-->

La Naranja Mecanica

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу La Naranja Mecanica, Burgess Anthony-- . Жанр: Современная проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
La Naranja Mecanica
Название: La Naranja Mecanica
Автор: Burgess Anthony
Дата добавления: 16 январь 2020
Количество просмотров: 254
Читать онлайн

La Naranja Mecanica читать книгу онлайн

La Naranja Mecanica - читать бесплатно онлайн , автор Burgess Anthony

La pregunta que plantea este libro, una de las obras fundamentales en la literatura del siglo XX, no deber?a ser la m?s obvia, la que aparece en la superficie del texto: `?Es el hombre un ser violento?`, sino: `?Es la sociedad violenta con sus miembros?`.

Porque La naranja mec?nica trata principalmente de la libertad del individuo contrapuesta al bien del colectivo, o m?s bien se plantea hasta qu? punto es leg?timo que el colectivo, a trav?s de sus representantes (?o son los representantes los que deciden en ?ltima instancia por el colectivo?), destruya al individuo en funci?n del inter?s general.

Aqu? podr?amos insertar el comentario de que el libro no ha perdido inter?s y que explora un tema de rabiosa actualidad. Eso es innecesario y superfluo: se trata de un tema universal, como tal, La naranja mec?nica se puede calificar como obra imperecedera.

?Qui?n hay que no conozca el argumento de la obra del m?sico y escritor Anthony Burgess, a trav?s de la m?tica pel?cula de Stanley Kubrick? Parece ser que el que suscribe estas l?neas y pocos m?s. Esto permite abordar el argumento distanci?ndose de la violencia expl?cita de las im?genes y centr?ndose en el transfondo de la novela.

?Por qu?, a pesar de ser pieza fundamental, no es la violencia de Alex, el nadsat protagonista (no de ?lex, el cr?tico ya no tan adolescente), tan atractiva y tan repulsiva a los ojos occidentales, el eje central de la narraci?n? Porque Burgess (y as? lo aclara en el pr?logo de esta edici?n, el author`s cut que proclamar?a la moda fatua de reeditar grandes ?xitos del s?ptimo arte, pero tan necesaria en este caso) pone en manos (y boca) del adolescente y su panda de drugos una forma de entender la diversi?n que no est? viciada por el moralismo monote?sta. La crueldad, tan com?n en el ser humano desde sus primeros estadios, aparece como una f?rmula m?s a escoger para su esparcimiento, una opci?n v?lida seg?n los c?nones aprehendidos del entorno hiperindividualista y desestructurado en el que viven, donde otras preocupaciones (vivienda, trabajo, dinero) priman sobre una familia y una educaci?n decadentes o inexistentes, incapaz de atajar los instintos agresivos en sus primeras manifestaciones.

Juventud y violencia: rasgos reconocibles, lugares comunes muy visitados en nuestra sociedad. Como ven, la realidad no anda demasiado lejos.

Burgess habla en su pr?logo de elecci?n moral, de esa libertad primigenia del ser humano que lo distingue de las bestias: la capacidad de percibir, razonar y decidir sobre s? mismo, sus acciones y su futuro. Alex es eminentemente un ser libre y como tal se expresa, rasreceando lo que hay a su alrededor en el puro ejercicio de su libre albedr?o. Destrucci?n, pero tambi?n creaci?n: los m?s d?biles deben sucumbir para que los m?s fuertes vivan, o Alex es capaz de violar a dos ni?as tontas que no entienden lo sublime de la m?sica de Beethoven (?por el gran Bogo!, que dir?a Alex).

Cuando Alex comete un crimen (es decir, cuando el Estado tutelar establece que ha rebasado el l?mite impuesto por el colectivo al que representa) su libertad se ve brutalmente amputada. No s?lo eso, sino tambi?n su identidad (ahora ser? el recluso 6655321, un golpe de efecto algo burdo pero efectivo por parte del autor) y, posteriormente, su capacidad de decidir: es condicionado para rechazar cualquier forma de violencia, una suerte de `naranja mec?nica` incapaz de manifestar su condici?n humana. Ya no puede escoger entre el bien y el mal, algo que Bogo (o Dios) reprobar?a (`Quiz?s el hombre que elige el mal es en cierto modo mejor que aqu?l a quien se le impone el bien`, seg?n el capell?n de la prisi?n en que es internado Alex).

As? volvemos a la pregunta planteada al principio: ?es la sociedad violenta con sus miembros? ?Justifica el bien de la sociedad la violencia de Estado? En palabras del responsable de la t?cnica empleada sobre el nadsat: `No nos interesan los motivos, la ?tica superior. S?lo queremos eliminar el delito…`. La observaci?n del Ministro del Interior es harto indicativa: `Y aliviar la espantosa congesti?n de las prisiones`. Lo que conduce, inevitablemente, a la legitimidad del Estado como representante del colectivo. Aunque este punto no centra el inter?s del autor, sobre el que pasa de puntillas.

La necesidad de recuperar su humanidad, y a partir de ah? ser libre para escoger libremente, ser?n las bases del desenlace, en el que un Alex abocado a la madurez contempla su pasado con una mirada cr?tica y sabia. Llega la hora de decidir, y de decidir correctamente. El camino es lo de menos, lo importante es que uno mismo conduzca sus pasos por el camino que quiere la voluntad.

Esta obra, que en manos de un autor con menos talento hubiese dado lugar a un texto zafio cuyos objetivos hubieran quedado diluidos por los golpes de efecto, la narra h?bilmente un Alex vital y desmedido, imprimiendo a La naranja mec?nica cotas de verosimilitud raramente le?das en primera persona. Por otra parte, el uso de la jerga nadsat, creada por Burgess mezclando el habla coloquial de los j?venes rusos con el dialecto cockney londinense, es un hallazgo usado con inteligencia y mesura, que otorga la identificaci?n de Alex a un grupo del que nos excluye, habladores del lenguaje est?ndar, no nadsat. Descubrimos que su voz es la adecuada como canal de expresi?n de las inquietudes de Burgess, pues nos hace saltar al otro lado, al lado del que sufre en sus carnes el Estado todopoderoso, en el que su estructura sirve para aplastar al que no encaja en ?l. Aunque sea porque es un criminal.

Un libro realmente jorosch?, que no pueden dejar de leer.

?lex Vidal

"Uno de los pocos libros que he sido capaz de leer en los ?ltimos a?os".

WILLIAM BURROUGHS

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 26 27 28 29 30 31 32 33 34 ... 65 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

2

Bueno, la entrada de este nuevo cheloveco fue realmente el comienzo de mi salida de la vieja staja, porque era un plenio tan podrido y camorrista, con una mente muy sucia y torcidas intenciones, que ese mismo día nachinaron los problemas. También era muy prepotente, y comenzó a miramos a todos con un litso burlón, y a hablarnos con golosa alta y orgullosa. Aclaró que era el único prestúpnico joroschó de todo el zoológico, y afirmó que había hecho esto y aquello, y liquidado a diez militsos con un golpe de la ruca, y toda esa cala. Pero nadie se dejó impresionar mucho, oh hermanos míos. De modo que se las tomó conmigo, porque yo era el más joven, y quiso demostrarme que por esa razón tenía que ser yo y no él quien sasnutara en el suelo. Pero todos los demás me defendieron, y cricharon: -Déjalo en paz, grasño brachno -y entonces el cheloveco empezó a quejarse de que nadie lo quería. Pero esa misma naito descubrí que este horrible plenio estaba acostado conmigo en el camastro, el más bajo de una fila de tres, y también muy estrecho, y estaba goborándome sucios slovos de amor y acariciándome esto y aquello. De modo que me puse realmente besuño y le tiré un golpe, aunque no pude videar tan joroschó, pues apenas había una lucecita roja en el pasillo. Pero sabía que era él, el bastardo vonoso, y cuando la dratsa se armó realmente, y se encendieron las luces, pude videar el horrible litso y el crobo que le salía de la rota donde yo le había clavado la ruca .

Por supuesto, lo que entonces sluchó fue que mis compañeros de celda se despertaron y se unieron a la pelea, tolchocando un poco a ciegas en la semioscuridad, y el chumchum pareció despertar a todo el pabellón, de modo que se podían slusar los gritos y los golpes de los recipientes de hojalata contra la pared, como si todos los plenios de todas las celdas hubieran creído que se iniciaba una gran fuga, oh hermanos míos. Se encendieron las luces y vinieron los chasos vestidos con camisa, pantalones y gorros, sacudiendo los bastones. Pudimos videarnos los litsos enrojecidos, y los puños que se alzaban, y todos crichaban y maldecían. Entonces formulé mi queja, y todos los chasos dijeron que de cualquier modo Vuestro Humilde Narrador era el que había empezado, pues no tenía ni un arañazo, salvo el crobo colorado de ese horrible plenio; le caía de la rota, donde yo le había clavado la ruca. Me puse realmente besuño. Dije que no dormiría allí otra naito si las autoridades de la cárcel estaban dispuestas a permitir que esos prestúpnicos horribles, vonosos y pervertidos se me echaran encima cuando yo no podía defenderme. -Espera hasta la mañana -me dijeron-. ¿Su alteza quiere un cuarto privado con baño y televisión? Bien, ya lo arreglaremos por la mañana. Pero ahora, pequeño drugo, hunde la golová ensangrentada en la poduchca de paja, y que nadie nos venga con problemas. ¿De acuerdo?

Y los chasos se marcharon después de formular severas advertencias a todos, y poco después se apagaron las luces y yo dije que me quedaría sentado el resto de la naito, pero primero le hablé a ese horrible prestúpnico: -Anda, ocupa mi camastro si quieres. Ya no me interesa. Pusiste ahí el ploto horrible y vonoso y ahora todo huele a cala. -Pero entonces intervinieron los otros. El Judío Gordo dijo, todavía sudando por la bitba en la oscuridad:

– No tienes que hacer eso, hermano. No le aflojes a este maricón. -Y el nuevo le contestó:

– Cierra la trampa, yid -queriendo decirle que se callara, pero era una cosa muy insultante. El Judío Gordo ya iba a largarle un tolchoco, y el doctor dijo:

– Vamos, caballeros, no queremos problemas, ¿verdad? -y hablaba con la golosa refinada, pero este nuevo prestúpnico realmente se la estaba buscando. Se videaba que se creía un bolche veco muy importante, y que no le correspondía, por dignidad y posición, compartir una celda con otros seis y tener que dormir en el suelo. Miró al doctor burlonamente:

1 ... 26 27 28 29 30 31 32 33 34 ... 65 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название