La Monta?a del Alma
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Premio Nobel 2000
Gao Xingjian se?ala que "un autor tiene que encontrar su propio lenguaje, pero mi lenguaje no es un estilo para m?. En La monta?a del alma se encuentran todos los g?neros de la literatura. Es una b?squeda del estilo. Pero es el lenguaje lo que cuenta. Tienes que respetar este viaje lineal. Incluso si cambias los pronombres yo, t?, ?l, una novela sigue siendo un mon?logo".
Es el alma de China la que se descubre en las p?ginas de esta monta?a literaria, que aunque deba ser respetada en la linealidad espacio temporal del viaje, puede ser abierta en cualquier parte, pues siempre, en cada hoja habr? una nueva raz?n, una nueva historia, un contenido profundo.
El autor ganador del Nobel 2000 a la Literatura, recoge con precisi?n de rayos X lo que es la vida, la cultura, la filosof?a, el rostro, el alma, el arte, la gente, las costumbres, los olores, sonidos, colores y di?logos de China, el pa?s que construye su historia en el reconocimiento y respeto del pasado, en la valoraci?n de las ra?ces y en la preocupaci?n por los detalles, aquellos m?nimos gui?os que marcan la diferencia.
Descrita como la novela de China, el viaje que el lector inicia junto al Xingjian, es un acto de inmersi?n en un ambiente donde la sencillez abisma, sorprende y encanta. Es un tiempo sin tiempo, un espacio donde las horas pasan a otro ritmo, donde las palabras son menos y dicen m?s.
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– Para ti es una novela, pero para mí es la vida misma. De hecho, no podré escribir nunca la novela.
– Tan pronto como se habla de piojos, todo el mundo, temiendo serlo, quiere atraparlos, ¿qué se le puede hacer?
– ¿Y si a todo el mundo le importa un bledo?
– La gente tiene miedo de que la detengan, eso es todo.
– Pero tú, precisamente, ¿no quieres atraparlos, verdad?
– Y por dicha razón quieren atraparme a mí.
– ¿Es por eso por lo que vas a seguir corriendo mundo por esas carreteras?
– En cualquier caso, es mejor así, ¿no? ¿Me habría atrevido, de lo contrario, a venir a tomar algo contigo? Me hubiera largado hace ya tiempo, como el hombre salvaje.
– Y tampoco yo te daría protección en mi casa. O bien, ¿nos largamos los dos como unos hombres salvajes?
Y se sienta entre risas en la hamaca.
– Este final es mejor dejarlo correr -dice a su vez tras un momento de reflexión.