Malinche
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Malinche sirve a Laura Esquivel para construir una ventana en la que el lector se asoma a la forma de ver el mundo de los pueblos ind?genas, ``a un pasado que debemos reintegrar en nuestras vidas, porque los mexicanos preferimos regodearnos en la idea de que somos producto de un abuso, y este concepto de que somos abusables, conquistables o de que no hay salida, nos hace caer una y otra vez en manos de gente que no nos gobierna como merecemos, que no nos procura un bienestar. La prueba es que no han sido capaces de respetar los Acuerdos de San Andr?s`, afirma la narradora en entrevista con La Jornada.
En su nueva novela, a?ade, intenta ``comprender mucho mejor el proceso de la conquista y por qu? no hemos podido superarlo. Y es que, como naci?n, tenemos un nudo atorado que tiene que ver con la integraci?n de esa visi?n del mundo que acepta un orden c?smico. Una parte de la profunda espiritualidad de los pueblos ind?genas se basa en ello, en presencias y deidades, donde el agua, el fuego y el aire hablan, nos dicen cosas.
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Agradecimientos.
En el aire, en el invisible, navegan infinidad de ideas en movimiento. Durante su recorrido se cruzan unas con otras y producen encuentros luminosos que más tarde se plasman en imágenes, en sonidos, en palabras: en conocimiento.
Este libro es el resultado de mi búsqueda de respuestas a las preguntas: ¿Cómo era la Malinche? ¿Qué pensaba? ¿Qué sabía? ¿Qué ideas la acompañaban?
Las respuestas las encontré no sólo en libros de historia, sino en conversaciones con mis amigos y en mi contacto con el invisible, donde el tiempo se desvanece y es posible tener encuentros afortunados con el pasado.
En este viaje conté con la compañía y el apoyo incondicional de Javier Valdés, quien me ayudó con el trabajo de investigación; de Salvador Garcini, quien se sumó a este esfuerzo y nos compartió sus sueños, sus pensamientos de luz; de Antonio Velasco Pina, quien enriqueció nuestro conocimiento sobre la historia de México.
Walter de la Gala, Elena Guardia, Isabel Molina, Víctor Hugo Rascón Banda y Alfredo Robert, quienes pusieron a mi disposición libros sobre el tema.
Víctor Medina y Soledad Ruiz, quienes me brindaron inapreciables sugerencias.
Mi sobrino Jordi Castells puso su talento, su intuición y su sensibilidad en la creación del códice que acompaña esta edición.
Mi hermano Julio Esquivel y Juan Pablo Villaseñor me regalaron su tiempo y su ayuda cibernética en la obtención de datos.
Cristina Barros y Marco Buenrostro participaron con sus conocimientos sobre la cocina mexicana.
A todos ellos va mi firme y sonoro agradecimiento.
