Una mujer dif?cil
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Nacida para sustituir, en cierto modo, a dos hermanos muertos en un accidente, Ruth Cole vive una infancia muy especial. En el verano de 1958, cuando ella tiene cuatro a?os, Marion, su madre, tras una t?rrida aventura con un jovencito de diecis?is, abandona el hogar. Ruth se queda con su padre, con el que mantiene una relaci?n de amor-odio marcada por la rivalidad. Pero, andando el tiempo, a sus treinta y seis a?os, Ruth se ha convertido en una mujer atractiva y en una escritora de ?xito, y, pese a su personalidad compleja y dif?cil, cuatro a?os despu?s no s?lo se ha casado, sino que tiene un hijo, enviuda y, por si fuera poco, se enamora por primera vez. Lo que no pod?a prever era la reaparici?n de la inquietante Marion…
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– Llámale Ted
Ésas no eran las reglas de Exeter. En la escuela, y por extensión en su familia, puesto que la atmósfera de la escuela le había rodeado desde su infancia, era preciso tratar a todo el mundo de "señor" y "señora". Allí lo correcto era decir el señor Fulano y la señora Mengano. Aquí le pedían que dijera simplemente Ted y Marion. Era otro mundo, desde luego
Cuando se acomodó en el asiento del conductor, comprobó que el acelerador, el freno y el embrague se encontraban a la distancia perfecta, lo cual corroboraba que Marion y él tenían la misma estatura. Sin embargo, la emoción de este descubrimiento quedó moderada de inmediato por la conciencia de su gran erección: el pene, ostensiblemente enhiesto, rozaba la parte inferior del volante. Y entonces el conductor del camión de almejas pasó lentamente por su lado y, naturalmente, también se fijó en Marion
– ¡Buen trabajo si lo consigues, muchacho! -le gritó. Cuando Eddie hizo girar la llave de encendido, el Mercedes respondió con un ronroneo. Miró disimuladamente a Marion y vio que ella le estaba observando de una manera que le era tan desconocida como su coche
– No sé adónde vamos -le confesó
– Tú conduce -le dijo Marion-. Ya te daré todas las instrucciones que necesites