La traici?n de Rita Hayworth
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En La traici?n inventa un mundo y una nueva forma de narrar.
Entremezcla fragmentos de radioteatro y composiciones escolares, textos burocr?ticos y diarios ?ntimos, di?logos telef?nicos, de los que el lector `oye` s?lo una de las partes, y conversaciones multitudinarias en las que se llega a perder el hilo. Los cap?tulos en los que se `reproduce` lo que piensa Toto son uno de los momentos m?s altos de la literatura en castellano del siglo XX. Puig no s?lo recupera, a trav?s de una extra?a mezcla de ternura y humor, saberes infantiles que parec?an perdidos para siempre, sino que logra construir magistralmente la `voz` interior del ni?o.
`La historia (de la novela) transcurre en Argentina -1933-1948- y ata?e a un chico de un peque?o pueblo de las pampas, donde el ?nico contacto real con el mundo es la ficci?n de las pel?culas. El chico reci?n empieza a vivir cuando las luces de la sala se apagan y los nombres de las estrellas aparecen en la pantalla. Y esas estrellas pasan a formar parte de sus conflictos.` As? le resume Puig la trama de su libro a Rita Hayworth en la carta en la que le pide la autorizaci?n para usar su nombre en el t?tulo.
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– Amparo roñosa desgraciada, tuve que limpiar yo el piso.
– No tengo que ir al correo porque el señor rompió la carta que estaba escribiendo.
– Traeme pan rayado de la panadería… ¿Sabes una cosa? De cena voy a hacer mi-la-ne-sas, y vos en tu casa te tenés que comer las sobras del puchero que habrá hecho tu mamá a las doce.
– Vos sí que tenés suerte, Totín, no como la Inés. La Inés no es hermana mía ¿sabes? Si vos supieras, la pobre Inés es hija de mi hermana soltera la más grande, entonces yo soy tía de la Inés, así que cuando sea más grande yo le puedo pegar… Y la Pelusa sí es hermana mía, pero más chica y si yo le tiro del pelo me rasguña que tiene uñas de gato. A vos no te puedo pegar porque tu papá tiene plata y me paga para que te cuide, pero si no te quedas quieto te voy a dar un buen pellizcón si no nos ve nadie, mocosito, ¡quieto, te digo! Si supieras la pobre Pelusa nunca comió milanesas, y la noche que llovía tanto y no me podía volver a casa y la Felisa hizo milanesas, después cuando el señor me llevó en el coche después de cenar, me acosté con la Pelusa y le conté de las milanesas. La Pelusa me destapó la barriga y me pasó la mano fría por la barriga para ver si se tocaban las milanesas. Ojalá tu papá gane mucha plata y compre los muebles. La suerte que tuvo la niñera de la Mora… el novio toca el timbre y sale ella a abrirle la puerta, y no anda con delantal… Por suerte tu papá no está preso, pobre tu mamá de golpe le quitó las vacaciones el director y no pudo ir a La Plata, pero el señor le dejó medio muerto en el suelo al director.
– ¿Qué compraste?
– Un kilo de pan rallado para milanesas.
– El pan rallado ahora cuesta 5 centavos más por paquete ¿cómo te sobraron 5 centavos?
– Le dije al panadero que no me cobrara más porque la señora Mita le dio pomada para los granos en el hospital.
– ¿Por qué le cuidas tanto el bolsillo a tu patrón? -¿Por qué lo quisieron matar al señor?
– Lo corrieron una vez a balazos, y otra vez más, me contaron.
– ¿Todas lo querían al señor?
– ¿No te das cuenta que es lindo como un artista de cine?
– Bueno, Toto, ahora te peino y tu papá nos lleva en el auto hasta el hospital a esperar a tu mamá. ¡Quédate quieto con ese brazo! No me pegues en las costillas que me duelen que la Pelusa dormida toda la noche me clava los brazos de palo que tiene de flaca que está, que no quiere comer más puchero. Si esta noche a ustedes les sobra una milanesa mañana a la mañana se la pido a tu mamá y me la va a dar. La Pelusa nunca comió milanesas. Vos todavía sos muy chico para pedir milanesas, pero tendrías que pedir una milanesa esta noche en la cena. Pero sos muy chico, si no la podrías esconder y yo se la llevo mañana a la Pelusa. Pero piojo de mierda todavía no sabés hablar.
– Amparo, qué lindo lo peinaste, pero guarda los pañales sucios no me los dejes tirados que lo del nene lo tenés que acomodar vos y no yo.
– Felisa, ayer vi que la señora lloraba.
– Pero no lo digas delante del señor, la señora llora si él no la ve.
– ¡No te despeines, Toto! Deja quietas las manos. Y el desgraciado del panadero ladrón quería aumentarme el precio, nosotros tenemos que ahorrar, Totín, así tu papá nos compra los muebles y me quedo a dormir en la cama nueva. Cuando llueva va a crecer el pasto para que coman los novillos, pero me cago en mi suerte negra, por más que llueva no se le van a resucitar los novillos muertos a tu papá. Yo te voy a cuidar hasta que seas grande.