Narrativa breve

На нашем литературном портале можно бесплатно читать книгу Narrativa breve, Твен Марк-- . Жанр: Классическая проза / Юмористическая проза. Онлайн библиотека дает возможность прочитать весь текст и даже без регистрации и СМС подтверждения на нашем литературном портале bazaknig.info.
Narrativa breve
Название: Narrativa breve
Автор: Твен Марк
Дата добавления: 15 январь 2020
Количество просмотров: 518
Читать онлайн

Narrativa breve читать книгу онлайн

Narrativa breve - читать бесплатно онлайн , автор Твен Марк

Supongo que se podr? ganar dinero cogiendo textos cuyos derechos ya han caducado y public?ndolos a bajo precio con un m?nimo de gasto editorial: sin dise?o, sin revisiones e incluso sin ?ndice. No es una cr?tica -no del todo- gracias a esto me hice por un euro con varios cl?sicos nuevos. Me gustar?a indicarles los relatos de este volumen, pero no s? donde tengo el ejemplar: cuando lo encuentre, los pongo. Muchas de las narraciones no son muy conocidas -al menos por m?- y, en algunos casos, con raz?n. Pero otras son peque?as joyas del humor que merecen ?sta y otras reediciones. La del elefante blanco, feroz parodia de las novelas policiales. La rana saltarina, que encaja sin problemas en el universo de Tom Sawyer. El muchachito bueno, certero palo a los relatos moralizantes con escaso reflejo en el mundo real. Y las aventuras del agente de viajes un tanto inepto, de una comicidad desbordante.

Внимание! Книга может содержать контент только для совершеннолетних. Для несовершеннолетних чтение данного контента СТРОГО ЗАПРЕЩЕНО! Если в книге присутствует наличие пропаганды ЛГБТ и другого, запрещенного контента - просьба написать на почту [email protected] для удаления материала

1 ... 16 17 18 19 20 21 22 23 24 ... 75 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:

Edward estaba desfallecido, esto es, sentado y sumido en silencio; con la conciencia no muy tranquila, pero abrumado por las circunstancias.

Mientras tanto, un forastero, con aire de detective aficionado, vestido como un inverosímil conde inglés, había estado observando el desarrollo de la velada con manifiesto interés y expresión de júbilo, comentando el asunto consigo mismo. Su soliloquio.

Se desarrollaba ahora, más o menos, así: «Ninguno de los dieciocho formula una oferta, y esto no está bien. Hay que cambiarlo; lo impone la unidad dramática. Esa gente tiene que comprar el talego que intentara robar, y tiene que pagar por él un precio muy alto. Algunos de ellos son ricos. Y otra cosa: cuando yo cometo un error, en relación con la naturaleza de Hadleyburg, el hombre que me ha hecho caer en ese error tiene derecho a una alta remuneración, y alguien tiene que pagarla. Ese pobre viejo Richards ha puesto en ridículo mis capacidades de discernimiento: es un hombre honrado. No lo entiendo, pero lo reconozco. -Sí: ha visto mi póquer con una escalera, y el plato le corresponde por derecho. -¡Y será un plato abundante, si funciona mi sistema! Me ha 'decepcionado, pero no importa.

El forastero seguía atentamente la puja. Al llegara mil dólares, el mercado se desmoronó; los preciosa flojaron pronto dando tumbos. Esperó, y siguió observando. Un competidor se apartó de la puja; luego otro y otro más. Entonces el desconocido hizo un par de ofertas. Cuando las ofertas bajaron a diez dólares, él añadió cinco, alguien aumentó tres; el forastero esperó un momento y se lanzó a un salto de cincuenta dólares, y el talego fue suyo por mil doscientos cientos ochenta y dos dólares.

Los presentes estallaron en vítores y luego guardaron silencio, porque el forastero se había puesto en pie y levantaba la mano. Comenzó a hablar.

-Deseo decir unas palabras y pedir un favor. Comercio con objetos raros y tengo negocios con personas interesadas por la numismática en todas partes del mundo. De esta adquisición, así como es, yo le puedo sacar ventaja; conozco la forma, siempre que consiga vuestra aprobación, de poder obtener que cada una de estas monedas de plomo valgan como auténticas monedas de oro de veinte dólares, o quizá más. Dadme vuestra aprobación y yo le daré parte de mis ganancias al señor Richards, cuya invulnerable probidad han reconocido ustedes tan justa y cordialmente esta noche; su parte será de diez mil dólares y le entregaré el dinero mañana. Grandes aplausos del público. Pero la invulnerable probidad, hizo que los Richards se sonrojaran considerablemente; pero esto fue interpretado como falsa modestia, y no les causó daño.] -Si ustedes aprueban mi propuesta por una amplia mayoría, me gustaría que fueran clon tercios de votos, consideraré tal aprobación corno el consentimiento de la ciudad, y eso es todo lo que pido. A las cosas raras les ayuda siempre cualquier artificio capar efe suscitar curiosidad y de llamar la atención. Ice modo que, si ustedes me permiten grabar sobre cada una de estas aparentes monedas los nombres de los dieciocho caballeros que…

Las nueve décimas partes del público se levantaron inmediatamente incluido el perro y la propuesta fue aprobada entre un torbellino de aplausos y vivas.

El público se sentó y todos los Símbolos, a excepción del doctor Clay Harkness, se pusieron de pie protestando con vehemencia contra el ultraje propuesto, y amenazando con les niego que no me amenacen dijo el forastero tranquilamente. Conozco mis derechos legales y no acostumbro a dejarme intimidar por las fanfarronadas. /Aplausos/. El forastero se sentó.

En este momento el doctor Harkness vio una oportunidad. Era uno de los dos hombres más ricos de la ciudad, Pinkerton, el otro. Harkness era dueño de una casa de moneda, mejor dicho, de un popular medicamento patentado. Era candidato por uno de los partidos alas elecciones y Pinkerton lo era por otro. Se trataba de una carrera reñida y apasionada y cuyo apasionamiento aumentaba de día en día. Ambos tenían mucha hambre de dinero y cada uno había comprado una gran extensión de terreno con una finalidad: se tendería un nuevo ferrocarril y ambos querían salir elegidos y contribuir a que se trazara el itinerario en su beneficio. Un solo voto podía bastar para decidir el asunto, y con él, dos o tres fortunas. La suma en juego era grande, y Harkness, un especulador audaz. Estaba sentado junto al forastero. Se inclinó hacia él, mientras algunos de los demás Símbolos distraían al público con sus protestas y súplicas, y le preguntó en un susurro:

-¿Cuánto quiere por el talego?

-Cuarenta mil dólares.

-Le doy veinte.

-No.

-Veinticinco.

-No.

-Digamos treinta.

El precio es cuarenta mil dólares, ni un penique

menos. De acuerdo. Se los daré. Iré al hotel a las diez de la mañana. No quiero que esto se sepa; lo veré a usted en privado. De acuerdo.

Entonces el forastero se puso de pie y dijo a todos los presentes:

Se me está haciendo tarde. Los discursos de estos caballeros no carecen de mérito, de interés, de gracia; con todo, con vuestro permiso, voy a retirarme. Les agradezco a ustedes el gran favor que me han dispensado al acceder a mi petición. Le pido ala presidencia que me guarde el talego hasta mañana y que le entregue estos tres billetes de quinientos dólares al señor Richards.

Los billetes fueron entregados a la presidencia después de pasar por varias manos.

-A las nueve vendré en busca del talego y a las once entregaré el resto de los diez mil dólares al señor Richards en persona, en su casa. -¡Buenas noches!

Luego el forastero salió del salón y dejó al público entre un gran alboroto, compuesto por una mezcla de vítores, la canción de Mikado, la desaprobación del perro y el coro: -¡Usted dista de ser un hombreee malooo! ¡A- a- a- amén!

IV

De regreso a su casa, los Richards debieron soportar felicitaciones y cumplidos hasta la medianoche. Luego se quedaron solos. Su aire era algo triste y permanecieron silenciosos y pensativos. Finalmente Mary suspiró y dijo:

-¿Crees que somos culpables, Edward?

-¿Muy culpables? Y sus ojos se posaron sobre el acusador terceto de graneles billetes de banco que estaba sobre la mesa, donde los visitantes que los felicitaron los habían contemplado con deleite y tocado con veneración.

Edward no contestó inmediatamente; luego suspiró y dijo vacilando:

-Nosotros , nosotros no pudimos evitarlo, Mary. !

-Eso… estaba predestinado. Todo está predestinado.

-Mary levantó los ojos y le miró con firmeza, pero el no le devolvió la mirada. Al poco rato ella dijo:

-Creo que las felicitaciones y elogios siempre saben bien. Pero… ahora me parece que …, Edward…

1 ... 16 17 18 19 20 21 22 23 24 ... 75 ВПЕРЕД
Перейти на страницу:
Комментариев (0)
название