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C?rdoba de los Omeyas

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C?rdoba de los Omeyas
Название: C?rdoba de los Omeyas
Дата добавления: 16 январь 2020
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C?rdoba de los Omeyas - читать бесплатно онлайн , автор Molina Antonio Mu?oz

Despu?s de una bella y sugestiva introducci?n a la ciudad, Antonio Mu?oz Molina narra para el lector la historia de la C?rdoba musulmana, desde el a?o 711, en el que los invasores del norte de ?frica conquistan el lugar, hasta las guerras civiles que desintegran el califato, haciendo posible que en 1236 Fernando III de Castilla se apoderara de lo que fue capital de los califas. Entre las estampas que componen el libro destacan los cap?tulos dedicados al primer emir cordob?s, Abd al-Rahman I, a la vida cotidiana de la ciudad laberinto, con interesantes detalles significativos sobre las costumbres, las casas y la mentalidad de la ?poca, a la C?rdoba de Abd al-Rahman II, Ziryab y el m?rtir cristiano san Eulogio, Abd al-Rahman III y la mezquita, el extraordinario personaje que es al-Mansur, etc. Con una prosa de gran escritor, todo este magn?fico pasado cordob?s revive admirablemente con una brillantez ins?lita que hace de esta evocaci?n una verdadera obra maestra.

?sta es una colecci?n de retratos de ciudades en sus momentos m?s brillantes, curiosos y significativos. Su ambiente, su vida cotidiana, sus personajes, sus mitos y an?cdotas, la configuraci?n urbana y sus caracter?sticas, el arte y la literatura, los restos m?s importantes de la ?poca que a?n se conservan y que pueden ser objeto de una especie de itinerario tur?stico, cultural o nost?lgico, todo lo que contribuy? a hacer la leyenda y la historia de una ciudad en el per?odo de mayor fama, se recoge en estas p?ginas de evocaci?n del pasado. Grandes escritores que se sienten particularmente identificados con la atm?sfera y el hechizo de estas ciudades de ayer y de hoy resumen para el lector contempor?neo lo que fue la vida, la belleza y a menudo el drama de cada uno de estos momentos estelares de la historia que se encarnan en un nombre de infinitas resonancias.

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Nueve años tardó todavía Eulogio en lograr que lo mataran. En cuanto a su amigo Álvaro, no consta que fuera a la cárcel ni que sufriera el martirio. Sin duda poseía esa extendida habilidad de algunos doctrinarios para animar a otros a un sacrificio del que ellos se mantienen escrupulosamente a salvo. Cuando lo detuvieron por segunda vez, Eulogio debió de sentir el alivio de quien al fin cumple su destino, pero como el cadí, para extrañeza suya, se limitó a condenarlo a unos pocos azotes, él optó por injuriar tumultuosamente a Mahoma. Ni aun entonces se apresuraron a matarlo: desde hacía tiempo había alcanzado la dignidad de arzobispo, y el cadí consideró más prudente inhibirse para que lo juzgaran en palacio. Encadenado, impaciente, temiendo acaso que tampoco esta vez lo mataran, Eulogio fue conducido ante un visir que lo conocía desde su juventud y que intentó salvarlo. «¿Qué demencia te arrastra? -le preguntó el visir-, ¿qué es lo que te lleva a odiar la vida hasta ese punto? Pronuncia una sola palabra y te prometo que no tendrás nada que temer».

Pero lo único que temía Eulogio era que lo siguiesen obligando a vivir. Con monotonía, como si repitiera por última vez una tarea necesaria y tediosa, volvió a gritar las injurias de siempre. Aquel mismo día lo decapitaron: subió serenamente al cadalso, murmurando oraciones, y puso la cabeza en el tajo como si la descansara en una almohada. Siete años antes había muerto el emir Abd al-Rahman II. Salió una tarde a la galería encristalada de su palacio para mirar la llanura y río y el corazón se le paró. Los cristianos dijeron que lo último que vio antes de morir fueron los cadáveres de unos mártires colgados de horcas junto a la muralla, y que lo había fulminado la venganza de Dios.

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