Trilogia de la huida
Trilogia de la huida читать книгу онлайн
La Trilog?a de la huida re?ne las tres primeras novelas de Dulce Chac?n: Alg?n amor que no mate, Blanca vuela ma?ana y H?blame, musa, de aquel var?n. "Los tres libros de esta Trilog?a de la huida tienen ese origen com?n, la melancol?a que deja en las personas la lucha que parte de la evidencia de un fracaso: la pareja fracas?, pero hay que reconstruir el amor. Dulce no abordaba ese asunto con un prop?sito previo, ella no hac?a teor?a de lo que iba a escribir, y no escrib?a nada como una teor?a; abordaba las novelas con la misma frescura, y con la misma libertad, con la que abordaba los poemas, como exabruptos de su sentimiento, y en el fondo de sus sentimientos, en el origen de su melancol?a, estaba la evidencia, y la rabia, ante ese fracaso."
Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала
Querido Curt:
Ayer me preguntaste si tenía miedo a morir, has sido el único que se ha atrevido a preguntármelo, no sé si supe contestarte. Sé que me has ayudado a reconocer la mentira que se empeñan en construir a mi alrededor, la curación, y que muchas veces yo misma quiero creer. Negarse a nombrar la muerte no es evitar que exista. Admiro el valor que has tenido, siempre que intento hablar de este tema la gente lo rehúye, yo no quiero esconder la cabeza, tú tampoco. Supiste acercarte a mí, sin morbosidad, con pudor, y compartir mi miedo. No te pregunté si temías mi muerte, porque lo vi en tus ojos, eso no te atreviste a decírmelo. Has sabido enfrentarte a mi verdad, también debes enfrentarte a la tuya. No sé cómo ayudarte, mi miedo se acaba conmigo, tú debes aprender a superar el tuyo. Ahora ya eres adulto, lo demostraste ayer. Has de reconocer tu dolor, compartirlo, y buscar consuelo. No intentes hacerte el fuerte, como hice yo cuando murieron mis padres y mis abuelos. Yo necesitaba que mi tía me consolara, hundirme en sus brazos. Necesitaba que ella supiera que me dolía en el cuerpo la muerte de mi padre, la de mi madre. Que su ausencia me pesaba en los brazos, y me dolían de no abrazarles. Que me dolían los labios de los besos que no les podía dar. Necesitaba que ella me explicara por qué sentía un hueco dentro, un agujero grande y oscuro. La muerte fue el primer dolor que yo no supe reconocer. No la entendía. A pesar del bombardeo, la casa destruida, el techo en el suelo. Era Miércoles de Ceniza, estábamos esperando a Peter y a su madre, me encontraron en la calle, ante la casa, con una pierna herida, los ojos muy abiertos y la cara completamente negra de hollín. Mi tía me abrazó, es un milagro, dijo, y no recuerdo más. Me amparó, pero no pude buscar consuelo en ella, porque me ocultó su dolor para no aumentar el mío, y yo tuve que ocultarlo para no verla llorar. Ahora pienso que ambas nos habríamos ayudado más si hubiésemos sabido consolarnos. Si no hubiéramos gastado nuestras fuerzas en hacernos las fuertes.
Querido Curt, no tengas miedo a mostrar tu dolor, busca consuelo en tu hermana, deja que ella lo encuentre en ti.
Ya no te puedo tratar como a un niño, pero déjame darte un calentito, como cuando eras pequeño y no querías llorar. Te abrazabas a mí, Dame un calentito, y yo te apretaba con fuerza, ¿te acuerdas? No te dé miedo llorar, te decía yo. A veces es necesario. Creías que ser hombre era conseguir no llorar. Ahora ya puedes llorar. Busca consuelo en tu hermana.
Te quiero tanto,
Mamá
Curt levantó la vista del papel y miró a su hermana. Maren estaba acariciando la sortija, ensimismada, no se dio cuenta de que Curt lloraba.
