Posdata: Te Amo
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Hay personas que esperan toda la vida para encontrar a su alma gemela, pero este no es el caso de Holly y Gerry. Novios desde el instituto, se sent?an como si siempre hubiesen estado juntos. Pod?an acabar las frases del otro, e incluso cuando discut?an?como sobre qui?n deb?a salir de la cama para apagar la luz cada noche? lo hac?an riendo. Holly no sab?a qu? ser?a de ella sin Gerry. Nadie lo sab?a. Y as? fue como comenz? ` La Lista `? como una broma. En previsi?n de que pudiera sucederle algo malo, Gerry dejar?a a Holly una lista de cosas que hacer para salir adelante d?a tras d?a.
De pronto, la joven pareja se enfrenta a lo inimaginable: Gerry contrae una enfermedad fatal y fallece. Tres meses despu?s de su muerte, Holly sale de su casa para recoger un misterioso paquete que ha recibido su madre para ella. Cuando lo abre se encuentra con que Gerry ha cumplido su palabra. Le ha dejado ` La Lista `, una serie de cartas con instrucciones para cada mes. Todas van firmadas con `PD: Te amo`.
Rodeada de amigas de lengua afilada y con una familia que la ama y la sobreprotege hasta volverla loca, Holly Kennedy es una hero?na de nuestro tiempo: titubea, trastabilla, llora y bromea mientras se abre camino hacia la independencia, hacia una nueva vida de aventura, satisfacci?n profesional, amor y amistad.
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CAPÍTULO 9
Holly llegó al pub Hogan's bastante más relajada que el día anterior, aunque sus reflejos seguían siendo un poco más lentos de lo habitual. Sus resacas parecían empeorar a medida que iba haciéndose mayor, y la de ayer merecía la medalla de oro a la peor de las resacas. Aquella mañana, había ido a dar un largo paseo por la costa, desde Malahide hasta Portmarnock, y la brisa fría v vigorizante la ayudó a aclarar su confusión mental. Luego había ido a almorzar a casa de sus padres, quienes le regalaron un hermoso jarrón de cristal áterford por su cumpleaños. La visita resultó maravillosamente relajante y tuvo que hacer un gran esfuerzo para levantarse del confortable sofá y dirigirse al Hogan's.
El Hogan's era un pub de tres plantas muy concurrido situado en el centro de la ciudad, e incluso en domingo estaba atestado. El primer piso era un local nocturno muy moderno donde siempre sonaba lo más nuevo de las listas de éxitos. Allí iba la gente joven a lucir sus últimos modelitos. La planta baja era un pub irlandés tradicional destinado a un público más maduro (solía estar lleno de hombres mayores encaramados a sus taburetes y encorvados sobre sus jarras de cerveza, viendo la vida pasar). Unas pocas noches por semana actuaba una banda de música tradicional irlandesa, que gozaba de notable popularidad tanto entre los jóvenes como entre los mayores. El sótano, oscuro y lúgubre, era el lugar reservado a los grupos de rock. Su clientela estaba formada exclusivamente por estudiantes, y saltaba a la vista que Holly era la persona más mayor del lugar. El bar consistía en una diminuta barra situada en un rincón del alargado local, rodeada por una multitud desaliñada de estudiantes con tejanos y camisetas raídas que se empujaban sin miramientos para conseguir sus bebidas. Los camareros también presentaban aspecto de universitarios y se afanaban de un lado a otro con el rostro bañado en sudor.
El ambiente del sótano estaba muy cargado, puesto que no había ventilación ni aire acondicionado, y a Holly le costaba respirar en aquella atmósfera tan viciada. Al parecer, prácticamente todos cuantos la rodeaban fumaban cigarrillos, y los ojos comenzaban a escocerle. Trató de no pensar en cómo sería la situación dentro de una hora, aunque todo indicaba que era la única persona a quien eso le preocupaba. Saludó a Declan con la mano para hacerle saber que había llegado pero decidió no acercarse hasta él, ya que estaba rodeado por un grupo de chicas. Lo último que deseaba era cortarle las alas. Holly se había perdido por completo el ambiente estudiantil cuando era más joven. Había decidido no matricularse en la universidad después del instituto, optando por un trabajo de secretaria, lo cual la llevó a cambiar de empleo cada pocos meses, hasta acabar en la espantosa oficina que dejó para poder dedicar tiempo a Gerry durante su enfermedad. De todos modos, dudaba que hubiese permanecido allí mucho más. Gerry había estudiado marketing en la Universi dad de Dublín, pero nunca tuvo demasiado trato social con los amigos de la facultad. De hecho, prefería salir con Holly, Sharon y John, Denise y su pareja de turno. A la vista de lo que tenía delante, Holly se dijo que no se había perdido gran cosa.
Cuando finalmente Declan consiguió deshacerse de sus admiradoras, se reunió con Holly.
– Hola, señor Éxito. Es todo un honor que te hayas dignado hablar conmigo -saludó Holly.
Las chicas dieron un buen repaso a Holly, preguntándose qué diablos vería Declan en aquella mujer mayor.
Declan rió y se frotó las manos con picardía.
– ¡Ya lo sé! ¡Ya lo sé! Este asunto de la música es genial. Me parece que tendré un poco de acción esta noche -dijo con petulancia.
– Como hermana tuya que soy, siempre es un placer que me informes de esas cosas -ironizó ella. Era imposible mantener una conversación con Declan, pues éste se negaba a mirarla a los ojos, dedicándose a inspeccionar a la concurrencia-. Vamos, Declan, ve a flirtear con esas bellezas en lugar de quedarte pegado a tu hermana mayor -instó Holly.
– No, no, no es eso -replicó Declan a la defensiva-. Es que nos han dicho que esta noche quizá vendrá un tipo de una discográfica a vernos actuar. -¡Fantástico!
Holly se alegró por su hermano. Era obvio que aquello significaba mucho para él y se sintió culpable por no haberse interesado nunca hasta entonces. Miró alrededor para ver si localizaba a algún tipo con pinta de trabajar en una discográfica. ¿Qué aspecto tendría? Tampoco era de esperar que estuviera senrado en un rincón, tomando notas frenéticamente en un bloc. Por fin reparó en un hombre mucho mayor que el resto del público. Iba vestido con una chaqueta negra de piel, pantalones negros de sport y camiseta del mismo color. Estaba de pie con los brazos en jarras, mirando fijamente hacia el escenario. Sí, sin duda era el tipo de la discográfica, pues iba sin afeitar y daba la impresión de no haberse acostado en varios días. Seguro que llevaba toda la semana pasando las noches en vela para asistir a conciertos y bolos y probablemente dormía de día. También era muy probable que oliera fatal. No obstante, quizá sólo fuera un bicho raro a quien le gustaba frecuentar el ambiente estudiantil para comerse con los ojos a las jovencitas. No dejaba de ser una posibilidad.
– ¡Está allí, Deco! -exclamó Holly, levantando la voz por encima del ruido y señalando hacia el hombre.
Declan se mostró excitado y dirigió la mirada hacia donde le indicaba Holly. Su sonrisa se desvaneció, evidenciando que conocía al sujeto en cuestión. -¡No, ése es Danny! -gritó Declan, y silbó para atraer su atención. Danny volvió la cabeza varias veces tratando de averiguar quién le llamaba, asintió al localizar a Declan y se dirigió hacia ellos.
– Qué pasa, tío -dijo Declan, dándole la mano.
– Hola, Declan. ¿Está todo listo? -preguntó el hombre, un tanto inquieto.
– Sí, tranquilo -contestó Declan con aire indiferente. Sin duda alguien le había dicho que para estar en la onda debía actuar como si nada importara.
– ,La prueba de sonido ha ido bien? -insistió Danny, ávido de información.
– Ha habido algún problemilla, pero lo hemos resuelto. -Entonces, ¿todo está en solfa?
– Claro.
– Bien. -Su expresión se relajó y se volvió para saludar a Holly-. Perdona que no te haya hecho caso antes. Soy Daniel.
– Encantada. Yo soy Holly.
– Oh, lo.siento-interrumpió Declan-. Holly, el propietario; Daniel, mi hermana.
– ¿Hermana? Vaya, no os parecéis en nada.
– Gracias a Dios -dijo Holly a Daniel, procurando que Declan no la oyera. Daniel se rió.
– ¡Eh, Deco, empezamos! -le gritó un chaval con el pelo azul. -Hasta luego -se despidió Declan, y se encaminó al escenario.
– ¡Buena suerte! -le deseó Holly-. Así que eres un Hogan -dijo, volviéndose hacia Daniel.
– Verás, en realidad soy un Connolly. -Sonrió y añadió-: Me quedé con el negocio hace unas semanas.
– Vaya, no sabía que lo hubiesen vendido -dijo Holly sorprendida-. ¿Y vas a cambiarle el nombre por el de Connolly's?
– No me caben tantas letras en la fachada. Es un poco largo. Holly se echó a reír.
– Bueno, todo el mundo conoce este sitio como Hogan's. Probablemente sería una estupidez cambiarle el nombre -observó Holly.
Daniel asintió.
– En realidad, ésa es la verdadera razón para no hacerlo. De pronto Holly vio a Jack en la entrada y le hizo señas.
– Siento mucho llegar tarde -se excusó Jack-. ¿Me he perdido algo? -preguntó, dándole un abrazo y un beso.
– No, van a comenzar ahora. Jack, te presento a Daníel, el propietario. -
Encantado de conocerte-dijo Daniel, estrechándole la mano. -¿Sabes si son buenos? -preguntó Jack, señalando con el mentón hacia el escenario.
– A decir verdad, nunca les he oído tocar-respondió Daniel no sin cierta preocupación.
– ¡Muy valiente por tu parte! -bromeó Jack.
– Espero que no demasiado -dijo Daniel, volviéndose hacia el escenario que los músicos ya habían ocupado.
– Reconozco algunas caras -dijo Jack a Holly, paseando la mirada entre el público-. La mayoría no ha cumplido los dieciocho.
Una jovencita vestida con tejanos rotos y una camiseta que no le tapaba el ombligo pasó junto a Jack, sonriendo insegura. Se llevó un dedo a los labios como para indicarle que se callara. Jack también sonrió y asintió con la cabeza. Holly miró a Jack inquisitivamente.
– ¿A qué venía eso? -preguntó.
– Es alumna mía de inglés. Sólo tiene dieciséis o diecisiete. Pero es una buena chica. Jack la observó mientras se alejaba-. Aunque más le vale no lle tarde a clase mañana.
Holly vio a la muchacha apurar una jarra de cerveza con sus amigos y deseó haber tenido un profesor como Jack en el instituto. Todos los estudiantes parecían adorarlo. Y era fácil entender por qué; Jack era de esa clase de personas que se hacen querer.
– Mejor será que no le digas que son menores -sugirió Holly entre diences, señalando con la cabeza hacia Daniel.
El público aplaudió y vitoreó a los artistas, y Declan adoptó un aire taciturno mientras se colgaba la guitarra al hombro. En cuanto empezaron a cucar, fue imposible mantener ninguna clase de conversación. El público comenzó a pegar saltos, y continuamente Holly recibía un pisotón. Jack la miraba v se reía, divertido por su evidente incomodidad.
– ¿Puedo invitaros a un trago? -vociferó Daniel, haciendo un gesto de beber con la mano.
Jack le pidió una jarra de Budweiser y Holly optó por un 7UP Observaron a Daniel abrirse paso entre el gentío y saltar al interior de la barra para preparar las bebidas. Regresó poco después con las bebidas y un taburete para Holly. Volvieron a fijar su atención en el escenario para ver la actuación de su hermano. La música no era exactamente del estilo predilecto de Holly, y sonaba tan fuerte y atronadora que le resultaba difícil saber si tenía algo de buena. Estaba a años luz de los relajantes sonidos de su CD favorito de Westlife, de modo que quizá no se hallara en condiciones de juzgar a los Black Strawberries. Aunque en realidad el nombre del grupo ya lo decía todo.