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Sinfonia Inacabada

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Sinfonia Inacabada
Название: Sinfonia Inacabada
Автор: Roberts Nora
Дата добавления: 16 январь 2020
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Sinfonia Inacabada - читать бесплатно онлайн , автор Roberts Nora

La joven pianista Vanessa Sexton hab?a vuelto a su ciudad natal tratando de obtener algunas respuestas de su madre, de la que se hab?a separado hac?a doce a?os. Pero en aquel viaje de reencuentro con su pasado tambi?n ten?a que enfrentarse a Brady Tucker, el ?nico hombre al que hab?a amado y que ya le hab?a roto el coraz?n en una ocasi?n. Vanessa cre?a que aquel enamoramiento era algo que ya no le podr?a afectar, pero cada vez que ve?a a Brady sent?a unas emociones que no sab?a si estaba dispuesta a aceptar…

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– Yo nunca he amado a otra mujer aparte de a ti. Las demás fueron sólo sustituías. Tú eras un fantasma que me perseguía por todas partes, que se desvanecía cada vez que trataba de tocarlo.

– Desde que regresé aquí, mi vida está patas arriba -dijo ella-. No creí que volvería a verte y pensé que, aunque te viera, no importaría porque no sentiría nada por ti. Sin embargo, sí que importa y sí que siento algo, lo que sólo hace que todo sea mucho más difícil.

– ¿No debería ser más fácil?

– No. Ojalá fuera así. No me puedo casar contigo, Brady, hasta que me mire al espejo y me reconozca.

– No sé de qué diablos estás hablando.

– No, claro que no. Casi ni lo sé yo misma. Lo único que sí sé es que no te puedo dar lo que deseas. Que tal vez nunca podré.

– Estamos muy bien juntos, Van… Maldita sea, lo sabes.

– Sí -susurró ella. Sabía que le estaba haciendo daño y le resultaba completamente insoportable-. Brady, hay demasiadas cosas que yo no comprendo sobre mí misma, demasiadas preguntas para las que no tengo respuesta. No puedo hablar de matrimonio, sobre una vida juntos, hasta que las tenga.

– Mis sentimientos no van a cambiar.

– Espero que no.

– Esta vez no voy a consentir que te alejes de mí, Van. Si sales corriendo, iré detrás de ti. Si tratas de esconderte, yo te encontraré.

– Haces que tus palabras suenen como una amenaza.

– Lo es.

– No me gustan las amenazas, Brady -le espetó ella-. Deberías recordarlo. No las tolero.

– Y tú deberías recordar que las hago realidad. Tú me perteneces, Vanessa -afirmó, agarrándola por los hombros-.Tarde o temprano, vas a terminar por comprenderlo.

– Primero me pertenezco a mí misma, Brady -replicó Vanessa-, o, al menos, eso es lo que tengo intención de conseguir. Tendrás que metértelo en la cabeza. Entonces, tal vez, pueda haber algo entre nosotros.

– Ya hay algo entre nosotros. No puedes negarlo.

– En ese caso, haz que te baste con lo que tenemos. Estoy aquí, a tu lado, No hay nadie más. Conténtate con eso.

Sin embargo, no era suficiente. Hasta cuando se tumbó sobre ella y le devoró la boca apasionadamente con la suya, Brady supo que no era suficiente.

Por la mañana, cuando Vanessa se despertó, sola, con el aroma de Brady impregnado en unas sábanas que ya se estaban quedando frías, se temió que jamás sería suficiente.

Capítulo XI

«Muy bien, muy bien», pensó Vanessa, mientras Annie interpretaba una de las canciones de su adorada Madonna. Tenía que admitir que el ritmo era pegadizo. Había tenido que simplificar la canción un poco para que la niña pudiera tocarla, pero se notaba perfectamente de qué canción se trataba y eso era lo que contaba.

Tal vez las mejoras en la técnica de Annie no habían sido radicales, pero existían. Además, en lo que se refería al entusiasmo, Annie Crampton era su estudiante número uno.

Tuvo que admitir que su propia actitud hacia las clases había cambiado. Nunca se habría imaginado que disfrutaría tanto instruyendo a aquellos niños. En lo que se refería a los niños, sus esfuerzos contaban. Tal vez no mucho, pero contaban.

Las clases tenían el beneficio añadido de que la ayudaban a olvidarse de Brady. Al menos, durante una hora o dos todos los días.

– Muy bien, Annie.

– La he tocado entera -dijo la niña, completamente entusiasmada-. Puedo volver a tocarla si quiere.

– Mejor la semana que viene. Quiero que trabajes en la próxima lección de tu libro -dijo Vanessa. Acababa de agarrar el libro cuando oyó que se habría la puerta-. Hola Joanie.

– He oído la música -comentó ésta última, mientras se colocaba a Lara sobre la cadera-. Annie Crampton, ¿eras tú la que tocaba?

– Sí, la canción entera -respondió la niña, con una orgullosa sonrisa en los labios-. La señorita Sexton me ha dicho que lo he hecho muy bien.

– Y es cierto. Estoy muy impresionada, especialmente porque a mí no pudo enseñarme nada más que una canción.

Vanessa colocó una mano sobre la cabeza de la niña.

– La señora Knight no practicaba en casa.

– Yo sí. Mi madre me dice que he aprendido más en tres semanas que en el tiempo que estuve con el otro profesor. Además, es mucho más divertido. Hasta la semana que viene, señorita Sexton.

– Estoy impresionada -reiteró Joanie cuando la niña se hubo marchado.

– Tiene buenas manos -dijo Vanessa, extendiendo las suyas para tomar a Lara-. Hola, tesoro…

– Tal vez le puedas dar clases a ella algún día.

– Tal vez.

– Entonces, aparte de Annie, ¿cómo te va con el resto de las clases? ¿Cuántos alumnos tienes ya?

– Doce, y ése es mi límite, te lo prometo. En general, van muy bien. He aprendido a mirarles las manos a los niños antes de que se sienten al piano. Todavía no sé con lo que Scott Snooks me manchó el otro día las teclas.

– ¿Qué aspecto tenía?

– Verde -comentó, mientras jugueteaba con la pequeña Lara-. Ahora, inspecciono las manos antes de cada clase.

– Si puedes enseñarle a Scott Snooks algo que no sean diabluras y trastadas, puedes hacer milagros.

– Ese es el desafío. Si tienes tiempo, puedo descongelar una lata de limonada.

– La señorita Ama de Casa -comentó Joanie, con una sonrisa-. En realidad no. Sólo tengo un par de minutos. ¿No tienes ahora otra clase?

– Gracias a la varicela no. ¿Qué prisa tienes? -preguntó Vanessa, aún con la niña en brazos, mientras conducía a Joanie al salón.

– Sólo he venido para ver si necesitas algo. Mi padre y Loretta regresan dentro de unas horas y quiero verlos. Mientras tanto, tengo algunos recados que hacer.

– En realidad, me vendrían bien unas partituras. A ver qué te parece esto. Si te escribo los títulos y las traes, yo te cuido de Lara.

– Perdona, ¿he entendido bien?

– Sí. Puedes dejarme a Lara hasta que termines.

– Hasta que termine. ¿Quieres decir que me puedo ir al centro comercial completamente sola?

– Bueno, si prefieres llevártela…

Joanie soltó un grito de felicidad y se levantó para darle un beso a Vanessa y a Lara.

– Lara, cielo, te quiero. Hasta luego.

– Joanie, espera -dijo Vanessa, riendo-.Aún no te he escrito los títulos de las partituras.

– Oh, sí, claro. Supongo que me había emocionado un poco. No he ido de compras sola desde…Ya ni me acuerdo -comentó. De repente, la sonrisa se le borró del rostro-. Soy una madre terrible. Estoy encantada de dejar a mi hija aquí. No, encantada no es la palabra. Emocionada, extasiada, feliz… Soy una madre terrible.

– No. Estás un poco loca, pero eres una madre maravillosa.

– Tienes razón. Sólo ha sido la emoción de ir al centro comercial sin la sillita, la bolsa de los pañales… Todo se me subió a la cabeza. ¿Estás segura de que no te importa?

– Claro que no. Nos lo pasaremos muy bien.

– Por supuesto que sí, pero tal vez deberías colocar todo lo que sea importante un poco alto. Ya ha aprendido a andar.

– Todo irá bien -dijo Vanessa. Dejó a Lara en el suelo y le dio una revista para que la mirara. La niña la rasgó inmediatamente-. ¿Ves?

– De acuerdo. Le di de comer antes de que saliéramos de casa, pero tiene un biberón con zumo de manzana en la bolsa de los pañales. ¿Sabes cambiar pañales?

– He visto cómo se hace. No puede ser muy difícil.

– Bueno, si estás segura de que no tienes nada más que hacer…

– Tengo la tarde completamente libre. Cuando los recién casados lleguen a casa, sólo hay que andar unos metros para ir a verlos.

– Supongo que Brady vendrá también.

– No lo sé.

– Entonces, no ha sido producto de mi imaginación.

– ¿El qué?

– Que, desde hace unos días, existe mucha tensión entre vosotros.

– Te estás equivocando, Joanie.

– Tal vez, pero el asunto me interesa. Las veces que he visto a Brady últimamente, se ha mostrado enfadado o distraído. No hace falta que te diga que esperaba que los dos terminarais juntos.

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