantizar su propia subsistencia, también ahora nos diría que no ha nacido para aprovecharse de circunstancias beneficiosas y comportarse como si un supuesto derecho a las satisfacciones resultantes de ese aprovechamiento, aparte de justificado por las cualidades y virtudes que lo exornan, le fuese igualmente debido por el hecho de ser hombre y haber puesto su atención de hombre y sus deseos en una mujer. Dicho con otras palabras, más francas y directas, Cipriano Algor no está dispuesto, aunque le cueste todas las penas y amarguras de la soledad, a representar ante sí mismo el papel del sujeto que periódicamente visita a la amasia y regresa sin más sentimentales recuerdos que los de una tarde o una noche pasadas agitando el cuerpo y sacudiendo los sentidos, dejando a la salida un beso distraído en una cara que ha perdido el maquillaje, y, en el caso particular que nos viene ocupando, una caricia en la cabeza de un canino, Hasta la próxima, Encontrado. Con todo, aún tiene Cipriano Algor dos recursos para escapar de la prisión en que de súbito vio convertirse el apartamento, por no hablar del simple y poco duradero paliativo que sería acercarse de vez en cuando a la ventana y mirar el cielo tras los cristales. El primer recurso es la ciudad, esto es, Cipriano Algor, que siempre vivió en el insignificante pueblo que apenas conocimos y que de la ciudad no conoce nada más que aquello que quedaba en su trayecto, podrá ahora gastar su tiempo paseando, vagueando, dando aire a la pluma, expresión figurada y caricaturesca que debe de venir de un tiempo pasado, cuando los hidalgos y los señores de la corte usaban plumas en los sombreros y salían a tomar el aire con ellos y con ellas. También tiene a su disposición los parques y jardines públicos de la ciudad donde se suelen reunir hombres de edad por las tardes, hombres que tienen la cara y los gestos típicos de los jubilados y de los desempleados, que son dos modos distintos de decir lo mismo. Podría juntarse y compadrear con ellos, y entusiásticamente jugar a las cartas hasta la caída de la tarde, hasta que ya no le sea posible a sus ojos miopes distinguir si las pintas todavía son rojas o ya se han vuelto negras. Pedirá la revancha, si pierde, la concederá, si gana, las reglas en el jardín son simples y se aprenden deprisa. El segundo recurso, excusado sería decirlo, es el propio Centro en que vive. Lo conoce, evidentemente, desde antes, en todo caso menos de lo que conoce la ciudad, porque nunca ha conseguido guardar en la memoria los trayectos de las contadas veces que ha entrado, siempre con la hija, para hacer algunas compras. Ahora, por decirlo así, el Centro es todo suyo, se lo han puesto en una bandeja de sonido y de luz, puede vaguear por él tanto cuanto le apetezca, regalarse de música fácil y de voces invitadoras. Si, cuando vinieron para conocer el apartamento, hubieran utilizado un ascensor del lado opuesto, habría podido apreciar, durante la vagarosa subida, aparte de nuevas galerías, tiendas, escaleras mecánicas, puntos de encuentro, cafés y restaurantes, muchas otras instalaciones que en interés y variedad nada les deben a las primeras, como son un carrusel con caballos, un carrusel con cohetes espaciales, un centro para niños, un centro para tercera edad, un túnel del amor, un puente colgante, un tren fantasma, un consultorio de astrólogo, un despacho de apuestas, un local de tiro, un campo de golf, un hospital de lujo, otro menos lujoso, una bolera, una sala de billares, una batería de futbolines, un mapa gigante, una puerta secreta, otra con un letrero que dice experimente sensaciones naturales, lluvia, viento y nieve a discreción, una muralla china, un taj-mahal, una pirámide de egipto, un templo de karnak, un acueducto de aguas libres que funciona las veinticuatro horas del día, un convento de mafra, una torre de los clérigos, un fiordo, un cielo de verano con nubes blancas flotando, un lago, una palmera auténtica, un tiranosaurio en esqueleto, otro que parece vivo, un himalaya con su everest, un río amazonas con indios, una balsa de piedra, un cristo del concorvado, un caballo de troya, una silla eléctrica, un pelotón de ejecución, un ángel tocando la trompeta, un satélite de comunicaciones, una cometa, una galaxia, un enano grande, un gigante pequeño, en fin, una lista hasta tal punto extensa de prodigios que ni ochenta años de vida ociosa serían suficientes para disfrutarlos con provecho, incluso habiendo nacido la persona en el Centro y no habiendo salido nunca al mundo exterior.

1 ... 38 39 40 41 42 43 44 45 46 ... 49 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название